ONE-SHOTS (Per 'Sodo' Eriksson)

7. LÁTEX

Era de noche, no había nada de especial, no había nada que celebrar. La noche estaba tranquila, la casa estaba en silencio a excepción de la sala, dónde Sodo se encontraba viendo Halloween tranquilo y en paz, su gata ya estaba dormida en su camita a un lado de el sofá y su chica ya debía de estar dormida, que aunque Halloween era la película favorita de Clarice, el sueño le ganó y se fue a dormir.

Sodo soltó un bostezo al aire, el sueño también le estaba ganando, así que decidió apagar el televisor y terminar la película al día siguiente. Sus pies con pantuflas se dirigieron a su habitación, pasó al baño antes para lavar su cara y dientes. Cuando estuvo enfrente de la puerta de su habitación le resultó extraño el resplandor de la luz que se escabullía por debajo de la puerta blanca; se suponía que Clarice ya estaba dormida ¿por qué debería de estar encendida la luz? Abrió la puerta con un pequeño sentimiento de ternura al imaginar a su chica dormida, tapada hasta la cabeza cubriéndose de la luz porque le da pereza levantarse a apagarla, o totalmente extendida en la cama con su cabello enredado en la cara.

Vaya sorpresa que se llevó al abrir aquella puerta.

—bonito vestido, ¿Cuál es la ocasión?

Clarice le sonrió con dejes de picardía. La chica ya no tenía la cara al natural como cuando se fue a "dormir", ahora contaba con un precioso maquillaje de ojos con un exquisito delineador negro y un seductor labial rojo sobre los labios. Su cuerpo se cubría con un vestido de látex negro, sus piernas hacían uso de ligeros y usaba unas preciosas zapatillas de tacón de aguja negras. Su cabello se encontraba suelto, pero peinado hacia atrás, dándole una apariencia autoritaria e imponente para su estatura de 1.52, que con esos tacones de unos 15cm, estaba al mismo tamaño de Sodo.

Se levantó de la cama y se acercó a Sodo, lo miró fijo a los ojos, quería provocarle una reacción, un sonrojo, una desviada de mirada, lo que fuera le encantaría. Eriksson le regaló una gran sonrisa y desvío la mirada un poco.

—No hay ninguna ocasión especial, gatito. Pero presiento que te vas a emocionar—le beso la punta de su afilada nariz.

—Nunca me emociono por nada, C. Lo sabes—se acercó a ella y puso sus manos en su cintura.

—créeme...—Clarice se acercó al oído de Eriksson—Haré que te emociones.

Sodo cerró los ojos con media sonrisa pintada en sus labios cuando sintió la lengua húmeda de su chica en su oído, pero sus ojos se abrieron de golpe cuando escuchó un clic y una temperatura algo fría en su cuello.

—¿Qué es esto?—tocó su cuello algo confundido.

—oh nada, solo que esta noche eres mío—Clarice jaló de la cadena que se conectaba al collar de Per.

Eriksson se sacudió ante el jalón en su cuello y comenzó a caminar cuando C lo hizo. La de cabello negro llegó hasta la cama y se sentó en ella, mientras Sodo estaba de pie, algo confundido.

—De rodillas—Jaló con algo de rudeza la cadena.

Eriksson se arrodilló. Estaba jodidamente confundido por lo que estaba pasando, como también estaba jodidamente excitado por lo mala y dominante que estaba siendo Clarice con él. No sabía que hacer, solo estaba de rodillas ahí, con la cabeza alzada por el jalon de cadena que Clarice hacía, viendo a los ojos a su chica sin saber qué era lo que tenía que hacer.

—Quítale a tu señora los zapatos—estiró su pie derecho hacia Sodo.

Este lo hizo con gusto, topándose con los pies pequeños y de dedos bonitos de su novia, tenía las uñas pintadas de rojo y las medias cubrían aquellos bonitos pies. Clarice levantó el pie derecho y acarició con él la mejilla derecha de Eriksson. El guitarrista podía sentir como la erección en sus pantalones de pijama crecía. Clarice notó eso de inmediato y fue cruel. El pie derecho de Adler descendió por el pecho de Eriksson hasta llegar a su miembro, sus dedos tocaron la punta que resaltaba en los pantalones, su pie se empujó apretando el miembro, provocando dolor placentero.