ONE-SHOTS (Per 'Sodo' Eriksson)

10. SALIVA

La casa tenía un agradable aroma, la chica de estatura baja había limpiado su hogar a profundidad, no había parado desde la mañana, le gustaba mantener su hogar en un estado pulcro y libre de suciedad, pero ese día en específico se había esmerado demás. Dos meses, dos grandes y fastidiosos meses habían pasado desde que Sodo se había ido de gira con la banda; dos horribles meses sin más que videollamadas y sin los dulces abrazos de Sodo.
En variadas ocasiones la de cabello negro acompañaba a su pareja en sus giras, pero esta vez le fue imposible acompañarlo y la soledad de dos meses en casa la estaban matando.

Por aquellas mismas razones, la casa aquel día estaba reluciente y tenía un olor a cítricos, producido por los productos de limpieza. Y por esa misma razón la joven Clarice estaba más que entusiasmada, pues Sodo llegaba a casa por la noche. Para matar el tiempo de espera, Clarice tomó una ducha, donde se encargó de depilar algunas partes de su cuerpo, para después pasar a ponerse un simple pantalón de pijama gris y una sudadera negra que era de Eriksson, cepillo su cabello y se dispuso a prepararse un caliente té de jazmín mientras esperaba en la sala leyendo un libro la llegada de su novio de hermoso mirar.

El sonido de un auto estacionado fuera de su casa hizo que Clarice sintiese en su corazón una rara, pero conocida, descarga de emociones. Inevitablemente su boca formó por sí sola una hermosa sonrisa, sus mejillas comenzaron a ruborizarse y su corazón palpitó con mil colores. Sus pies envueltos en calcetines negros tomaron velocidad y se dirigieron corriendo a la puerta, Eriksson ni siquiera alcanzó a abrir la puerta de su propia casa, pues su chica ya la había abierto, como también, ya la tenía encima en un apretado abrazo elevado. Eriksson perdió el equilibrio un poco, pero lo recuperó de inmediato sujetando sus manos en la cintura de su chica, mientras está tenía sus piernas bien sujetas a la cintura de Eriksson. El guitarrista rió por lo bajo al presenciar tal muestra de afecto de parte de su chica, aquel apretado abrazó casi lo tumba, pero se mantuvo en pie y continuó con el afectuoso abrazo.

—Te extrañe mucho—Clarice habló bajito.

El calor y olor de Eriksson al fin junto a ella, hizo que algunas fibras sensibles se removieron en ella, llegando a sentir tal felicidad que sus ojos se llenaron de lágrimas.

—Ey, ya estoy aquí. También te extrañe—beso los labios de Clarice con gentileza.

La de cabello negro se bajó del abrazó y ayudó a Eriksson con su maleta. El guitarrista tomó una ducha de agua caliente y se dispuso a acostarse junto con su novia para dormir, mientras la abrazaba tiernamente siendo él la cuchara grande y Clarice la pequeña.

—como me gusta estar de vuelta en casa—Eriksson se acurrucó más en el cuello de C.

—Créeme que a mi también me gusta que estés en casa—aquella voz usada con tanta inocencia, aún así Sodo logró percibir la coquetería y lascivia en ella.

Y las suposiciones del sueco no eran para nada erróneas, pues la mano que acariciaba con lascivia su dormido pene con intenciones de despertarlo de su siesta le afirmaban sus hipótesis.

—¿qué haces?—la voz de Eriksson fue baja.

—Fueron largos meses, Sodo—su mano se introdujo dentro de la pijama, tomando deliberadamente el pene que paulatinamente pasaba a despertarse de su siesta.

—¿ah, sí?—Eriksson lamió la oreja de su chica, mientras sus caderas comenzaban a moverse despacio, follando la mano de C.

—¿y qué hiciste? Pobrecita ¿que hacías sin mi?—Eriksson introdujo su mano bajo la sudadera negra que usaba C, y comenzó a estimular los sensibles pezones.

—Muéstrame—la voz susurrante en el oído de Clarice, hizo que su cuerpo temblará con descaro.

Clarice bajo sus pantalones de pijama, como también bajo su ropa interior, así pudiendo meter su mano y acariciar circularmente, mientras su otra mano continuaba siendo usada por Per.