ONE-SHOTS (Per 'Sodo' Eriksson)

18. FETICHE

Clarice tenía por pareja a un completo rollito de canela, de rostro afilado y de actitud encantadora, un completo angelito según la madre de C. Y Eriksson lo era, era un chico realmente agradable y dulce, siempre te regalaba una sonrisa y un saludo cuando te veía, le fascinaba convivir con niños y quedarse en el área infantil del supermercado jugando con los juguetes. Te ayudaba cuando fuera y era un muy buen amigo. Como pareja, Sodo era realmente cariñoso y empalagoso, le fascinaba abrazar todo el tiempo a C, repartir besitos donde fuera, entusiasta de regalar cosas hechas por él, de dedicarle cursis canciones y tocar alguna canción en la guitarra para ella.

Si, Per "Sodo" Eriksson era un ángel, un completo Adonis en apariencia, ojos azules, bonita piel blanca que se ruborizaba fácilmente, era sueco y de sonrisa encantadora, algunas partes de su delgado cuerpo cubiertas por tatuajes en muestra de rebeldía. Y si, Sodo era un muchacho educado y tierno, pero Sodo tenía otra cara, una que nadie veía, una que guardaba solo para su amada Clarice.

Eriksson era una bonita caja de porcelana adornada con pedrería y mariposas de plata, pero cuando la abrías te llevabas una gran sorpresa. Esta bonita caja contenía en su interior un extenso catálogo de apetito sexual, cadenas y cadenas de posiciones salidas del kamasutra, piedras de los más profundos y poco comunes fetiches. Sodo Eriksson era un muchacho lleno de deseo sexual, lleno de fetichismos, lleno de lascivia y lujuria.

Y cuando llegaba la noche, cuando estaba a solas con su bonita, aquellas joyas oscuras que guardaba dentro las sacaba a relucir. No había límites para Per, no había un horario, no había un día específico, Sodo Eriksson estaba caliente todo el tiempo. Tal vez por su calenturienta edad de 19 años o simplemente porque el sexo le fascinaba. Y Clarice a veces se cansaba de tener por novio a ese ser lleno de lujuria, pero como se dijo, antes que todo, Per era un chico respetuoso y educado, así que cuando C decía no, definitivamente respetaba aquello y la dejaba de molestar. Pero seamos honestos, Clarice casi nunca se negaba.

—Nosotros ya nos vamos, C prometió ver conmigo Drácula de Bram Stoker, ¿me creerás que nunca la ha visto?—mencionó Eriksson mientras se levantaba de la silla de la casa de Carlos Valera, el mejor amigo de Clarice.

—Es un clásico. Nos vemos luego—Carlos se despidió de su mejor amiga y de Eriksson.

Ya en casa de Per, ambos pasaron a la habitación del de ojos azules, la casa estaba vacía, los padres del sueco salían todos los viernes con sus amigos a cenar y hacer cosas algo aburridas, por lo que tenían la casa solo para ellos dos.

Clarice pretendía saber qué era lo que pasaría ahí, pues si, Eriksson jamás le dijo que quería ver con ella una película, además de que ella amaba esa jodida película, ¡claro que había visto Drácula de Bram Stoker! C conocía a su novio, aquello fue plan con maña, pero vamos, antes de salir con su chico sueco, había tenido una rutina intensa de higiene personal, pues en verdad aquel viernes Clarice tenía un apetito por su novio algo grande.

—¿quieres que encienda la televisión?—habló Clarice, pretendiendo no saber nada de los planes de Eriksson.

Clarice tomó el control remoto de la mesa de noche y cuando se giró en dirección de Per, este ya había atrapado sus mejillas y sus labios atacaron con deseo desesperado los labios rojos de C. Caminaron en reversa debido a lo precipitado que fue el ataque de Eriksson, chocando de inmediato contra la pared, tirando de paso el control remoto y, lastimosamente, la pierna de Clarice chocó contra la mesa de noche.

—aaau, carajo. ¡¡hijo de puta, me dolió!!—se separó del beso insultando en español, mientras se sobaba la pierna.

—oh, carajo, ¿estás bien?

—si. Mierda JAJAJAJA.

Sodo le siguió las risas, mientras le sobaba un poco la pierna.

—me pongo duro cuando insultas en español…Hazlo otra vez—susurró en los labios de C.