8. CAMPO

1.4K 56 3
                                    


Hacía un sol precioso aquel sábado, curiosamente los atardeceres en el estado de Jalisco eran preciosos, en especial desde el rancho del padre de Clarice. Acababan de llegar al estado hacía una semana, Sodo estaba libre de trabajo al igual que ella, así que el padre de Clarice los invitó a pasar sus vacaciones en su rancho de varias hectáreas. El rancho del padre de Clarice era precioso, el pastizal estaba verde y brillante, árboles hasta donde alcanzarás a ver, caballerizas con preciosos ejemplares de pura sangre, gallinas por allá y por acá, varias hectáreas de tierra de siembra, y, claro, los espacios dedicados a la jardinería de su madre y que con antigüedad (cuando vivía en el rancho), también era de Clarice, donde sembraba y cuidaba de sus girasoles y margaritas, sus flores favoritas. Era un ambiente acogedor y encantador.

Clarice le había dado un recorrido a Sodo por la que solía ser su casa, cocinaron junto con su madre, algunos de sus hermanos visitaron el rancho y le sacaron conversación al hombre de 40 años que era un poco callado. Al inicio de la relación de Clarice con Sodo, la familia de la chica no estaba muy de acuerdo, después de todo ella era varios años menor que Eriksson, pero cuando tuvieron la oportunidad de convivir con el hombre de edad madura y de buenos sentimientos, la familia de la chica encontró encantador al sueco que hablaba chistosamente español.

Y como era habitual que los días fueran preciosos en el campo, Clarice le presentó la idea a su chico de ir a hacer un picnic en una parte del rancho algo apartada de la casa, era una parcela de enormes ciruelos, le menciono que ella solía ir allí cuando quería estar en paz y lejos de la familia por un par de horas. Eriksson no pudo estar más de acuerdo con aquel plan, le parecía linda la idea de compartir algo de tiempo a solas con su chica en un lugar lleno de preciosos árboles y debajo de un cielo azul precioso, así que se dirigieron a la espaciosa cocina de la madre de Clarice y prepararon una grande canasta de mimbre con una manta blanca, un par de vasos, jugo de naranja y algo de vino tinto del padre de Clarice, unos sándwiches simples, algunos pastelillos, fresas y moras y finalmente, algo de papas fritas.

El camino fue algo largo, la parcela de ciruelos estaba algo alejada de la casa, pero finalmente llegaron a aquel lugar de enormes, frondosos y bellos ciruelos. Eriksson extendió la manta y Clarice sacó lo demás de la canasta. Las conversaciones fueron algo largas, algunas sin ningún sentido, rieron, comieron y finalmente se acostaron con las cabezas juntas, observando el cielo y explotando su imaginación para encontrar figuras raras en las nubes; ambos tenían una imaginación algo retorcida, donde Clarice veía un dinosaurio comiéndose a otro más pequeño, Sodo observaba un cocodrilo arrancándole el brazo a un hombre.

Eriksson se fumo 2 cigarros y disfrutaron de un largo y cómodo silencio, solo se escuchaba el sonido del viento moviendo las hermosas hojas de verde oscuro de los ciruelos y uno que otro pájaro cantando, después de todo era un área donde a veces parvadas de bellos cotorros se pasaban. Incluso, después de apreciar las nubes y la paz en aquel lugar, ambos cayeron profundamente dormidos.

Y cuando habían pasado más de 3 horas en su confortable siesta, Eriksson frunció su ceño un poco, algo lo había sustraído de su preciada siesta. Cuando sus ojos se abrieron por completo, ya no se encontró con el bello cielo azul de la tarde, en su lugar se encontraba un cielo gris y nublado, fue algo repentino y extraño, y aquello que lo había despertado era nada más y menos que las primeras gotas de una tempestuosa tormenta.

—C, arriba, cariño. Está lloviendo, hay que irnos—movió a Clarice por el hombro.

Ambos ya se encontraban corriendo, en un instante la tormenta ya se había dejado caer sobre ellos, no había truenos estruendosos, solo el tempestuoso aire moviéndose y agitando las aguas frías de la tormenta en sus cuerpos y rostros.

—¡entra aquí, rápido!—Clarice le gritó a Eriksson, mientras se metía a una de las bodegas de su padre, que más bien se trataba de un tipo de granero pequeño donde guardaba la pastura de los caballos y una que otra herramienta.

ONE-SHOTS (Per 'Sodo' Eriksson)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora