Capítulo 35: La Bestia

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Capítulo 35: La Bestia

Mi padre se encuentra atado a cadenas en la pared al final de la habitación en compañía de otras tres personas que no conozco. Tiene laceraciones en los brazos, y el pecho. Su rostro esta moreteado y ensangrentado. Lo han torturado, quizás para que les dijera mi paradero. Su cabello oscuro esta humedecido sobre su frente por la sangre y el sudor. No alcanzo a ver sus ojos, los tiene cerrados. Entre las otras tres personas se encuentra una mujer de cabello negro y ojos violetas como los míos. El cuerpo se me estremece, esa mujer es mi madre.
La madre que nunca conocí, y por la cual termine perdida en un bosque. Las otras dos personas, son una mujer de cabello “descripción” Laura, y andres. Me impacienta seguir esperando, pero May no se ha aparecido.
—May se demora demasiado —susurro tan bajo como puedo pero aun así los tres hombres lobos que custodian la celda se han percatado de nuestra presencia. Son tres guerreros atrapados entre un cuerpo humano deformado por la bestia. Piernas humanas cubiertas de un grueso pelaje animal, la espalda también. En cambio, el pecho lleva la marca de un oscuro. Símbolos negros trazan la piel del pecho. Ojos negros hasta cubrir el iris pero alrededor de este una fina línea carmesí delimita el iris. Colmillos sobresalen de una boca deforme, en concordancia con un gruñido amenazante. Manos con garras abren la reja de la celda.
—No podías permanecer en silencio —se queja Sebastián.
Los tres hombres lobos salen al pasillo, y vienen por nosotros. Mi reacción ante ellos es tan lenta que ruedo por el pasillo con uno de ellos mordiendo mi brazo. El dolor me hace reaccionar por instinto. La presión en mis dedos preside la salida de mis garras, las clavo con fuerza entre su hombro y el cuello. La sangre tibia se derrama por su cuerpo. Hundo un poco más mi garra hasta que sus colmillos liberan mi brazo. Enviste de nuevo, dando inicio a una danza de garras contra la piel. Uno en mi hombro, su pecho, mi mejilla… cortes profundos que dejan un buen rastro de sangre. De nuevo estoy contra el suelo y sus fauces muy cerca de mi rostro, consigo aferrarme a su cuello mientras que su aliento fétido termina siendo compulsivas exhalaciones, su sangre cubre mi pecho y cuello mientras que su vida se escapa con cada aliento. Lucha sobre mí, sus garras penetran en mis brazos y luego su peso muerto cae sobre mí. Lo hago a un lado mientras respiro por la boca, me ha dejado sin aire.
A mitad del pasillo se encuentra Sebastián herido protegido por una barrera de energía que mantiene a los otros dos hombres lobos arañando el aire y gruñendo. En el aire hay una mezcla entre sangre y pelo chamuscado, es cuando me doy cuenta de que uno de los lobos tiene fuertes quemaduras en la espalda, piernas y brazos, como si hubiera sido golpeado con un látigo de fuego. Sebas es bueno con el fuego, pero está herido.
Me levanto pero mis piernas torpemente golpean al lobo muerto, lo que me hace foco de los otros dos. Ambos pierden interés en su antigua presa, parece que soy más provocativa. Los dos vienen hacia mí al mismo tiempo, me tomo unos segundos antes del impacto para decidir a quién golpear primero. Ir por los dos al mismo tiempo ni siquiera con magia podría conseguirlo… la magia, la perdida de una parte de mi ser me distrae y no me doy cuenta de que uno de ellos esta sobre mi sino hasta que mi cabeza rebota contra el suelo. Algo pesado aterriza sobre mí, sus ojos negros brillan en la oscuridad y sus largos y afilados colmillos se mueven peligrosamente sobre mi cara. La cabeza me punza, como si fuera a estallar y aun así reúno todas mis fuerzas y lo golpeo a un lado del rostro volteándolo de una sola estocada. Busco la manera de levantarme, pero todo comienza a dar vueltas. Unas garras se incrustan en mi muslo  derecho rasgando la tela del pantalón, creo que hasta un buen trozo de piel se ha llevado en sus garras. El lobo regresa a por mi. Se me nubla la vista. Un quejido sale de mis labios. El dolor se extiende desde mi estómago. Algo me ha perforado o rasgado.
Entre las sombras que sumergen mis ojos veo destellos brillantes anudados a los aullidos de un lobo siendo consumido por las llamas. La bestia sobre mi pelea por no ser alejada, sin embargo algo la arremete lejos de mí. Me doblo sobre mi estómago. Entre manchones de sombras que aparecen mientras pestañeo observo como Sebastián lucha con la bestia.
Lo tiene acorralado en el suelo, con los feroces colmillos expuestos intentando alcanzar su cara. Él tiene las manos ensangrentadas sosteniendo la boca del animal, debe estar usando magia para conseguir sostenerlo lejos de su cabeza. Una garra rasga su brazo, grita de dolor y en ese mismo instante el piso rocoso comienza a moverse elevando pequeñas deformaciones dentro de la habitación. El lobo lo libera cuando una afilada estaca de piedra le atraviesa la cabeza, derramando su sangre en la cara de Sebas. Él hace una mueca de asco y con gran esfuerzo se quita de encima el pesado cuerpo del lobo. Se sostiene el brazo herido, y se tomó unos segundos para recuperar el aliento.
Da pasos lentos y precisos hacia mí, pero se detiene con la mirada perdida. Como si hilos invisibles lo hubieran detenido. La única acción que hace es llevar sus manos a la cabeza y sostenerla como si se le fuera a caer de su lugar.
Me muerdo el labio inferior mientras consigo sentarme y recostarme de la pared, la herida de mi abdomen es un poco profunda y punza mientras me muevo. Desde el interior de las celdas las cadenas chocan en un intento de forcejeo, y más allá del pasillo pasos firmes se acercan. Sebastián cae de rodillas y no entiendo que le ocurre hasta que Tanils termina de aparecer en el pasillo.
Se encuentra bastante mal herida pero aun así su habilidad mental no ha perdido su encanto. Él está poniendo resistencia y eso la enfurece, lo eleva sobre el suelo y lo impacta contra la deformada pared rocosa, cae de bruces al suelo. Intenta moverse pero sus huesos no resisten un golpe más. En el mismo suelo se sostiene la cabeza nuevamente, y como si estuviéramos sincronizados hago lo mismo. Algo está taladrando nuestras mentes.
Un susurro hace eco en mi cabeza, es Tanils orgullosa de dominarnos a ambos al mismo tiempo. Intento resistir ante ella pero como si fuera una inundación de sensaciones, muchas cosas entre el pasado y el presente comienzan a pasar por mi mente hasta que una realidad aterradora se fija ante mis ojos. La habitación es un cementerio de cuerpos. Nicol con la garganta abierta como si tuviera una segunda sonrisa rojiza. May destrozado casi irreconocible. Mi padre decapitado su cuerpo por un lado y su cabeza por otro. Mi madre tiene los ojos violetas apagados y… me resisto a permitir que ella me domine pero lo único que encuentro es un colapso entre mis recuerdos con tantas muertes que han mirado mis ojos. Son fantasma que se levantan del pasado para torturarme y ella lo está disfrutando.
Un sonido irregular sale de mis labios, algo entre un gruñido y un lamento. Ahora soy solo una bestia que no tolera la magia. Mi cuerpo se retuerce como si hubiera veneno en mis venas, pero solo es magia. Una magia oscura que ha perpetrado mi mente, y que se desliza por mi cuerpo como si fueran tentáculos. Mi resistencia ha menguado, voy cediendo a sus deseos lentamente. La celda es un matadero, hay sangre por doquier.
Un grito rompe la conexión. El desprendimiento de la magia sobre mi sien me hace gritar también, duele, duele mucho. Después de un par de minutos abro los ojos, ruedo sobre mí hasta que mis manos tocan el suelo y me impulso para levantarme, mi cabeza palpita un poco. Me sostengo de la pared.
En el pasillo se encuentra Sebastián de pie, con la respiración agitada como si estuviera haciendo una fuerza sobrehumana. Tanils no ha parado de  gritar, y la veo golpearse la cabeza contra la rocosa pared. Me cuesta un poco comprender lo que sucede hasta que veo un hilo de sangre emerger de la nariz de Sebas. Es evidente que está usando magia, pero lo sorprendente es que ha conseguido penetrar la mente de Tanils.
Siento como mi boca se desencaja del asombro. Ella Es una bruja de más de trecientos años, la mentalis más poderosa de la historia y él ha conseguido usar su misma habilidad para desarmarla. Aunque le está costando demasiado, la sangre de su nariz comienza a manchar su camiseta. Si continúa se drenara así mismo, y morirá.
Me alejo de mi sustento, mi cuerpo aúlla por si solo ante las heridas que aún no se cierran, el dolor de mi cabeza persiste pero es soportable. Acorto la distancia entre él y yo. Mi mano sobre su hombro, pero ni siquiera ha girado a mirarme, toda su concentración esta en ella. En el deseo de matarla. Lo rodeo, sus ojos azules se han vuelto oscuros casi tornándose a un azul marino, y no está bien. El vello de mi cuerpo se ha erizado por completo. Esta ciudad olvidada en ruinas y bajo tierra se derrumbó bajo una magia oscura, cada parte de esta cueva respira un poder maligno. Sebastián está permitiendo ese aura oscura se mezcle con su magia, y no se está dando cuenta.
El rostro de Tanils sangra, quiero ver morir a esa bruja pero no perderé a Sebastián. Le sostengo por los hombros y le estremezco pero la conexión que ha conseguido con la mente de Tanils es muy fuerte. Reúno toda mi fuerza en un solo golpe y lo impacto contra la pared. La conexión se rompe.
Ella se desploma en el suelo, su rostro esta irreconocible, desfigurada con tanto golpe contra la pared. Su respiración en lenta y pausada. Podría matarla justo ahora. Dejar que mis garrar se hunda en su pecho hasta alcanzar su corazón, y destriparlo en su interior. Pero la cueva tiembla y se abre, tragándose el cuerpo de Tanils. Llevándose mi oportunidad de acabar con su vida.
Maycol sale de la celda con Nicol pegado a su espalda. Se ve exhausta y horrorizada.
—Aproveche la distracción para sacarlos a todos —dice May.
—Excelente —tomo una bocanada de aire. Me centro en respirar y eso le da alivio a mi cuerpo herido.
—No puedo llevarlos a todos al mismo tiempo.
—Lleva primero a Cat—sugiere Nicol
—No. lleva primero a Sebastián me he visto en la obligación de dejarlo inconsciente.
Nicol va hacia él, sus manos se mueven rápidas en busca de lesiones. Su rostro se contrae al darse cuenta de que tiene demasiadas.
—Hay que sanarlas —dice angustiada.
—No hay tiempo —May la hace retirarse —volveré por ustedes no se alejen de aquí —dice antes de desaparecer con Sebastián.
El silencio es asfixiante. Nicol observa el pasillo a ambos lados esperando a que algo aparezca de la nada e intente matarnos.
—¿Todos los demás están bien? —pregunto. Me recuesto de la pared esperando que no se abra una brecha y me trague como a Tanils.
—Si —se encoge de hombros—. Esas dos chicas eran parte del ritual están a salvo junto a ese muchacho lobo que anda con ellas. El cuerpo de mi hermana gemela está atado en una silla con su huésped histérica en medio de la sala de la casa de Selt. Tus padres y esos otros dos que estaban en la celda también los hemos dejado en la sala, están heridos pero nada parece de gravedad, y Selt…. bueno ella esta inconsciente. Cuando vinimos por ustedes dejamos a Sam, mi hermana y Keyla cuidándolos a todos.
—¿Dejaron a tres fantasma al cuidado? —pregunto estoica.
—Parecía una buena idea en el momento en que lo decidimos.
Nos quedamos nuevamente en silencio. Ella se acerca y observa a mis heridas sin tocarlas. Luego comienza a sanarla una por una, una gota cae de su frente. ¿Cuántas heridas abra cerrado esta noche? Cuando sus manos tocan mi rostro para ayudar con los rasguños que han maquillado mi cara. Se detiene con los ojos muy abiertos y perplejos.
—Me olvide de Marcus —dice aterrorizada y se cuál es la línea de pensamientos que está teniendo. Él podría estar muerto.
—Quizás solo está herido en alguna parte —digo sin pensar intentado decidir qué camino tomar para ir en su búsqueda.
—¿Puedes encontrarlo? —su voz es un urgencia que me hace rugir de impotencia. Ella da un salto atrás, sus ojos muy abiertos y temblando. Excelente, ahora la he asustado. Si tan solo pudiera agudizar más mi olfato… Un lobo seria de muchas más utilidad que yo este momento, a ellos se les da mucho mejor el rastreo. Me cuerpo se tensa, mis músculos se contraen uno contra otro, mientras el olor a sangre se desliza por el aire, como una invitación. Mi corazón golpea mis costillas mientras la bestia ruge en mi interior. El olor a sangre se ha hecho más fuerte, y le pertenece a Él. A Marcus.
Mis huesos crujen debajo de mi piel, Nicol grita.
—Vamos —mi voz es un rugido animal espeluznante.
—Tu rostro —su voz tiembla. Espero a que termine la frase—, tu cuerpo a… está atrapado entre un animal y humano.
Debo lucir terrorífica. Esa es la idea. No espero que me siga, avanzo por el pasillo a la derecha siguiendo el rastro de la sangre.

***

—Marcus —grito su nombre en medio de la ira y un rugido ensordecedor. El espacio es oscuro, con el piso y paredes lisas. Parece una parte de la casa de las Riquelme que ha quedado atrapado entre las rocas, y se ha mantenido intacto por años. Hay dos sombras que se mueven y golpean a gran velocidad.  Doy un paso al interior.
Marcus esta contra el piso y Alonzo encima de él, enterró sus garras en la garganta del chico, la sangre sale disparada a gran presión salpicándole el rostro y la franela negra que enmarcaba cada uno de los músculos de Alonzo. Sus ojos almendrados están inyectados de sangre, y me observa desconcertado.
Se levanta despacio y camina hasta mí. La ira se arremolina dentro de mí, el deseo de matar y despedazar se intensifica mientras veo los ojos de Marcus apagados, sin vida. Mi mente me juega una mala pasada, proporcionándome una buena vista del pasado, de Samuel muerto, con los últimos destellos de vida que se iban escapando por su mirada. Se forma un vacío en mi estómago, un duelo que presiona mi pecho impidiéndome respirar como si faltara el aire en esta caverna. La ira que alimenta a la bestia no es suficiente para mantenerme en pie, mis rodillas se quiebran ante el dolor que mi humanidad ha mantenido encerrado por tantos años. El peso de mi cuerpo, entre humano y animal se estrella contra el piso. Las lágrimas brotan de mis ojos como si las hubiera contenido por años. Me siento frágil como si fuera una copa de cristal que con la mínima ráfaga de viento se quebrara, aun cuando mi cuerpo es un arma de matar. Entonces todo aparece en mi mente como una tormenta helada, las muertes del pasado, mis amigos caídos, Selt.
¿Cómo se lo diré a Selt?, ella cuido de Marcus desde que era un niño. Es la única persona que ha dejado entrar en su vida por tanto tiempo y ahora se ha ido. Esto la destruirá, así como la pérdida de la magia me ha destruido a mí. El vacío es todo mezclado, la culpa, el dolor, esa parte de mí que he abandonado.
Desearía que todo fuera una pesadilla. Una maldita pesadilla.
—¿Cat? —su voz son cuchillas que cortan desde mi interior, su voz de preocupación, su voz dulce y suave, me está matando por dentro, ¿Cómo se atreve acercarse?, el rose de su mano contra mi piel es como sentir el mismo fuego donde me consumí en dos ocasiones como si estuviera pasando de nuevo. Alonzo hace que todo en mi cabeza se desequilibre. Ese maldito bastardo es la traición que ha destrozado mi vida. Su tacto me lleva devuelta a las llamas que acariciaban mi piel invitándome a morir, el ardor en sobre piel y sin poder pararlo, y entonces también hay algo húmedo y caliente que impregno mi olfato desatando de furia. El vacío dentro de mí se llena, y veo la irracionalidad pasar ante mis ojos apoderándose de la humanidad que poseo y dominándola a su antojo. La sangre de Marcus mancha mi brazo y las manos de él.
La bestia emerge en todo su esplendor, mis uñas rasguñan el piso emitiendo un sonido chirriante. Alzo la vista sus ojos almendrados en una fina y rasgada línea en sus ojos se contraen volviéndose humanos en el instante en que mis garras atraviesan su abdomen, no le doy tiempo para recuperarse. Mis garran entran y salen, rasgando su piel y saboreando su sangre. Consigue alejarse de mí. Sostiene su abdomen como si sus intestinos pudieran ser esparcidos por el suelo.
Me levando sobre las cicatrices del pasado, el vacío que llevo dentro jamás será llenado y las vidas que han sido arrebatadas jamás podrán volver, pero es como si hubiera cerrado un ciclo. Me he descargado, cada lágrima ha dejado atrás al pasado, no en el olvido pero tampoco confundiendo mí presente.
Él parece estar viendo a un fantasma. Con la respiración agitada su pecho sube y baja. El espacio entre nosotros se reduce a nada, lo ataco. Golpe. Rasguño. Golpe. Rasguño. He destrozado su camisa, su pecho en una fuente de sangre.
—No te vas a defender, porque voy a matarte —gruño y me abalanzó contra él a toda velocidad. Me esquiva con algo de dificultad, rueda por el suelo, se levanta y arremete. Entre puñetazos y patadas recibo un rasguño en el rostro, en la mejilla y unos cortes en los brazos. Nada grave, el muy idiota solo intenta contenerme.
Nos impactamos contra el suelo, un sonido desgarrador hizo eco en las paredes, mi peso sobre el suyo. Forcejeamos, mis colmillos alcanzaron su cuello saboree su sangre solo unos instantes. Perdí el agarre y termine tendida en el suelo al lado de Marcus. Pestañeo y ha desaparecido. Me incorporo y Alonzo se escapa. Me levanto para alcanzarlo pero la caverna se vuelve oscura y desaparece. Mis pies golpean el fuerte piso y mis piernas ceden sobre el peso de mi cuerpo.
Abro los ojos la sala de la casa de Selt es donde me encuentro. He perdido a Alonzo y eso me enfurece pero mi cuerpo esta exhausto. Me siento sumergida en una serena oscuridad, hasta que un llanto desgarrador rompió el encanto.
Es Selt, quien llora de una forma que me parte el alma.

Círculo de Sangre. Guardianes 4. Gato MágicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora