El mundo oculta a seres desconocidos... seres como nosotros, pero llenos de secretos.
Secretos que los hacen ser extraordinarios y al mismo tiempo temibles.
La humanidad desconoce de su existencia; o más bien se aferran a cuentos y leyendas para no...
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Sam
El pueblo está sumido en un silencio de sufrimiento. Hoy el cementerio tiene nuevos visitantes que llegaran para nunca irse. El auto de la madre de Zoe esta fuera. El cielo se une al duelo con nubes grises como una advertencia del mal tiempo. La puerta es abierta y una mujer enfundada en un vestido negro por encima de las rodillas, el cabello rizado recogido sobre su hombro izquierdo se detiene en el auto con la mirada perdida.
Sara, en estos momentos desconoce lo que ha sucedido con el canciller, lo que ha pasado con parte de su equipo. Entra en el auto, y espera con los dedos golpeando suavemente el volante con impaciencia. Su hija, sale apresurada de la casa con un paraguas en mano. Un vestido blanco cubre su piel y una cinta negra moldea su cintura. El cabello lo lleva bien recogido sobre su cabeza, pero aun así algunos mechones se han escapado de tanta perfección. En cambio Zoe viste la misma ropa que llevaba la primera vez que la vi, su cabello esta suelto sobre sus hombros, aunque su madre no puede verla ella igual logra subirse al auto antes de que este se ponga en marcha. Hago lo mismo, no se sorprende al verme, solo mantiene la mirada fija en la mujer que maneja el auto. Una mujer que desconoce su presencia.
—Mamá, ¿Qué paso con Camila o Sasha, o como se llame? —pregunta Nicol mirando por la ventana como los arboles iban pasando y quedando tras ellas.
—Se le escapó a Cordelia. Pero todo estará bien.
Ese "todo estará bien", es solo una verdad a medias. Las cosas no están nada bien, pero Sara no lo sabe todavía. Me cruzo de brazos.
—Ah... —dice como un susurro, y permanece mirando el paisaje.
—¿Que anda mal? —pregunta Zoe, sus ojos ya no están puestos en su madre si no en mí.
—Cordelia y dos de los guardianes están encarcelados en alguna parte —digo recordando las celdas—. Los oscuros se los han llevado.
Se hace un silencio entre nosotros, mientras el auto nos lleva a un destino donde para muchos la vida se ha terminado.
Vuelvo a ese lugar lleno de celdas, y me impresiona que sean esas mismas cuevas de ciudad desértica, ahora está todo más elaborado. Como si hubieran construido una ciudad subterránea.
El auto se detiene, una rejas están abiertas y hay un letrero encima con el nombre "CAMPO SANTO", el cementerio de la localidad. Algunas gotas se impactan contra el vidrio, odio el mal tiempo. Aunque la lluvia no puede alcanzarme, el frío que ejerce sobre un fantasma es insoportable. Zoe también duda en bajar, pero al ver que su hermana y su madre están unidas en un agarre sobreprotector bajo el paraguas, se une a mi tortura bajo el agua.
Seguimos a su madre por un estrecho sendero de concreto entre las tumbas, al final de este se extiende un jardín con más lapidas. Nicol camina con dificultad entre tan poco espacio, nos desviamos a la izquierda por un camino que nos da paso a un jardín cuando este finalizaba lo primero que se ve es el bululú de gente vestida de negro y con paraguas en mano.
