El mundo oculta a seres desconocidos... seres como nosotros, pero llenos de secretos.
Secretos que los hacen ser extraordinarios y al mismo tiempo temibles.
La humanidad desconoce de su existencia; o más bien se aferran a cuentos y leyendas para no...
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El pasado, generalmente son hechos que van careciendo de importancia a medida que el tiempo continua su camino. Para todos es igual, hasta para mí lo fue, hasta que las reglas del destino fueron forzadas a cambiar, y aquí estoy envuelto en una historia que ha sido forzada a repetirse una y otra vez.
¿Quién soy?, eso no tiene importancia. Lo que realmente importa es que la conozcan a ella, o quien ella cree que es.
Ser lo que soy ahora, me permite ver cosas que otros no, y estar donde desee estar. Pero solo vale la pena estar en donde ella se encuentre. Se ve tan indefensa cuando duerme, que por segundos pienso que no es la misma chica que he conocido. Pero entonces el pasado, vuelve sin ser invitado, y su propia realidad está grabada en mi mente.
Todo está muy oscuro, no se puede distinguir nada en el interior de la cueva. El camino es tan estrecho, las rocas sobresalen del interior haciendo difícil pasar a través del túnel, las paredes de la cueva son deformes. Y húmedas. Ya han pasado varios minutos, hemos caminado en busca de los chicos, con la esperanza de sigan con vida, pero aún no hay rastros de ellos. Mi paciencia tiene un límite, y se está agotando, demasiados olores diferentes que disipaban el olor de mis cuatro amigos desaparecidos y confunden mi olfato, en estos momentos el tiempo es oro para encontrar a mis compañeros y está pasando a gran velocidad.
— ¿Cat, aun no los ubicas? Se nos acaba el tiempo, desde que salimos no han enviado más señales, y eso no es bueno —dice May: un chico no muy alto de 18 años, cabello liso negro corto, cara cuadrada con las cejas rectas y pobladas del mismo tono del color del cabello lo hacen ver como una persona de carácter fuerte, pero sus ojos miel dan a entender todo lo contrario; él es más bien un chico extrovertido, tierno y muy humilde. La franela que lleva es ceñida al cuerpo, detallando su abdomen plano, sus hombros anchos y brazos musculosos pero sin exagerar, lo normal en un chico de su edad, su piel café con leche le da aires de sensibilidad. Veo la desesperación en sus ojos. Este lugar es un laberinto sin salida, donde la oscuridad reina, y de los tres soy la única que pude guiarlos, pero mi olfato no está sirviendo de mucho.
—Crees que no lo sé... y no aun no los encuentro, podrían estar en cualquier parte de esta maldita cueva. Y ni siquiera sabemos que tan grande puede ser y que tanto hemos recorrido, y mi olfato no me está ayudando —digo en voz alta y firme, pero aun así en ella trasmito sentimientos encontrados: miedo, dolor, desesperación y hasta resignación. Soy un gato mágico, un ser que no debería existir pero que aun así aquí estoy. Mi cabello negro azabache largo hasta las caderas y lacio, mis ojos felinos de color violeta y largas pestañas, mis cejas gruesas y finas al final, no soy muy alta de 1,50 aproximadamente, y mi piel es peleada. — ¿Sebas, aun no puedes levantar el campo de búsqueda? —pregunto al otro amigo que me queda.
