Capítulo 11: Guardianes
Este lugar es tan frío y macabro, solo se respira muerte y soledad. Paredes blancas, y una luz amarillenta que proviene de la bombilla. Extensos mesones metálicos, con muchos utensilios y artefactos que en mi vida había visto, mucho menos ahora que estoy muerto. Tan muerto como el hombre que se encuentra sobre la camilla, si no fuera por las rasgaduras de su pecho, se podría decir que solo se encuentra en un plácido sueño.
No ha pasado mucho tiempo desde que Sasha tomo control de su cuerpo, y ya hay otro muerto en la localidad. Eso solo indica una sola cosa, a pesar de que ha tomado el control, sigue estando un poco perdida en los tiempos, ella ha estado con vida desde hace mucho tiempo, y mantener su mente bloqueada por este corto tiempo la ha desequilibrado un poco.
Cada una de las muertes que han ocurrido en San Lorenzo, han sido por manos de ella. Su instinto asesino, su mente dormida intentando resurgir de una conciencia dormida, la llevo a matar de la misma forma en que se sacrifica en el círculo de sangre. Ella ha revivido como me asesinó hace ya mucho tiempo.
Las puertas se abren, un gato mal humorado con piel humana entra intentando controlar sus propios demonios. Cordelia en la mayor parte del tiempo parece una mujer de carácter pero al mismo tiempo delicada, sin embargo lo que se esconde debajo de su piel es todo lo contrario a lo que ven los humanos.
Camina de un lado al otro sin quitarle la vista de encima al cadáver.
—Si tan solo pudieras levantarte y decirme lo que deseo saber —dice exasperada. Las venas de su frente se marcan con firmeza.
—Eso es algo imposible —la voz de un hombre proviene del pasillo. Reconozco su voz, es ese mismo nombre que estuvo cerca de Cordelia en el cementerio.
—Tu y yo sabemos que un imposible no existe —gruñe Cordelia con un sonido que jamás podría emitir un humano, un rugido que nace de su garganta sin delicadezas.
—Deberías calmarte —sugiere Andrés mientras inspecciona el cuerpo solo con la mirada. Una mirada inquietante—. O es que has olvidado donde estamos. Hay humanos rodeando esos pasillos —alza la mirada a la puerta— y no necesitan escuchar a una forense rugir como una bestia.
Ella respira, camina de un lado al otro con la mirada baja. Permanecer delante de ella sin que pueda verme es algo que requiere de mucha concentración, las bestias tienes esa particularidad de percibir entidades fantasmales hasta llegar a verlas. Es como si ojos tuvieran la visión de todo ser que no pertenece a este mundo.
—Muy bien, estoy calmada —dice después de unos segundos. El intenso violeta cubre gran parte de sus ojos, más de lo normal. Andrés alza la mirada, arquea las cejas.
—¿Estas segura? —pregunta con demasiada calma. Yo particularmente, si estuviera vivo, no estaría tan tranquilo las bestias son explosivas, nunca se sabe cuándo un gato se puede lanzar sobre tu garganta, mucho menos uno que se encuentra en dos piernas.
Ella cierra los ojos, veo su pecho subir y bajar con fuerza, está controlando una ira que apenas y se ha dejado ver a través de sus ojos. Los abre nuevamente, y han vuelto a cierta normalidad, si a eso se le puede llamar normalidad. Están rasgados.
—Recuerda no salir con ese aspecto —dice Andrés sin mirarla. Ella voltea los ojos—. He consultado con una bibliotecaria de pétalos de oscuridad sobre la falta de algunos órganos en las victimas —comienza a explicar—, y estamos bien encaminados. Es obra de los oscuros. La cuestión es que no hay ninguna señal de que algún oscuro haya vuelto a las andadas. Es como si esa secta se hubiera extinguido en 1944 desde entonces nadie ha vuelto a percibir a un oscuro, y este tipo de asesinatos no se había visto. Estamos caminando sobre un camino a ciegas.
—No puede ser que nadie haya percibido la nueva actividad de la secta. Esto es suficiente para que cualquier bruja lo detecte, así una mínima señal —replica Cordelia intentando contenerse.
Si ella tiene toda la razón, la cuestión es algunas de esas brujas que pudo haber percibido el regreso de los oscuros, ha decidido comunicar los eventos, o mejor dicho el concejo debe saberlo y no ha anuncia la noticia. No sería la primera vez que el concejo se encuentre involucrado con los oscuros.
—Yo no he dicho que nadie haya podido percibirlo, he dicho que no hay rastros de los oscuros —Andrés sustenta mi teoría—, el concejo ya debe estar al tanto de que han vuelto, pero o no han dicho nada para no alarmar al mundo sin tener quizás más certeza de lo que ocurre, o...
—O en el concejo hay muchos traidores —le interrumpe Cordelia.
—Eso es más posible que la primera opción —asegura Andrés—, pero existe una persona que seguramente si nos dirá lo que ocurre. Hasta quizás nos ayude.
Pues si solo hay una persona en este mundo que pueda conocer todos los detalles, que sabe más que cualquiera sobre los oscuros, y esa persona es Selt Riquelme.
—No estarás hablando de esa mujer que nadie ha visto en años, en mi opinión ya debe estar muerta. Nadie vive tanto tiempo —se adelanta Cordelia antes de que él pueda hablar. Si tan ella supiera que esa mujer que no han visto en años está más viva que ellos dos juntos, Selt tiene más años que cualquier criatura sobre la tierra y en apariencia es solo una joven.
—Pues no perdemos nada con intentarlo, según la historia Selt Riquelme es inmortal —explica alejándose del cuerpo—, una maldición que le hizo su propia hermana.
—Si eso fuera cierto, ella debería tener ¿qué? Alrededor de 300 años —dice Cordelia sin darle veracidad a sus propias palabras—, eso es inaudito.
—Si lo es— admite él—, que los oscuros estén de regreso también lo es.
Se encamina a la puerta. Cordelia medita sus palabras, observa el cuerpo del hombro al que le ha sido arrebatado su corazón.
—Entonces, ¿piensas buscarla? —pregunta.
—Si, a la final no tenemos nada que perder —cierra la puerta. Inmediatamente se abre de nuevo—, por cierto tienes un informe que preparar y un cadáver que entregar a su familia.
La puerta se cierra definitivamente.
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Círculo de Sangre. Guardianes 4. Gato Mágico
FantasyEl mundo oculta a seres desconocidos... seres como nosotros, pero llenos de secretos. Secretos que los hacen ser extraordinarios y al mismo tiempo temibles. La humanidad desconoce de su existencia; o más bien se aferran a cuentos y leyendas para no...