Capítulo 4

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El concejo real.

Rhaella.

Rhaella —susurra.

Me muevo inquieta mientras mis ojos luchan por abrirse.

¡Rhaella! —me grita desesperada mientras sus ojos me piden auxilio—. ¡No me dejes sola, hija mía!

Me despierto de un golpe respirando con dificultad.

Madre.

Sigue apareciendo en mis sueños cada noche. Me fijo en la ventana de mi cuarto y el sol aún no había salido.

Me levantó y voy directo al baño para luego vestirme con mi ropa de entrenamiento y salir lista para entrenar.

Recuerdo la reunión en el concejo por la mañana temprano donde Viserys me pidió que vaya porque era un tema importante, terminé de entrenar y fui a cambiarme antes de dirigirme a la reunión del concejo.

Todos se encontraban reunidos.

—Rhaella, ven toma asiento —pidió Viserys, una vez ingrese.

Voy hasta él sentándome a su lado. Rhaenyra se encontraba mirándome un tanto sorprendida.

Ocurrió en la oscuridad de la noche, mis señores, en la hora del murciélago —informó el entrenador de dragones en Alto Valyrio—. El ladrón eludió nuestra persuasión.

—¿Cómo es posible que robaran un huevo frente a más de 50 entrenadores de dragones? —preguntó Viserys.

Fue el príncipe Daemon el culpable, majestad.

—¿Daemon? —repite Viserys sin creérselo.

—El príncipe dejó una emisiva que creó que lo explica —dijo Otto.

—Es el placer de Daemon Targaryen el príncipe de Dragonstone y legítimo heredero del trono de hierro, anunciar que va a tomar a una segunda esposa según la tradición de la antigua Valyria, ella será nombrada Lady Mysaria de Dragonstone —informó el maestre—. Su majestad, está embarazada y tendrá un huevo de dragón en la cuna del bebé con la costumbre de la casa Targaryen. El príncipe lo está invitando en su boda, majestad. Se llevará acabó en dos días.

—Dioses benditos.

Daemon, ¿qué es lo que quieres provocar?

—¿Quién es Lady Mysaria? —preguntó Lord Corlys.

—Creemos...

—La puta de Daemon —responde Otto interrumpiendo al maestre—. Esto no es más que una sedición, majestad.

—Estoy de acuerdo.

—Mi hermano quiere provocarme, él contestarle es darle lo que quiere —dice Viserys.

Ellos comienzan a discutir sobre qué harán para detener a Daemon.

Los ignore a todos y pensé.

¿Qué huevo? —le pregunté en Alto Valyrio al entrenador. Todos los presentes me miraron—. ¿Qué huevo se llevó Daemon?

El huevo de Dreamfyre, princesa —responde el entrenador—. El mismo que usted escogió para la cuna del príncipe Baelon.

Miré a Viserys.

—Reúne a un destacamento Otto —ordenó Viserys—. Iré hasta Dragonstone y arrastraré a Daemon hacía la justicia yo mismo.

—Majestad. Mis disculpas majestad, pero no puedo permitirlo es muy peligroso —dice Otto—. Daemon no tiene límites, déjeme ir a Dragonstone.

Viserys no responde pero asiente con la cabeza tras pensarlo mejor.

Daemon se está ganando que yo misma vaya a Dragonstone a cortarle la cabeza y dejarla en una lanza. Ese huevo lo escogí con Rhaenyra para el príncipe Baelon. Viserys escogió ese nombre para el príncipe cuando nació, no tuve tiempo de decirle que ese bebé ya tenía un nombre por todo lo ocurrido con mi madre.

Viserys se retiró y al poco tiempo Otto también lo hizo para ir a alistarse.

Ellos no conocen a Daemon como yo lo hago, él no cederá fácilmente aún cuando tengan su castillo rodeado él no cederá.

[...]

Diamod, ven aquí, mi gran dragón —llamé en Alto Valyrio.

Diamond sale de la cueva y se acerca a mí, lo acarició.

Daremos un paseo, grandulón —le digo antes de montarlo.

Algunas horas más tardé pude apreciar Dragonstone a unos kilómetros más, le dije a Diamond que se apresurará y desde aquí pude ver al dragón de Daemon en la montaña haciendo que Otto y su ejército se cagaran en los pantalones seguramente.

Reí, pero toda gracia desapareció al ver el huevo de mi hermano en sus manos y a su puta al lado suyo.

No tengo idea de cual de las dos cosas me molesto más pero hice acto de presencia llegando con Diamond.

Diamond me bajó atrás del ejército de Otto y todos le dieron paso a su princesa. Caminé muy tranquila entre todos ellos hasta llegar a Daemon, me detuve a unos pasos de él.

Mi padre me nombró princesa de Dragonstone, es mi castillo en el que vives, Daemon —digo en Alto Valyrio.

No hasta que seas de edad —responde.

¿Qué ganas con esto? ¿Por qué tienes el huevo de mi hermano?

—Tú creciste con un dragón en tu cuna, quiero lo mismo para mi hijo.

—¿Vas a tener un bebé, Daemon?

—Lo tendré —mira a su futura esposa—. Algún día.

Rodé los ojos.

—Tus actos tienen consecuencias, Daemon, has enfurecido al rey y me has enfurecido a mí. Tuviste mil huevos más para escoger y tuviste que escoger el que era para mi hermano.

—No quería desperdiciarlo, de todos modos estará en la cuna de un bebé con la sangre Targaryen recorriendo por sus venas —dice.

—¿Un bebé de sangre pura? ¿Lo tendrás con tu puta o hay alguna otra Targaryen allí adentró? —pregunté molesta.

Se acerca a mí molesto pero yo no me muevo. Diamod gruñe tan fuerte que hace a todos temblar de miedo y a Daemon detenerse.

—Todo por un maldito huevo —dice furioso antes de darse la vuelta listo para irse pero antes de eso me lanza el huevo y se marcha enfadado.

Fue más fácil de lo que creí.

Tomé el huevo y lo miré. El recuerdo de mi madre hablándome con tanta ilusión mientras escogíamos el nombre de mi hermano llega a mi mente.

Me acercó a la guardia y colocó el huevo en el lugar donde pertenece.

No digo nada más y vuelvo a montar a Diamond lista para irme.

La casa del Dragón [La Princesa Roja] ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora