Capítulo 15

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Los Dioses.

Narrador Omnisciente.

La princesa roja se encontraba en el santuario de dragones con la cabeza en alto y los ojos mirando fijamente al monumento de dragón.

Para ella ese lugar era sagrado y nunca se tomó en broma las historias que su madre le contaba sobre qué sus antiguos ancestros aún tenían una parte de ellos en ese lugar.

Se arrodilló y cerró los ojos.

La casa Targaryen.... La casa Targaryen los llama. Los invoco queridos ancestros, yo, Rhaella Targaryen, descendiente de Aegon Targaryen el conquistador. Invoco a la fuerza más poderosa de la antigua valyria y les exijo el poder de sangre que me corresponde... —Rhaella eleva las manos sintiendo el calor en ellas mientras sigue con los ojos cerrados en todo momento—. ¡No permitan que mi piel arda! No dejen que mis enemigos me toquen. No permitan que mi sangre se derrame. Denme el poder de mi sangre. Denme el poder de mis antiguos ancestros y déjenme guiar a los dragones. Denme el poder de renacer...

Los ojos de la princesa comienzan a sangrar pero ella sigue con los ojos cerrados a todo momento mientras susurra y grita:

Rhaella Targaryen se lo exige... ¡La princesa y futura gobernante de los siete reinos se lo exige! Que el poder del fuego me acompañe en cada batalla. Que cada ceniza me haga renacer de entre las llamas. Me entregó al fuego... Entregó mi alma a los dioses, mi vida y mi corazón son suyos. Hoy, mañana y para siempre.

La princesa grita del dolor que se encontraba sintiendo fuego en su interior y sus ojos cada vez sangran más dejando que mucha sangre desprenda de sus ojos.

De pronto todo dejó de doler.

Rhaella Targaryen abrió los ojos completamente rojos por la sangre en ellas, sonrió al percatarse de que los Dioses le habían otorgado el poder que ella exigía.

De sus manos desprendía fuego y su cuerpo entero se sentía caliente por el fuego recorriendo en ellas.

Mirando su panza apago las llamas de sus manos y la acarició.

—Nada ni nadie podrá separarme de ti ahora. Te protegeré hasta el fin del mundo, pequeño Targaryen.

Rhaella no iba a permitirse perder a alguien más. Perdió a su madre, su hermano, su mejor amigo, su hijo y ahora se rehusaba a perder a otro hijo.

La princesa roja tenía un nuevo objetivo: Proteger a su familia. No importaba cuánta sangre derramará para conseguirlo.

Rhaella miró de nuevo al dragón.

—Es hora de que el mundo se entere de quién es la Reina Roja.

[...]

Todas las casas del reino se habían arrodillado ante la princesa roja y habían jurado lealtad absoluta.

El Rey Viserys se acercó a su hija y mirándola con un rostro digno de admiración se arrodilló ante ella.

—Yo, Viserys Targaryen, primero con el nombre, protector de los siete reinos y legítimo rey, juro mi lealtad absoluta hacía la princesa Rhaella Targaryen. Convirtiéndola en mi legítima heredera.

La corona real es situada en la cabeza de la princesa roja y ella se adelanta al trono de hierro para tomar asiento.

Su mirada fría y sin expresiones aterrorizaba a los invitados pero el rey la miraba con orgullo.

Todos se inclinan ante la nueva heredera de los siete reinos y Rhaella siente aquello que nunca sintió en su vida, se siente en casa.

Tal vez su destino siempre fue gobernar. Ser la reina de los siete reinos, dirigir a todos y sentarse en el trono de hierro.

La casa del Dragón [La Princesa Roja] ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora