Capítulo 1

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El regresó.

Rhaenyra.

Baje de Syrax antes de acercarme y acariciarla mientras sonreía, cada día crecía más.

—Bienvenida, princesa. ¿Disfrutó su paseó? —dijo Ser Harrold desde su caballo.

Bufé divertida.

—Traté de no estar tan aliviado, Ser —pedí burlesca.

—Estoy aliviado, cada vez que esa bestia dorada la trae de vuelta sana, evita mi cabeza en una lanza.

Reí antes de acercarme a Lady Alicent quién me esperaba afuera del carruaje.

—Syrax está creciendo, pronto será tan grande como Caraxes —dice Alicent mirando a mi dragón. Le sonrió.

—Syrax es casi tan grande como para llevar dos monturas —informó.

—Creo que me quedaré como espectadora, gracias —termino de decir adentrándose al carruaje.

Mire una última vez a Syrax antes de entrar al carruaje y irnos en camino al castillo.

En camino al castillo en las afueras me concentró en la zona de enfrentamiento donde veo a mi hermana tener una pelea amistosa con uno de los guardias, aunque ella no era tan amistosa con él.

Su cabellera plateada aún más larga que la mía se movía al ritmo de sus movimientos. Me quedó mirándola al ver cada uno de sus movimientos, la forma en la que pelea es impresionante, imposible de creer sin antes verlo.

La mire una última vez antes de adentrarme al castillo con Alicent. Ambas subimos las escaleras en dirección al cuarto de mi madre.

Al llegar los guardias nos abren la puerta, al entrar observo a los maestres y las sirvientes, el cuarto estaba completamente lleno.

—Sabes que no me gusta que vueles cuando estoy en está condición —me recuerda mi madre desde la pequeña cama donde se encontraba recostada.

—No te gusta que yo vuele cuando estás en ninguna condición —proteste.

Ella se acomoda mejor en el lugar donde se encuentra y me mira unos segundos.

—Majestad —saluda cordialmente Alicent detrás de mí.

—Buen día, Alicent —saluda de igual forma mi madre.

—¿Pudiste dormir? —pregunté luego de algunos segundos mientras me acercaba a ella.

—Lo hice —responde.

—¿Por cuánto?

Silencio.

Me siento enfrenté de ella esperando una respuesta.

—No necesito que me cuides, Rhaenyra —dice mamá con un tono autoritorio.

—Bueno, aquí estás en un cuarto llenó de sirvientes enfocados en el bebé, alguien tiene que cuidarte a ti —le recuerdo.

—Tú te recostarás en esta cama muy pronto, Rhaenyra —me recuerda—. Está incomodidad es como servimos al reino.

—Prefiero servir como caballero y estar en batalla en busca de gloria —digo provocando que mamá ría.

Ella sabe que yo no estoy hecha para servir al reino de esa manera, mi hermana sí.

—Tenemos vientres reales tú y yo. El parto es nuestro campo de batalla, debemos enfrentarlo con endereza. Ahora date un baño, apestas a dragón.

Las palabras de mi madre aquel día fueron completamente ciertas.

La casa del Dragón [La Princesa Roja] ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora