Capitulo 19

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Maratón 2/3

Narrador Omnisciente

Los Targaryen fueron destinados al fuego y a las cenizas. Ellos morían por el fuego y a su vez renacían de las cenizas. Sus almas ardían y sus corazones destinados a sus dragones.

Se decía que los Targaryen no necesitaban nada más que unir sus corazones a sus fieles dragones, convirtiéndose en uno solo y siendo más poderoso que cualquier ser humano mortal de la tierra. Porque los Targaryen no eran mortales, eran invencibles y nadie más que la casa misma podía destruirlos.

Hace siglos ningún Targaryen unió su corazón con su dragón y mucho menos entregó su alma a los Dioses. Por más que ya le pertenecía él entregarlos por voluntad propia lo hacía aún más fuerte.

Rhaella Targaryen entregó su vida y su alma a los dioses, su corazón a sus tres dragones, sus creencias y su sabiduría a sus hermanos, su valentía y fuerza a sus sobrinos, su comprensión y cariño a su mejor amiga, su respeto y su aprecio a su padre, su amor incondicional a su hermana y todo su ser a su esposo e hijo.

Pese a las dificultades que el destino puso en su camino, su familia siempre fue la culpable de muchas de esas dificultades al igual que también fue la razón por la cual juntos pudieron vencerlas.

Si la familia Targaryen ya se encontraba distanciada y permanecían en odio y receló entre ellos mismos ahora se desataría la verdadera guerra.

Lucerys Velaryon estaba muerto y el culpable era de su propia familia.

Después de la muerte del rey la reina dictaminó que nadie asumiría al trono hasta que el luto haya finalizado.

Rhaenyra junto a sus hijos y Sir Harwin se marcharon a Dragonstone recalcando que volverían para asumir el lugar que le pertenece a Rhaenyra.

Nadie jamás imaginó que Lucerys Velaryon se enfrentaría con su tío Aemond Targaryen en una situación complicada donde el príncipe solo cumplía con su labor de mensajero, por esa vez. Ambos se enfrentaron junto con sus dragones y uno de ellos terminó muerto.

Cuando la noticia llegó a los oídos de la princesa Rhaella, no supo asimilar la situación y se desvaneció.

«¿Qué hice mal? ¿Tan mal los eduque? ¿Por qué me hacen esto? No cumplí con mi deber, no les inculque los suficientes valores».

La princesa se castigaba mentalmente incapaz de creer que su propio hermano a la que ella crió y educó toda la vida fuera capaz de ser culpable de la muerte de un miembro de su propia familia.

Cuando despertó se encontraba en su habitación con su esposo tomándola de la mano y alegrándose de que su esposa por fin despertara, enfrente de ella se encontraban los maestres.

Como si todas las noticias le cayeran como un balde de agua fría los maestres que la atendieron debido a su desmayo repentino le informaron sobre su situación.

—Princesa, debido a que no encontramos motivo de su desvanecimiento llamamos a la partera, ella aseguró que usted está embarazada. Felicidades, princesa roja.

Las palabras del maestre resonaban en los oídos de la princesa. Ella no esperaba esa noticia y menos en la situación en la que se encontraba envuelta.

Daemon a su lado festejó la noticia pero al ver el rostro de su esposa esa emoción se desvaneció.

—¿Qué ocurre? ¿Por qué no estás feliz? —indagó, desconcertado.

Rhaella no podía ponerse feliz tenía un malestar que le daba muy mal presentimiento. Ella sentía que algo no estaba bien y esperaba equivocarse.

—Mi sobrino está muerto. No tengo nada que celebrar —contestó la princesa— Fue por mi culpa... Si yo hubiera cumplido, si hubiese sido mejor inculcando los valores a mis hermanos, esto jamás hubiese pasado, Daemon.

La casa del Dragón [La Princesa Roja] ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora