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— Mikey, ya. — Suplico mientras creaba distancia entre ellos.

— Takemicchi. — Su tono de voz hizo sonreír al rubio, era como un infante queriendo hacer un berrinche.

— Ya es muy tarde, es hora de dormir.

— Pero es que es imposible querer dormir, no después de probar tus labios, dime Takemicchi, ¿cenas postres dulces antes de dormir?

— ¿Qué?

— Es que tus labios saben dulces. — El teñido fue débil ante la cercanía y dejo que un beso más naciera, aunque rápidamente se arrepintió al sentir una fuerte mordida.

— Por favor, ya no me muerdas, me gustaría que fueras más gentil conmigo. — Un jadeo escapo de los labios del ojinegro ante esas palabras y su corazón se aceleró.

— Lo siento, parece que tu papá te acostumbro mucho a lo dulce.

— Mikey.

— Es broma Mitchy, tu mereces que te trate bien.

— ¿Mitchy? — La vergüenza crecía en su interior.

— Sí, Mitchy. — Takemichi observo como Mikey entrelazaba sus manos. — Discúlpame si te muerdo o soy brusco contigo, pero es que me encantas tanto que no lo puedo evitar.

— Mikey. — Otro beso se veía llegar, pero los toques de la puerta de Takemichi los sorprendió, haciéndolos soltarse y alejarse el uno del otro.

— ¿Takemichi? — El pánico en la mirada de los dos era evidente. — ¿Podemos entrar?

— Take, vamos a entrar. — Los adolescentes creían que era su fin cuando la puerta fue abierta.

— ¡Mikey! — El grito de Shinichiro se escuchó en todo el pasillo. — Pequeño rufián, ¿qué haces en la habitación de Takemichi?

— ¿Pijamada?

— ¿Papá? — La atención de los hermanos dejo de estar centrada en ellos y se enfocaron en el ojiazul que se veía en el inicio de la frustración.

— ¿Qué tal si haces una pijamada con papá? — Ofreció Wakasa con maleta en mano. Había cedido a la propuesta del pelinegro, pero con la condición de dormir con su hijo. El ceño fruncido de Takemichi no tardo en aparecer y su molestia fue notada por el rubio, quien no tuvo pudor en mirar con molestia y disgusto al adulto, Shinichiro sin ser del todo consciente de sus actos dio un paso más dentro de la habitación, imponiéndose a los menores, sobre todo a su hermano mayor, pero no parecía tener mucha influencia. Al final los adultos terminaron afuera de la habitación, con expresiones de asombro por haber sido dominados y rechazados por dos adolescentes.

— No lo tomes personal Wakasa, ya sabes, la adolescencia. — Intento justificar y disminuir el impacto emocional en el adulto.

— Es que no lo entiendo, ¿por qué se está comportando así conmigo?

— Tu mismo lo dijiste, Takemichi se esforzó e hizo muchos méritos por este viaje, además, él por mucho tiempo fue un adolescente solitario y ahora esta rodeado de los suyos.

— ¿Los suyos? — Repitió con temor esas palabras.

— Sí, piensa que Takemichi estuvo en abstinencia de dulces toda su vida y repentinamente los esta probando, es normal que se este portando así, quiere dar grandes mordidas a esto que no tenía. Así son en esta edad.

— Shinichiro. — Menciono dolido por el constante rechazo de su hijo a su presencia. El pelinegro conmovido y sin pensarlo le ofreció un tibio abrazo, consolando y brindando calor en esta fría etapa. Wakasa no lo rechazo y se aferró.

Consanguineidad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora