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Emma y Draken disfrutaban de resolver los problemas, Chifuyu suspiraba cada que Kazutora caía en las provocaciones de Ryusei, los Kawata competían contra los Haitani en rapidez, Naoto agradecía de haberse encontrado a Mitsuya y su compañía para seguir, mientras Baji maldecía no poder escribir bien la respuesta para seguir avanzando. Los encargados veían emocionados cómo todo avanzaba según lo programado, aunque el encargado de la zona de terror comenzaba a sospechar que sus usuarios ya habían avanzado sin que se diera cuenta, pero realmente no era así. En esa pequeña habitación, si ponías atención podías escuchar cierto ruido que no venía de la utilería. Mikey no había dejado a Takemichi terminar de sacarse la ropa inferior cuándo lo había acorralado contra la pared, sus gemidos no se hicieron esperar al sentir la fricción de piel contra piel.

— Mikey. — Gimio, provocando un escalofrió placentero en el nombrado. Sus frentes perladas de sudor.

— Aprieta más las piernas.

— Mhn. — Sofocante sentían la habitación, Takemichi sentía que su cerebro se había derretido y termino inclinándose hacia delante cuando el ojinegro empezó a estimular su miembro.

— Mierda. — Gruño el mayor, Mikey amaba la sensación, pero eso solamente le hacia emocionarse por probar más, por poder entrar en él. Sano Manjiro empezaba a desear el poder manchar al ojiazul con su semen, llenarlo de él. Que satisfacción tan grande crecía en él al saberse el primero de todo con el teñido y también gozaba de entregarle sus primeras veces, su pudor, su curiosidad, su lujuria, sus ganas, todo era para Hanagaki Takemichi. Unos movimientos más, un poco más de fuerza por lo bajo y ambos estaban recargados, Takemichi de la pared, intentando recuperar el aliento, con el rostro pintado de colores, Mikey recargado en el teñido, regalando besos en todo su cuello, apretándolo aun contra él, disfrutando de su olor, de su color, de la sensación de la pesada respiración. — ¿Estas bien? — Pregunto, aun siendo victima de las sensaciones.

— Sí. — Respondió con un hilo de voz. Empezando a sentir vergüenza de sus actos y peticiones. — Quiero mi ropa.

— Uno momento más, por favor. — Suplico, sin deseos de dejar ir ese calor de entre sus manos.

— Empiezo a tener frió, quiero mi ropa. — Aun en contra, formo un puchero y siendo consciente que el ojiazul no lo veía, se acerco lo suficiente para poder morderlo, un mordisco suave, pero lo suficiente potente para regalarle una corriente por todo el cuerpo al más joven.

— Esta bien, ven, te ayudare a ponértela. — Takemichi suspiro cansado y dio media vuelta, dejándose hacer como un chiquillo. Mikey fue suave y cariñoso hasta para ponerle la ropa, causando en su compañero unas ganas de dormir. — Oye, resiste, tenemos que salir de aquí.

— Pero tengo sueño. — Refunfuño mientras se aferraba al cuello del ojinegro. — Quiero dormir. — Mikey suspiro y tomando un impulso lo cargo entre sus brazos, Takemichi ignoro la posición y se dejo hacer, escondiendo su rostro en el cuello del mayor. —Gracias. — Murmuro satisfecho de poder mantener ese calor. — Mikey sonrió tontamente y camino, saliendo del lugar. Por un momento el encargado del área de terror estuvo feliz de verlos, creyó que por fin podría cumplir su función, pero el adulto casi deja escapar un jadeo al ver la expresión sombría del menor. Una advertencia silenciosa que prometía caos.

— Mi compañero se quedo dormido, se canso de tratar de escapar de ti.

— Ya veo, podría llevármelo a la sala de descanso y tu podrías continuar.

— NO. — El adulto se sobresalto por la abrupta respuesta, pero intento reponerse. Era un adolescente, no debía dejarse intimidar por uno.

— Bien, entonces sígueme por favor. — El policía lloro internamente al sentir que su voz tembló al inicio y asi continuo hasta el área de descanso, donde le ofreció con una sonrisa una mesa de bocadillos y bebidas, Mikey agradeció, siendo cuidadoso se acerco a unas sillas y tomo asiento, no importándole su mala posición o la incomodidad, él solamente se centraba en la relajada respiración del teñido, apreciandolo.

Consanguineidad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora