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Lee Felix

Christopher y yo acababámos de llegar al lugar en el cual Hyunjin le dijo que se verían, y cuando vi a Changbin a punto de atravesar con una espada a Jeongin me alarmé.
Corrí como nunca hacia ellos y metí mis manos entre Jeongin y la espada, provocando que gritara de dolor y me sangraran las palmas de las manos.
Jeongin, que cerraría los ojos por el miedo, los abrió con notoria sorpresa, mirándome como si fuera un dios o algo así.
Changbin quitó la espada de entre mis manos y retrocedió unos pasos, mirándome con confusión, y a Christopher con terror.

- ¿Qué coño estabas haciendo, Changbin? - interrogó Christopher con ira.

- Le dijo a esos hombres que Hyunjin está dentro de la casa, son los traidores - le respondió Changbin, y me fulminó con la mirada.

Christopher me miró con ira, y después dirigió su mirada a Jeongin, y finalmente clavó su mirada en la casa.
Espera, ¿Esa no era la antigua casa de Seungmin?
Salí de mis pensamientos cuando una bala atravesó el cráneo de uno de los hombres que se pensaba junto a sus compañeros si entrar a la casa a por Hyunjin o quedarse ahí. Miré hacia la dirección de la cual había aparecido la bala y no vi nada. Después pasó otra bala, y atravesó el pecho de otro de los hombres. Ya eran dos de cinco hombres muertos. Christopher sacó su revólver del cinturón de armas que solía llevar y le pegó tres tiros a otro de los hombres, dándole en el pecho, el estómago y el cuello. Vale, todo eso era asqueroso. ASQUEROSO.
Los dos últimos hombres se giraron hacia nosotros, y cuando levantaron las armas, una bala ya había atravesado el cuello de uno de ellos, mientras que el otro recibió un fuerte porrazo en la cabeza, pues Hyunjin tiró algo desde la ventana que le dió de lleno en la cabeza, y lo mató, por supuesto. El tatuaje que le había visto a Christopher ahora tomaba sentido: parecía que todos eran monstruos. Cuando ya todos estaban muertos, Hyunjin salió con Seungmin de la casa. Seungmin tenía los ojos hinchados, seguro que había llorado mucho al volver a su antiguo hogar. Caminé hacia él y lo atrapé entre mis brazos, por lo que aceptó, me devolvió el abrazo y comenzó a llorar desconsoladamente. Probablemente la nostalgia de haber vuelto a pisar su hogar lo había corrompido, y que además ocurriera todo eso precisamente en ese lugar no mejoraba nada. Cuando ya no le quedaron más lágrimas para derramar, se apartó de mí, no sin antes fijarse en mis manos ensangrentadas, mierda.

- ¿Qué te ha pasado, Fefi? - pasó suavemente sus dedos por mis heridas, provocando que jadeara del dolor.

- Me ha salvado de que el señor Seo me matara - aclaró Jeongin, haciendo que la mirada triste de Seungmin pasara de él a Changbin.

En ese momento llegaron Minho y Jisung, y entonces entendí que fue Minho quién mató a los otros tres hombres con el rifle que llevaba en la mano izquierda. Jisung vino hacia donde estábamos Seungmin y yo, y abrazó al mencionado durante unos segundos, para después soltarlo y mirarme a mí directamente, y después miró mis manos, ensangrentadas.

- ¿Por qué lo ha hecho, señor Seo? - se dirigió Jisung hacia Changbin, quién se tensó al escuchar la voz de mi amigo con tanta frialdad.

- Mi compañero podría haber muerto por su culpa - aclaró.

- ¡Y mis amigos también podrían haber muerto por tu culpa! - le respondió Jisung.

- Ardilla, tranquilízate - le pidió Minho.

- Seungmin podría haber muerto por el ataque que le han hecho a Hyunjin - perforó al mencionado con la mirada - Jeongin podría haber muerto porque TÚ querías atravesarlo con una espada - dirigió su mirada a Changbin - y además le has rajado las manos a mi amigo, ¿De qué coño vas? - espetó finalmente, totalmente cargado de ira.

- Jisung, te voy a pedir amablemente que te calmes, y no lo voy a decir dos veces - le advirtió Minho.

- Donde le hubiera pasado algo a mi amigos... - musitó Jisung mientras caminaban hacia Changbin.

- ¡Jisung! - Minho lo apuntó con el rifle directamente a la cabeza.

- Oh por Dios - dijo Seungmin - ¡Hannie detente! - exclamó después, y al parecer funcionó, porque Jisung se detuvo.

- Vale, no pasa nada, vámonos a casa y pretendamos que no ha pasado nada, ¿Vale? - miré a Jisung, quién solo miraba hacia mi dirección con una mirada vacía.

- Es lo que conviene tanto a nosotros como a vosotros, así que mover el culo, cada uno se va para su torre y ya está.

Christopher se encaminó para volver por donde habíamos venido, así que no tuve que otra que ir detrás de él. Casi corrí para llegar a algunos centímetros detrás suyo, pues parecía que no quería nunca que caminara a su lado, aunque si era inferior a él, también era una falta de respeto.
Llegamos a la torre y Christopher me abrió la puerta, entré y después entró él.

- Sube a la habitación, voy a coger algunas cosas y te curo las heridas de las manos - me ordenó.

Asentí en silencio y subí hasta la habitación, y me quedé allí de pie como un moco. Segundos después entró Christopher en la habitación, me agarró de las muñecas y me sentó en la cama. Se arrodilló a mi lado y agarró una de mis muñecas para curarme la mano. Al principio el ardor que sentí me hizo debatir si quitaba la mano o no, pero al final no lo hice. Realizó el mismo proceso con mi otra mano, y finalmente me las vendó. Se marchó escaleras abajo y lo seguí, pues no tenía nada que hacer. Vi como guardó las cosas y al girarse pude ver el terror en sus ojos por un segundo, pero su expresión se suavizó al instante al darse cuenta de que era yo, y no un intruso super peligroso que pudiera matarlo de un puñetazo si quisiera. Aunque yo podría hacerlo.
Mis pensamientos se vieron interrumpidos cuando Christopher me agarró del cuello y empujó mi cuerpo contra la pared, haciendo que me estremeciera contra la fría pared. Otra vez volví a plantear lo de pegarme cabezazos con la pared.

- Tu y yo tenemos un asunto pendiente - mi cuerpo se sacudió contra el suyo cuando sentí su aliento en mi oreja, QUE MIEDO.

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