14💦

34 4 1
                                    

Yang Jeongin

Me encontraba en una esquina sentado, llorando después de la paliza que me había dado Changbin después de haber desobedecido sus órdenes una vez más. Se le había ocurrido atarme a la cama de manos y pies y empezó a golpearme fuertemente con una cuerda mientras me repetía una y mil veces que era un mal esclavo, que tenía suerte de que no me hubiera mandado a matar, porque sino hubiera sido él quien me hubiera cortado la cabeza. La cuerda con la que me daba era una gruesa, muy gruesa, y sentía que cada vez que rozaba mi piel podría partirme a la mitad, o en pedazos, al gusto del consumidor. Cuando ya se cansó de golpear mi débil cuerpo, y vió que si no paraba en ese momento dejaría mi cuerpo inerte, se detuvo, y sin ningún remordimiento, me soltó y me ordenó que abandonara el lugar, que desapareciera de su vista. ¿Cruel? Un poco, pero al menos no me cortó la cabeza, aunque después de todo lo que he pasado hasta ahora, lo hubiera preferido. Me quedé en una esquina del gimnasio improvisado que Changbin tenía en esa torre mientras lloraba. Supongo que no vendría a esta zona, se encontraba en la habitación muy ocupado como para sentir pena o algo así por mí. Supongo que hace honor a su tatuaje. Dijo que si me encontraba a lo largo del día acabaría conmigo, así que traté de esconderme lo mejor que pude, pero la muerte ya no era algo que temiera, algo que él hizo que no temiera. Obviamente no iba a lanzarme a la boca del lobo, pero no me importaba si me encontraba. No sabía en qué momento había dejado de llorar, había dejado de sentir, me sentía...¿Vacío? Probablemente. Es una sensación rara, no me agrada pero tampoco es que la deteste. No pude seguir reflexionando debido a que escuché como Changbin bajaba enfurecido las escaleras hacia el gimnasio, por lo que me hice una bolita, abracé mis piernas fuertemente y cerré los ojos, esperándome lo peor.

- ¿Jeongin? -.

Esa NO era la voz de Changbin.
Levanté la cabeza y abrí lentamente mis ojos, divisando a una persona la cual no veía bien debido a la humedad en mis ojos, pero que si tenía claro que llevaba el uniforme del cuerpo militar de mi reino. ¿Qué estaba pasando?

- ¿Yang Jeongin? No tengas miedo, no voy a hacerte daño, quiero llevarte de vuelta a casa -.

A casa... Levanté un poco más la cabeza, y entonces vi quien era.

- Jeongin... Soy yo, Baek-hyun, Byun Baek-hyun, el delegado de tu clase, ¿Recuerdas? -.

Cómo podría olvidarlo...

- ¡Jeongin! ¡Dejarlo en paz, no os ha hecho nada! - dijo el pelirrojo, sacudiendo los brazos en el aire, tratando de espantar a los niños que molestaban al pequeño castaño -.

Los niños, al ver de quién se trataba, salieron corriendo.

- ¿Estás bien? - el pelirrojo le tendió un pequeño trozo de papel al herido, quién lo aceptó mientras susurraba un "gracias" -.

- No tenías por qué hacerlo... -.

- Eres mi amigo, no me gustan las personas así, soy el delegado de la clase y voy a parar este desastre - se levantó y me tendió la mano, la cual acepté mientras lo miraba con admiración -.

Baek-hyun era el delegado de la clase, el favorito de muchas chicas, e incluso chicos. Era el estereotipo favorito de los libros: alto, guapo, cabello pelirrojo, ojos oscuros, buena figura... Lo tenía todo...

Salí de mi trance cuando vi como su mano se plantaba ante mi rostro, como hacía años. Cuando levanté la vista, me di cuenta de lo atractivo que se había vuelto en 14 años. Su cabello, ahora más rojizo de lo que fue, un poco despeinado, supongo que tendría que haber peleado un poco con el sanguinario que acechaba en su guarida, o tal vez tendría problemas para entrar en esta fortaleza. Sus ojos rasgados, de color verde militar, más opacos de lo que eran la última vez que los vi. Su mandíbula marcada debido a la fuerza que estaría aplicando sobre ella por la tensión del momento. Llevaba una camiseta negra pegada al cuerpo, y se veía bastante bien marcado, además de unos pantalones de chándal del color de sus ojos, supongo que iría cómodo para aquella misión. Supongo que se daría cuenta de lo mal que estaba, tanto física como psicológicamente, así que agarró mi mano y me levantó del suelo. Con Changbin llevaba tres o cuatro días sin comer, asi que se notaba un poco mi falta de nutrición. Baek-hyun pareció darse cuenta de que estaba inmerso en mis pensamientos, así que me atrapó entre sus brazos y me estrujó contra su cuerpo, su marcado cuerpo. Entonces me acordé de Changbin.

-¿ S-Señor Seo? - me acorraló contra la pared -.

- Escúchame, ahora mismo necesito que me ayudes en algo - me atravesaba con la mirada, con esos ojos glaciares que me obsesionaron desde el principio -.

- V-Vale... -.

Entonces estampó sus labios contra los míos, y enseguida le correspondí. Coló su lengua en mi boca y comenzó a jugar con la mía, mientras sus manos comenzaban a explorar mi cuerpo, provocando que me retorciera un poco bajo su ancho cuerpo.

- Yang Jeongin - la voz gruesa de Changbin me sacó de mis pensamientos -.

- Oh por Dios - maldije - Baek-hyun, escóndete, no puede verte - lo miré asustado, mientras él seguía con esa expresión de calma que nunca había cambiado en él - ¡YA! -.

Baek-hyun, sin perder la calma, se escondió donde pudo, puesto que los únicos lugares que habían para esconderse eran bastante pequeños. Justo cuando consiguió acomodarse, llegó Changbin escaleras abajo.

- Necesito que me ayudes en algo - dijo Changbin con cierta molestia -.

- ¿E-En qué le puedo ayudar? - le dije intentando disimular mis nervios, no quería que viera a mi pasado amor -.

- Quiero que me digas dónde está el chico al que acabas de esconder - volvió a clavar sus ojos glaciares en los míos - Ahora -.

- N-No sé de qué me hablas... - QUE. Claro que lo sabía -.

Entonces, como si pudiera leer mi mente, vino directamente hacia mí, y yo como respuesta, retrocedí, hasta que choqué con la pared, justo al lado de donde de escondía Baek-hyun. MIERDA.
Changbin llegó hasta mi altura, y al girar la cabeza hacia mí izquierda, divisó el rostro de Baek-hyun, ya con su expresión cambiada, su expresión de terror al encontrar sus ojos verdes con los glaciares de un sanguinario.

- Gracias - me dijo, y me apretó suavemente el hombro -.

- Oh por Dios - maldije nuevamente para mí mismo, aunque Changbin me lanzó una mirada asesina.

No podía dejar que Changbin lo lastimara, tenía que devolverle todo lo que había hecho por mí, todas esas veces que me había defendido, se había metido en pelea por mí, me había ayudado a estudiar, con los deberes, los besos...
Sacudí la cabeza, no podía dejar que esos pensamientos y sentimientos me llenaran hasta las trancas, así que sin pensarlo agarré a Changbin del brazo, acto que lo sorprendió, y lo alejé de la zona en la que estaba Baek-hyun, para que pudiera salir, y cuando quiso devolverme a donde estábamos, lo empujé, y tropezó con algo, por lo que cayó al suelo.

- ¡Corre Baek-hyun! ¡Por favor! - lo miré y nuestros ojos se encontraron, lanzándome una mirada de "volveré por tí" y saliendo lo más rápido que su cuerpo le permitía por la puerta de aquel lugar -.

Cuando ya por fin se había ido, y miré a Changbin, me di cuenta de las consecuencias que me esperaban...

Our home... {Stray Kids}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora