5. 𝙉𝙤 𝙢𝙚 𝙙𝙚𝙟𝙚𝙨

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Felix despertó cuando el incesante toque a su puerta no pudo dejarlo seguir durmiendo.

—¡Cinco minutos más, mamá! —Respondió, los toques de repente pararon, y luego volvieron a sonar. —Ay mamá...

¿Mamá?

Se levantó de la cama con desesperación y miedo, hasta que recordó lo que había pasado el día anterior, luego con sigilo se dirigió a la puerta y trató de observar por la ranura de abajo.

—Tal vez se volvió a dormir. —Escuchó desde el otro lado, y reconoció esa dulce voz que logró tranquilizarlo al instante.

Era JeongIn, el cual estaba por irse cuando la puerta se abrió y un dormilón Felix se apareció, abrazando un oso de peluche bastante grande y portando un pijama azul con estrellitas amarillas, el de cabellos morados sonrió ante esas mejillas y labios hinchados, luciendo adorable recién despierto y tallando sus ojos con sus manos.

—Te hice el desayuno. —Felix le sonrió de lado, bostezó y comenzó a caminar escaleras abajo adormilado para llegar a la cocina.

Cuando tomó asiento en la mesa, JeongIn le sirvió un plato de arroz frito con kimchi, sabía que la receta no era tan complicada (porque había leído montones de recetas), pero aún así le parecía increíble que JeongIn ya estuviera despierto desde tan temprano y le hubiera hecho el desayuno.

JeongIn entonces tomó un trapeador y siguió limpiando la sala, Felix se sorprendió, no sabía ni de dónde había sacado ese trapeador y los artículos de limpieza que estaba usando, tampoco en ningún momento le había dicho que tenía que hacerlo como pago por quedarse, JeongIn parecía haberlo asumido.

A penas Felix terminó de comer, JeongIn retiró la vajilla y comenzó a lavar esto último, la cocina lucía más limpia y ordenada, lucía más parecido a lo que era cuando sus padres estaban vivos. La sala también estaba ordenada ahora, olía a limpio y no a polvo y hongos de la humedad.

—Dime cuándo estés libre, para ordenar tu habitación.

Felix gruñó, pensando en que el mayor se estaba empezando a pasar un poquito de la raya, ¿ahora lo mandaba? ¿quién se creía? ni siquiera a sus padres les hacía caso.

—No voy a ordenar mi habitación, está bien así.

JeongIn lo miró incrédulo. —Tu habitación es un desastre, no puedo creer que puedas vivir con ese desorden. Así que ahora me vas a ayudar a ordenar y a sacar la basura.

—¿Quién te crees? —Felix lo encaró, con la cara colorada por la rabia, no podía creer que un extraño le estaba dando órdenes en su casa. —Vienes a mi casa, te quedas un día y ahora me das órdenes como si fueras mi mamá.

JeongIn palideció, después de unos segundos bajó el rostro, apenado. —Yo... lo siento. —Felix sintió cómo la rabia desapareció en un segundo, siendo totalmente cubierta con arrepentimiento. —Asumí que me quedaría más días, creo que iré a buscar mis cosas y me iré, no quería causar problemas.

Felix se paralizó aún en la cocina, no pudo hacer nada mientras JeongIn se iba camino a las escaleras, ¿lo iba a dejar? el pensamiento del abandono lo asustaba, lo aterraba. Por una vez durante meses había tenido un día feliz como ningún otro, un día donde había comido algo que no sea ramen instantáneo, donde le había mostrado a Felix su habitación de forma feliz y este parecía interesado en sus gustos, donde se había sentido protegido y acompañado, ¿realmente iba a dejar que él se vaya?

Corrió escaleras arriba tratando de encontrar a JeongIn, y cuando lo vió salir de la habitación de huéspedes con sus dos mochilas, algo dentro de él se quebró, sus ojos simplemente comenzaron a llorar y su respiración se aceleró.

De la A(mor) a la Z(ombies)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora