18. 𝙄𝙣𝙩𝙧𝙪𝙨𝙤

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Después de caer dormido por milésimo día seguido en los brazos de JeongIn, Felix despertó primero, lo cual era bastante raro, sin embargo, algo en él se sentía muy mal. Miró al mayor a su lado, durmiendo con un precioso gesto de tranquilidad, quería que esa misma tranquilidad se traspase a él, pero no lo lograba.

Optó por mirar por la ventana hacia la calle, su subconsciente le decía que lo haga, pero automáticamente volvió a colocar la cortina que había corrido de nuevo en su lugar, volviéndose presa del pánico.

—Innie. —Susurró, esperando que el mayor despierte, pero como no lo hizo, tomó su hombro y comenzó a moverlo. —Innie... —Sus palabras casi se transformaban en llanto, pero cuando estuvo a punto de volverse loco, el mayor despertó, tensándose de inmediato por la imagen de Felix asustado.

—¿Qué pasa, Lix? —Tomó las manos del menor, pero este solo se dedicaba a ver la ventana horrorizado.

—Hay alguien afuera. —Susurró, sin quitar la mirada de la ventana.

Lo dicho hizo que JeongIn sienta todos sus músculos endurecerse y una descarga de adrenalina que amenazaba con desbordarse, recién había despertado pero no le importaba, porque al ver al menor con esa expresión lastimera sintió la ira recorrerle todo el cuerpo. Él mismo movió ligeramente la cortina de la ventana y allí lo vió, exactamente como Felix había descrito, había un hombre, uno bastante grande y que lucía extrañamente rudo, cargaba con un martillo colgando de sus fuertes brazos, uno que jodidamente lucía como si fuera a destrozarte la cabeza acompañado de la fuerza que parecía tener.

Pero JeongIn era idiota, y la adrenalina de haber despertado y ver al menor casi llorando le estaba pasando factura, así que se levantó de la cama con el rostro completamente tenso en dirección a su arco que había dejado cerca de él por precaución.

—¿A dónde vas? —Felix chilló cuando lo vió dirigirse a la puerta de la habitación.

—A hablar con él. —"Hablar", dicho de otra manera, estaba listo para atravesarle el cráneo con una flecha de ser necesario.

A pesar de que Felix lloró para que no se vaya, JeongIn no podía oírlo, su subconsciente estaba tan decidido a cuidar del menor que solo podía pensar en una situación violenta como resultado de la "charla" que tendría con el hombre fuera de la reja. Así que sus pies se movieron hasta abajo por inercia y salió despedido por la puerta de la casa, ajustando su arco hacia el hombre antes de que este si quiera le dirija la palabra.

—Te doy 5 segundos para largarte o tendrás una flecha en el cráneo antes de que huyas.

Para su sorpresa, el tipo dejó el martillo en el suelo y luego levantó ambas manos en el aire, a pesar de los rasgos filosos y masculinos que poseía, había dulzura en su mirada, pero JeongIn no dejaría que aquel aparentemente inocente rostro lo engañe, había conocido personas que lucían dulces y resultaban ser demonios encarnados.

—¿Vive Lee Felix en esta casa? —JeongIn se tensó, el hombre parecía preocupado, pero en vez de bajar el arco, su rostro se endureció aún más, preguntándose por qué el idiota frente a él mencionaba el nombre de su pequeño.

Iba a preguntar, pero como si tuviera un sexto sentido, volteó a ver la puerta detrás de él y era Felix quien se asomaba inquieto y temeroso por la puerta, queriendo llegar hasta a él.

—Entra a la casa, Lix. —Ordenó con voz firme, pero a pesar de ello, Felix negó y se guardó detrás de él, el pequeño miraba fijamente con los ojos entrecerrados al hombre detrás de la reja.

—¿MinHonie? —La voz del menor salió dulce, dirigida al hombre, JeongIn volteó a ver a este, incrédulo de que su pequeño lo haya llamado por un nombre, y el tipo le sonrió a su chico, logrando que afiance el agarre sobre el arco.

De la A(mor) a la Z(ombies)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora