35. 𝙅𝙪𝙚𝙜𝙤 (𝙥𝙖𝙧𝙩𝙚 𝙄)

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Su cabeza golpeteaba de nuevo, dolía, todo su cuerpo estaba entumecido y a la vez, el frío que sentía lo estaba matando. Intentó removerse de nuevo, dándose cuenta que lo que estaba debajo de él no era su amado colchón inflable que compartía con su hermoso ángel, ni mucho menos las ya conocidas cajas que justo en ese momento extrañaba, sino que estaba acostado encima de un frío y húmedo suelo, y además, sus extremidades estaban retenidas de forma nada cómoda.

Cuando recobró la consciencia, adolorido como si su cama de cajas sonara como un colchón de algodón en comparación al suelo, trató de extender sus extremidades entumecidas, pero fue inútil. Se sacudió más y esta vez, sus muñecas dolieron, el hormigueo comenzó a expandirse por todo su cuerpo hasta que liberó un gemido de dolor.

Cuando logró abrir sus ojos después de librarse del pesado sueño, se dio cuenta que aquel lugar no era la preciada oficina de la tienda, para luego recordar dolorosamente lo último que vió.

Se lo habían llevado, de nuevo, pero esta vez no solo cargaron con SeungMin, sino que con él también.

SeungMin... debía encontrar a SeungMin.

Se removió, y sus muñecas volvieron a doler, pero esta vez, con un movimiento muy doloroso de su cuerpo logró sentarse, para observar el lugar donde estaba. Estaba en una celda, en un cuarto parecido al que había visto en casa de Lia aquél día que ambos fueron encerrados. Su mirada periférica buscaba a SeungMin, fallando en encontrarlo, pero al final, centró su visión en lo que parecía otra persona al extremo contrario de donde él estaba.

Era un chico, uno de rasgos adorables que tenía puesto un pijama azul con estrellas. Al igual que él, estaba atado de manos y pies, pero el chico parecía seguir inconsciente. Sin importarle quién era, se siguió removiendo como un gusano, incapaz de romper la cinta que rodeaba sus muñecas y las pegaba a su espalda. Intentó gritar pero el sonido no salió de su boca, la cinta también cubría sus labios.

Sin embargo, ruiditos comenzaron a escucharse del chico frente a él, aquello lo asustó, no sabía si era un zombie o no, aunque probablemente era un humano puesto que físicamente no lucía... podrido.

Ensimismado en los movimientos del contrario, lo vió abrir los ojos y pestañear varias veces, intentando acostumbrarse a la luz, y luego lo miró fijamente, sin moverse, Chan se sentía incómodo bajo esa fija mirada. Sin hacer ruido alguno, el chico se movió de tal forma que en segundos, ya estaba sentado, y luego observó a detalle el lugar, para luego observar la cinta que rodeaba sus pies, el chico hizo un extraño movimiento de brazos, enredando estos por su cabeza, y luego al darse cuenta, ya tenía las manos justo frente a su rostro. Chan miraba todo con impacto, mientras el chico levantaba ambos brazos, y luego encajaba ambos a cada lado de su cuerpo, haciendo que sus rodillas rompan con la cinta.

Chan se removió como un gusano, tratando de imitar lo mismo que el chico había hecho, pero luego de intentar pasar sus brazos por su cabeza, falló miserablemente.

—Yo te ayudo. —Escuchó provenir del chico, haciendo que quede tieso cuando llegó hasta él y comenzó a tratar de retirar la cinta de su boca, sin embargo, el chico no intentó nada violento contra él, sino que se deshizo del material que estaba en sus pies y manos también. —¿Estás bien?

Chan quería ser precavido, no sabía si el chico era amigo o enemigo, y sin embargo, la dulzura en su mirada era tal que asintió ante ese gesto lastimero y preocupado que le dedicaba. Ambos se dedicaron a mirar a los alrededores durante largos minutos, y nada, Chan no podía hallar pista alguna del lugar donde ambos estaban.

—¿Cómo te llamas? —Se decidió a preguntar, al recostarse contra las rejas después de no hallar absolutamente nada que pueda darle una idea, lo importante era que estaba vivo, y también ileso, ahora solo deseaba que SeungMin estuviera de la misma forma que él.

De la A(mor) a la Z(ombies)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora