43. 𝙎𝙚𝙜𝙪𝙣𝙙𝙤 𝙙𝙞𝙖

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Había amanecido, y habían sido devueltos a la zona principal de la iglesia. Yeji no había despertado, aunque parecía mejor que el día anterior, incluso habían cambiado sus vendas improvisadas, teniendo a todos de testigos de las heridas alrededor de su tobillo y que estas no lucían como mordidas, nunca habían visto cómo funcionaba una infección zombie pero al menos esa no lo era.

Fue temprano, pero Chan jura que su corazón se detuvo en el momento que las puertas se abrieron de nuevo y mostraron las delgadas figuras ya conocidas, el Clan ahora estaba completo.

—¿Qué pasó con Yeji? —Ryujin no saludó, su mirada preocupada dió con la pelirroja recostada en la banca apenas estuvo cerca de ellos.

—Está bien, no te preocupes. —No muy segura, le respondió Lia.

Chaeryeong estaba revisando a todos, su mirada analizaba las siluetas que veía, hasta que se atrevió a preguntar. —¿Dónde está Seungmin?

—No sabemos.

Chan no supo qué más decirle después, no quería tocar el tema y se dedicó a observarla, ella lucía bien, cubierta de salpicaduras de sangre y viseras olorosas, pero bien, al igual que Ryujin, por ahora el único problema seguía siendo Yeji.

Les dieron comida de nuevo, y durante el día no hicieron nada más que hablar, estaban encerrados en aquel lugar, y ninguno de ellos quería arriesgarse a salir a pesar de sus miradas a las puertas, era como si el grupo entero tuviera la idea de que algo malo pasaría fuera y la paz de la iglesia era mejor.

—¿De verdad? —La sorprendida voz de Felix llamó la atención de Chan, por ahora el chico se había añadido a ellos y tras la explicación de Lia, las otras dos chicas estuvieron de acuerdo.

—Dormimos en un basurero, pero estoy segura que escuchamos pasos humanos durante la noche.

Chan apretó el puño, deseando que nadie se hubiera topado con Seungmin.

—Las reglas no estaban del todo claras, pero ¿matar a los que queden fuera? No lo sé.

—Al menos eso fue lo que oímos, no quisimos salir para averiguarlo.

Chan se paró, llamando la atención de todos. —Me estoy meando, vuelvo en un momento.

Y huyo, la dependencia lo estaba matando. Solo pensaba en Seungmin, solo deseaba estar con Seungmin. Y a pesar de todo lo que había pasado, nadie tenía ni una sola pista de lo que había pasado con él.

Chan lo recuerda, claramente, a su angelito asustado mientras de nuevo, eran sacados de la tienda contra su voluntad, y esta vez, al igual que antes, no había podido hacer nada mientras se lo llevaban, tal vez nada en él había cambiado, seguía siendo un inútil como siempre.

Recorrió la iglesia sin rumbo fijo, era grande, un monumento de piedra que lucía antiguo. Ignoró a los que lo miraban, para dirigirse por todos los pasillos, tal vez si se estaba meando y necesitaba soltar la carga. En su búsqueda por un lugar adecuado o al menos una botella para usar, Chan se había perdido en ese lugar.

Escuchó pasos y voces, logrando tenerlo escondido cerca de la pared, curioso de la conversación de aquellos. Si, tal vez algo del entrometimiento de Chaeryeong se le había contagiado, porque en ese momento trataba de encontrar la forma de escuchar la conversación, tal vez si era suertudo podría saber dónde escondían la comida.

Escuchó quejas, las voces eran de chicos jóvenes, Chan se preguntaba por qué había tanto adolescente rondando por allí, es decir, sabía que aparentemente el virus había atacado a la población mayor, pero se habían encontrado con cantidades increíbles de adolescentes y jóvenes, aunque era una salvación, ya que la gente de su edad era una ruleta rusa, nunca sabías quién era bueno.

De la A(mor) a la Z(ombies)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora