33. 𝙃𝙤𝙜𝙖𝙧

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SeungMin se aseguraba de doblar cuidadosamente la ropa que había lavado en casa de Chan, luego la metía en los cajones del escritorio de la oficina en la tienda, era su nuevo ropero desde que vivía allí dentro a falta de tener donde meter sus pertenencias. 

Sintió de repente la mirada de Chan a sus espaldas, fue sutil pero algo le decía que el mayor estaba justo detrás de él, que había entrado a la oficina y se había sentado en su cama de cajas para admirarlo. Él nunca había sacado las cajas, solo las había amontonado y al final se había vuelto un lugar para que ambos se sienten o incluso usen aquel montículo como mesa para comer.

Volteó, confirmando sus sospechas, Chan estaba allí, y solo lo miraba con una dulce y feliz expresión en el rostro, a su lado estaba la bolsa negra llena de ropa limpia que habían traído de su casa, ahora el mayor tendría ropa para usar cómodamente y no batallaría lavando su ropa en el lavabo.

—¿Vas a doblar tu ropa? —Le preguntó, pero Chan solo hundió la mejilla en la bolsa plástica como si fuera una gran almohada. —Puedes meterla aquí, este cajón está desocupado.

—No quiero doblar ropa, iba a meterla así. 

SeungMin hizo un puchero enojado, de esos que le gustaban a Chan, porque siempre le sonreía tiernamente cuando lo veía enojado de esa forma.

—No puedes meterla así. Vamos, levántate y hazlo. —Por el tono de voz que usó, Chan suspiró hondo antes de levantarse y hacer lo que dijo como si de una orden se tratase. 

Podía darse cuenta de que el mayor siempre hacía las cosas que él le decía, se sentía culpable como si lo obligara a hacerlo, pero su parte racional le decía que él se negaría si realmente no quisiera, y Chan en algún momento le había dicho que de esa forma se mantenía probando cosas nuevas por él y obligándose a ser más proactivo e independiente.

Entonces, a su lado en el colchón inflable, el mayor sacó algunas prendas y comenzó a doblarlas, pero de forma muy desastrosa, luego metió las prendas dentro del cajón y cuando SeungMin no pudo soportar más de ese martirio, lo detuvo.

—Voy a enseñarte. Mira, doblas acá y luego acá. —Usó una de sus propias prendas para la demostración, entonces el mayor bajó la mirada, como si aquello le hubiera dolido.

—Solíamos tener servicio doméstico en casa, lo siento. —Su voz sonó decaída, y luego, trató de imitar las acciones de SeungMin, tratando de seguir el proceso de la mejor forma.

—No tienes porqué disculparte.

Le sonrió una última vez antes de volver a la tarea, a su lado, el mayor doblaba su ropa tal cual le había dicho. En realidad le sorprendía, cuando conoció a Chan, le costaba mucho poner de su parte en las tareas diarias, la limpieza incluso era como una tortura para él, tal vez aún lo era, pero ahora, ponía de su parte para hacerlo bien, aprendía de su hermana y aprendía de él a ser independiente, y eso le hacía sentir muy orgulloso.

El silencio no era incómodo, sino todo lo contrario, era perfecto. Ellos dos solos, haciéndose cargo de una tienda, viviendo en ella y llevando a cabo las tareas diarias, repartiéndose todo a partes equitativas.

Le gustaba aquello, le hacía sentir feliz.

Se había sentido tan decaído los últimos meses, y no, la situación con ChangBin no lo había empezado pero sí empeorado. SeungMin recuerda que su vida desde que llegó a Corea había resultado en una serie de desgracias, primero adaptarse a un lugar y una cultura nueva, no saber el idioma, el acoso que recibió de un montón de chicos en clase y el hecho de que no sabía cómo escapar de ello.

Fueron esa serie de eventos que lo llevaron a caer poco a poco en un estado depresivo que se vió empeorado por el virus, sus padres se habían convertido en su presencia y tuvo que huir de casa. Se había refugiado en aquella tienda con los dueños, un par de viejitos adorables que le tenían mucha estima, pero luego de pocos días, el virus llegó a ellos, y había tenido que matarlos él mismo.

De la A(mor) a la Z(ombies)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora