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 Le estaba comenzando a controlar, el sentir aquellas manos le hacían jadear de frustración, aunque para el otro era de estimulación

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Le estaba comenzando a controlar, el sentir aquellas manos le hacían jadear de frustración, aunque para el otro era de estimulación.

No se sentía igual, pero era un paso a lo que más deseaba.

—Vamos Gustabo, creía que querías verme para esto.—hablaba mientras sus besos iban al cuello del rubio que solo movía sus manos al pecho contrario.

—Vamos Toni, apenas y te conozco.—comenzó a hablar una vez se apartó bruscamente al escuchar la puerta ser abierta.—oh mierda, ¿hay alguien más aquí y no me dijiste?

El Italiano solo sonrió, observando a su hermano menor mirar al rubio frente a él.

—Los presento, Gustabo.—le habló mientras apuntaba al de mirada molesta.—este de aquí es mi hermano Carlo, Carlo Gambino.—soltó mientras sonreía curioso ante la pequeña sonrisa que se formó en el rostro del ojiazul.

—Un gusto conocerte Carlo.—se acercó mientras llevaba su mano a tomar la contraria, siendo atendido prontamente mientras sus miradas conectaban por algunos segundos en los que el mayor de los Gambino pudo sentir la tensión.

Aquella mirada que su hermano ofrecía no era algo que viera siempre, más bien, la última vez que la vio fue con aquel hombre con el que se juntaba de adolescente, ¿Se llamaba Andrés?

—Tengo que irme, Horacio me espera así que es momento de retirarme, hablamos luego Toni.—volteó a verlo con una pequeña sonrisa antes de mirar por unos segundos al rubio cenizo.—Carlo, espero que algún día tomemos algo

Y con aquello, el perfume que portaba se fue desvaneciendo cuando se alejó de aquel departamento.

~•~•~•

—Así que saliste de un departamento del cual estamos las veinticuatro horas del día cuidando por que son unos mafiosos eh, ¿que estabas haciendo allí Gustabin?

La voz del superintendente hacía eco en sus oídos, intentando ignorar la mirada de molestia y... ¿celos?

—Lo qué pasa es que usted es un celoso abuelo, que no hice nada, solo llevé una pizza y ya

Un suspiro se escuchó en aquella oficina, viendo al mayor frotar su cabello y aflojar levemente su corbata.

—Tranquilo papu, no se altere que le puede hacer mal a ese corazón que tiene.—susurró mientras se levantaba y caminaba hacia el mayor que le miraba fijamente.—Deme un beso antes de que me vaya

Conway solo soltó una risa ronca antes de tomar de la cintura al menor y besarle con suavidad.

Aquel beso hizo al menor enrollar por unos segundos sus manos en el cuello del moreno.

Le tenia

Por fin tenía al superintendente haciendo cada cosa que le pidiera.

Pero necesitaba más

Codicia -Gustabowl Donde viven las historias. Descúbrelo ahora