Cap. 18

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Me despedí del chico extraño luego de bajarnos del tren, estaba exhausta y mi compañero me estaba esperando para irnos al departamento que me habían rentado los de la empresa, me sentía melancólica, no dejé de pensar en los chicos durante todo el viaje y de camino a mi nuevo hogar. Quería pensar que todo esto que estaba pasando era mentira, quería creer que era así, pero está fue la realidad que me tocó vivir, y tenía que aceptarla.

— No pongas esa expresión en tu rostro, todo va a estar bien. — Jae Sang, mi nuevo compañero y quien iba a mi lado en el auto, me miró. — Sé que es la primera vez que estás en Busan, los de la empresa me lo dijeron. — yo solo lo miré en silencio. — Entiendo que estás nerviosa y triste porque es una nueva ciudad y además no están las personas que conoces aquí, pero todo pasará pronto, te acostumbrarás rápidamente y verás que todo es parecido a Seúl.

— Gracias por intentar animarme.

— En cuanto lleguemos al departamento, descansarás un poco, más tarde pasaré por ti para que conozcas los lugares que probablemente visitarás con frecuencia y un poco de la ciudad para que así no te pierdas, ¿ok?

Solo asentí. Ninguno de los dos volvió a habla hasta llegar a nuestro destino, el chico bajó del auto una vez que éste se estacionó, se acercó a la parte trasera del carro y sacó de ésta mis maletas, yo bajé unos segundos después, me quedé observando con gran detalle todo el edificio que estaba frente a nosotros.

— Bien, ahora entremos. — el chico se detuvo a mi lado, miró al igual que yo el edificio y con una sonrisa en su rostro pasó a mirarme, los dos cruzamos miradas. — No te preocupes, no tienes que decir nada, ya todo está arreglado en la recepción así que solo confirmaré que ya estamos aquí y te llevaré a tu habitación, ¿está bien?

— Si, muchas gracias.

Los dos entramos junto a las maletas al edificio, yo me quedé en una esquina a esperar a que el chico que me acompañaba terminara de coquetear con la chica que estaba en la recepción.

Después de ser rechazado por la chica, Jae Sang dio media vuelta y caminó hacia mí fingiendo una sonrisa para ocultar lo que había sucedido.

— ¿Nos vamos?

— Eso te iba a preguntar.

El chico y yo entramos al ascensor que estaba a unos pasos de nosotros y luego de pulsar el botón con el número tres, esperamos a que se detuviera en el lugar indicado. Varias personas más entraron en lo que íbamos subiendo, estaba que casi no podía respirar y yo detesto sentirme así, casi estaba por entrar en pánico cuando las puertas se abrieron en el piso número tres del edificio, salí corriendo de la gran caja de metal tratando de inhalar todo el aire necesario, estaba algo agitada y nerviosa.

— Mérida, ¿Estás bien? — Jae Sang estaba a mi lado, colocó una de sus manos sobre mi espalda inclinándose un poco para mirarme a la cara. Su expresión era de confusión.

— Es-estoy bien, no te preocupes. — dije reincorporándome, él hizo lo mismo y me tocó el rostro con preocupación.

— ¿Segura? Te veo algo pálida.

— Estoy bien, es solo que no puedo estar mucho tiempo en lugares encerrados o estrechos, les tengo fobia a eso y a la multitud.

Jae Sang me miró más tranquilo luego de soltarme. — Ah, comprendo, pero la próxima vez avísame y así te mando a las escaleras.

Los dos reímos ante su idea y caminamos por el pasillo casi interminable del lugar. Nos detuvimos en una de las tantas puertas que había a nuestro alrededor.

— Bien, esta es. — el chico sacó de unos de sus bolsillos una llave, la introdujo en el llavín de la puerta y luego de girarla un poco, esta se abrió mostrándonos todo lo que había detrás. Era muy hermoso, toda la habitación lo era.

Melodías del corazón || PJM Donde viven las historias. Descúbrelo ahora