— Si, así es señor, estoy pidiendo mi renuncia. — le mencioné una vez más.
— Pero no entiendo, ¿Por qué estás renunciando? ¿Acaso siguieron acosándote en Busan? ¿Han seguido molestándote? — no dije nada. — Entiendo por lo que estás pasando, te entiendo perfectamente, pero tienes que saber que eso algún día tenía que suceder. Tu relación con Jimin fue algo que nadie sé espero hasta ese día y la manera en la que muchos nos enteramos no fue agradable e igual así quise apoyarte, traté de protegerte enviándote a Busan pensando que no te reconocerían allá, pero me equivoqué.
— Señor, usted no tiene porqué sentirse culpable, usted no tiene la culpa de lo que está pasando, al contrario, yo debería de estar muy agradecida con usted por todo lo que hizo por mí. Me aceptó en su empresa siendo extranjera, me tuvo paciencia siempre, trato de cuidar la reputación de Jimin cuando se enteró de lo nuestro. Trato de protegerme a mí. — le expliqué. No podía mirarlo a la cara, no después de todo lo que había pasado. Era mi culpa que todo esto estuviera sucediendo, no sé cómo todavía seguía haciéndolo -apoyarme-.
— Te convertiste en una de las mejores fotógrafas personales de la empresa, siempre has dado lo mejor de ti y nunca me han dado queja de ti, pero si tienes que irte, te entiendo. Solo espero que puedas estar mejor y puedas sanar mentalmente de todo esto. Te deseo mucha salud y bienestar, cuídate mucho y si acaso quieres regresar, solo escríbeme a mi correo personal.
— Muchas gracias por todo señor, no tengo cómo agradecerle todo lo que ha hecho hasta el día de hoy por mí.
— No te preocupes por eso, está todo bien. — él sonrió así que me sentí más tranquila después de sus palabras. Firmó mi carta de renuncia y se despidió de mí de una forma que nunca pensé que sucedería; un abrazo. — Cuídate por allá y dile a tus padres que deberían de estar orgullosos de la gran hija que tienen, una hija muy talentosa y honesta. De esas casi ya no hay. — los dos reímos y me acompañó hasta la puerta. Volví a agradecerle y salí del lugar.
Subí al auto de Jisoo la cual estaba esperando afuera del edificio y se quedó mirándome.
— ¿Qué?
— ¿Qué te dijo? ¿Qué pasó? Cuéntame.
— Nada, solo firmó mi carta, me dijo que perdía a una de las mejores y luego de despedirnos salí.
— ¡¿En serio?! ¿Solo eso? — asentí. — Entonces, ¿Por qué tardaste tanto?
— No tardé tanto. — la miré fingiendo estar confundida.
— Hmm... No siento que me estés diciendo toda la verdad, pero te voy a creer. — dijo sería con una mirada intimidante. Solo reí.
— Mejor vámonos porque se me hace tarde.
— Si, se me olvidaba.
Todo el camino hasta el aeropuerto Jisoo parecía algo triste, la miré con amor. Iba a extrañar tanto sus ocurrencias y su loca y linda personalidad, iba a extrañar sus regaños y dramas, la iba a extrañar a ella. Sonreí y acaricié su mejilla mientras manejaba, ella me miró unos segundos y sonrió junto a mí sosteniendo mi mano con la que tenía libre.
— Te amo, ¿okey? Quiero que lo sepas y lo recuerdes siempre. — confesé.
— También te amo, lo sabes y siempre serás mi mejor amiga. Siempre.
Llegamos al lugar destinado, las dos bajamos del auto junto con las maletas y me acompañó hasta zona de espera para despedirse una vez más. La chica empezó a llorar, reí por eso, aunque también quería hacerlo. La pelinegra me sostuvo de las mejillas haciendo que la viera a los ojos y me sonrió.
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Melodías del corazón || PJM
Fiksi Penggemar¡Sin corregir! Mérida, una talentosa diseñadora, decidió viajar a Corea del Sur para encontrarse con su amiga coreana, sumergirse en la cultura y perfeccionar su dominio del idioma. Mientras exploraba las calles de Seúl, tuvo la oportunidad de cono...