❛❛No todo es lo que parece.❜❜
Una frase bastante simple la cual puede pasar desapercibida pero que esconde mucha verdad pues, exactamente; vivimos rodeados de engaños, mentiras, manipulaciones y falsas apariencias.
Sin embargo, todo solo puede empeo...
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Akki y Chishiya caminaban hombro contra hombro, directo a la piscina del resort. Conforme bajaban la música se hacía más y más fuerte, llegando a resultar ensordecedora. Igualmente cada vez habían más personas, la mayoría ebrias y disfrutando la fiesta. Ante aquello Chishiya volvió a subirse su capucha.
— ¿Por qué te escondes? — Murmuró la fémina solo para él, aunque de todas maneras nadie iba a prestar especial atención a la conversación de esos dos.
— No me estoy escondiendo. — Respondió tras unos segundos, sin mirarla, y metiendo las manos en sus bolsillos.
— Claro que lo estás haciendo. — Afirmó con obviedad, y aunque él veía hacia el frente podía notar los afilados ojos de la chica posados en él. — Siempre lo haces cuando hay muchas personas, ¿tienes ansiedad social o algo así?
— Vaya, no sabía que también te gustaría jugar a ser terapeuta. — Se burló Chishiya, observándola finalmente con una ceja alzada.
Eso le sacó una leve risilla a la azabache, quien acomodó su cabello con sus dedos.
— Ya te dije que hago un poco de todo, mopita. — Presumía con una gran sonrisa autosuficiente dibujada en su rostro. — Pero lo digo en serio, esa capucha no te ayuda a pasar desapercibido o a parecer misterioso; si dejas de ponértela aparentarás más seguridad.
— Lo sé. — Dijo hablando algo más alto, pues acababan de salir del resort y si no alzaba la voz no podría escucharlo bien por culpa del ruido. — Pero me ayuda a hacer creer al resto que solo soy un raro más.
Sonrió de lado, ya que efectivamente su apariencia muchas veces causaba que los demás lo subestimasen; era perfecto para confundirles, nadie esperaba estar ante la presencia de un auténtico genio.
— Buen punto. — Elogió Akki, acercándose entonces al oído de este para susurrar lo siguiente. — Pero te prefiero sin la capucha, es más extasiante.
Sonrió ladinamente a la vez que le guiñaba un ojo, satisfecha al notar que Chishiya la miraba atentamente. Sabía que en él no causaría las mismas reacciones que en cualquier otro sí lograría, pero ese simple gesto le decía que algo, por muy mínimo que fuera, había conseguido remover en su interior.
— Kuina parece entretenida, así que vayamos a beber algo y ya después nos juntamos con ella. — Sin esperar respuesta, tomó el brazo del teñido para básicamente arrastrarlo hasta la barra.
La castaña estaba sentada en una tumbona junto a aquel recadero de gorra que conocieron en el juego del cazador. Parecía ser que se llamaba Tatta según lo que les había contado, y aunque la del bikini azul afirmase que era algo tonto debían llevarse bien, por algo solían estar juntos de vez en cuando.
— ¡Yo quiero una margarita, y mi amigo acá una cerveza! — Exclamó la peliengra al barman, quien tras sonreírle coquetamente comenzó a preparar su pedido.
