❛❛No todo es lo que parece.❜❜
Una frase bastante simple la cual puede pasar desapercibida pero que esconde mucha verdad pues, exactamente; vivimos rodeados de engaños, mentiras, manipulaciones y falsas apariencias.
Sin embargo, todo solo puede empeo...
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Chishiya y Akki salieron de la habitación con tranquilidad, sabiendo que la mayoría aún seguiría en el vestíbulo.
— Toma. — El teñido le extendió un teléfono móvil que llevaba guardado en su bolsillo. Lo había tomado expresamente para ella.
— Gracias. — Murmuró la azabache tras agarrarlo, dejando que procediera el reconocimiento facial. — ¿Sabes de qué trata el juego?
Chishiya asintió con su cabeza, después de todo se había quedado a escuchar la explicación, yéndose al haber oído suficiente.
— Una chica ha muerto a manos de una supuesta bruja, por lo que hay que encontrar al culpable y quemarlo en la hoguera de la parte de atrás. — Informó con brevedad, pues aquello era el punto clave. — Sólo tenemos dos horas.
— Es tiempo suficiente. — Afirmó Akki, entrando a su suite al finalmente llegar a ésta.
Lo primero que hizo, mientras Chishiya la seguía y entraba detrás de ella, fue mirarse al espejo. Hizo una mueca al ver la sangre seca en su rostro.
— Déjame ver. — Se acercó el de cabello platino a ella con la intención de inspeccionar su cabeza.
Había sido un fuerte golpe, así que estaba en busca de alguna contusión o brecha que pudiera afectar la salud de la mujer. Sorprendentemente no había nada, solo una herida que ni siquiera necesitaría puntos. Podría curarla mejor una vez estuvieran más tranquilos.
— ¿Preocupado, mopita? — Se burló la azabache, mirándolo de reojo con una sonrisa ladina.
— No hay porqué, tienes una cabeza dura por lo visto. — Se alejó un poco, apartando las manos del cabello de la chica tras volver a acomodarlo.
— Voy a limpiarme esto. — Dijo Akki tras soltar una leve risa, yendo al baño. — Deberías haberte ido. — Exclamó para luego abrir el grifo, quitándose la suciedad del rostro con ayuda del agua.
Chishiya esperó a verla salir para continuar hablando, pues de todos modos no lo escucharía por el ruido.
— Lo sé, pero me quedé atrapado. — Murmuró una vez salió tras meter sus manos en sus bolsillos, viendo cómo la peliengra se ponía sus vaqueros cortos junto a la chaqueta. — No calculé bien, por lo que el juego comenzó antes de que pudiéramos salir.
— No me lo creo. — Akki le mostró una sonrisa cargada de burla mientras se ponía la capucha; debía pasar desapercibida por un rato, incluso si no le gustaba mucho la idea. — No puedes vivir sin mí, ¿cierto, gatito?
No recibió respuesta, pero aquella mirada que compartieron fue suficiente como para contestarse. Los ojos eran el portal del alma después de todo, y luego de mucho tiempo ambos dejaban de tenerlos vacíos.
