❛❛No todo es lo que parece.❜❜
Una frase bastante simple la cual puede pasar desapercibida pero que esconde mucha verdad pues, exactamente; vivimos rodeados de engaños, mentiras, manipulaciones y falsas apariencias.
Sin embargo, todo solo puede empeo...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
— Kuina, ¿cómo va todo por tu lado? — La voz de Chishiya a través de la radio llamó la atención de la fémina, quien permanecía haciendo guardia.
— Aguni sigue en su cuarto. — Avisó sin apartar el cigarrillo de su boca. — Y yo me aburro.
— En ese caso, ¿deberíamos avanzar con el plan? — La de rastas suspiró levemente.
Chishiya había buscado a Kuina justo antes de ir a donde presenciaría junto al Ejecutivo cómo abrían el sobre negro. Obviamente a la chica aquello le pareció una locura; ¿traicionaba a Akki? En todo caso pensaba que la usaría a ella de cebo, no a la azabache. Debía admitir que incluso se sentía algo culpable, y aún más por pensar que se veían bien juntos e impulsar a quien consideraba su amiga a aceptar sus sentimientos.
— ¿Por qué lo hiciste? — Se atrevió a preguntar con una mueca en su rostro que el platino no podía ver.
— Era obvio que las cartas no estaban en una simple caja fuerte. — Soltó una leve risa nasal, burlándose. — No sé si Arisu es tonto o ingenuo por creerse eso.
Hizo una breve pausa. Kuina tampoco dijo nada, esperando a que prosiguiera.
— Pero cuando encontraron la caja falsa, Aguni, que jamás duda, se quedó mirando cierto punto. — Explicaba mientras caminaba por la suite del Sombrerero. — Creo que el sobre no estaba vacío, pero tampoco contenía el código; en resumen, tenía un dibujo, seguramente el de un ciervo.
El de chaqueta blanca sonrió levemente con suficiencia mientras se paraba frente a aquel cuadro que el líder de los Paramilitares había mirado fijamente antes. Sus sospechas eran ciertas, pues al quitarlo se encontró con una caja fuerte.
— La tengo. — Le informó de su hallazgo a la castaña por el walkie talkie.
Por la otra parte, Kuina fingió comprender todo lo que le había dicho; al no haber estado en la escena todo era más confuso. Suspiró tras rodar los ojos.
— ¿Y los usaste sólo para esto? — Preguntó con ironía, sin poder creerlo.
— Para ganar algo, tienes que perder algo. — Afirmó con desinterés, cómo si no le importase en lo absoluto.
— Pensé que Akki te gustaba. — Esta vez el tono de Kuina era más bajo, dejando en claro que se sentía responsable de lo sucedido.
— Y así es. — No se molestó en ocultarlo, no tenía sentido. — Pero a veces es necesario hacer sacrificios.
— En todo caso, creí que ustedes dos me usarían de cebo a mí. — Protestó Kuina, frustrada por no entender su forma de razonar.
— Las cosas se dieron así simplemente. — Tardó unos segundos más en responder, como si hubiera dudado.
