Preludio 2: Eze (Seonix)

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Ese día fue terrible desde el principio... Me iba a levantar a las 8 am para estudiar, pero eran las 6 y ya no tenía sueño así que salí de la cama. Se va a venir el fin del mundo, pensé en chiste debido a la hora a la que me levanté. Después de un buen desayuno, como nunca me puse a estudiar, con la tele prendida para que me haga compañía TN (Todo Noticias), pero sin darle bola. Luego del mediodía, Boris me pasó a buscar para ir a El Trébol, dar una repasada final y por fin rendir la última teoría de la carrera, quedando a un paso de recibirme.

Entramos a rendir a las 18:15. Por suerte para mí era escrito así que pasamos todos juntos. Un examen interminable, en varios sentidos. Para las 21 estaba terminando y, mientras pensaba en los últimos detalles, miré por la puerta de vidrio y vi a Carlitos caminando medio rengo por el centro del patio. Él me devolvió la mirada y yo seguí mi examen. Unos 30 segundos después escuché sus pasos, por lo que levanté la mirada otra vez y tomé aire para hacerle algún chiste como de costumbre. El examen era interminable.

Por suerte Boris fue rápido, lo sacó de una patada y dio un portazo. Ojos amarillentos y una boca ensangrentada fueron las señales que motivaron tal acción. Mientras tanto yo seguía paralizado, mirando anonadado a Carl... a ESO. En ese momento recordé que por TN habían hablado de una nueva enfermedad que producía fiebre, convulsiones y locura. Eso no era locura. Eso no estaba vivo, Boris y yo lo sabíamos.

Seguía congelado, cuando vi detrás de C... a otros como él. Una frase sonó en mi cabeza, Kill 'em all. Sabía que no tenía la fuerza, pero era un buen comienzo...

Agarré un banco y empecé a reforzar la puerta mientras Boris les explicaba a las profesoras lo que creía que pasaba, un apocalipsis zombie. Al escuchar esas palabras sonreí y recordé el "plan" acordado. Les dije a todos que debíamos ir a un lugar seguro, les dije que yo iba a ir a la Escuela Nacional en San Jorge y que eran todos bienvenidos, pero las profesoras seguían diciendo boludeces. Decían que estábamos locos, que era imposible, que era el stress por rendir sumado a la paranoia producida por los medios masivos de comunicación, que dejáramos de decir estupideces. Los demás alumnos seguían sin entender nada. Sabían que eso que estaba afuera no estaba consciente, que sus movimientos torpes no eran de una persona que estaba en sus cabales.

De repente vimos cómo se alejaban todos de nuestra puerta. Segundos después, gritos. Eran la secretaria y el director. No es que reconociera sus voces, sino que los vimos correr ensangrentados y detrás de ellos, algunos zombies. Sin duda no era seguro salir así nomás y tampoco lo era quedarse dentro con esa frágil puerta de aluminio y vidrio, y unos bancos que de una patada podían ser tumbados. De todos modos, decidimos esperar a que todo se calmara mientras seguíamos discutiendo sobre el asunto.

Pasada una media hora decidimos que cada uno se fuera a su casa y se quedara ahí, esperando a ver qué pasaba. Lo miré a Boris, respiré profundo y tomé una silla, mi arma. Mi nuevo camarada hizo lo mismo y juntos tumbamos la barricada que armé tan precariamente. De inmediato se abalanzó uno de ESOS y lo empujé con toda mi fuerza para dar lugar a que salieran otros. Cuando salió Boris corrimos a su auto y salimos rumbo a San Jorge. Le dije de ir por caminos de tierra para evitar problemas. Pasando Pellegrini me pidió que mirara en el baúl a ver si encontraba las herramientas del auto para usar de armas. Encontré un destornillador, que me lo quedé yo, y la barra del gato, para él.

Una vez llegamos a San Jorge me dejó en la esquina de mi casa con la promesa de que nos encontraríamos en la Escuela Nacional. Me bajé y corrí hasta mi casa, trepé casi de un salto la reja para hacer más rápido y pasé hacia el patio. Una vez ahí revisé para no encontrarme nada raro y entré.

Seguridad. Lo primero que sentí una vez ahí fue seguridad, hasta pensé en dejar de lado la idea de ir a la escuela y quedarme ahí hasta que se calmara todo. Calmarse. Calma... Eso no iba a pasar, y DEBÍA ir a la escuela. No por mí, no por ellos, ¡por el G7!

Z7: Hermandad y MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora