1

182 27 0
                                    

En serio detesto estar aquí, incluso el oxígeno es asfixiante en comparación al que estoy acostumbrada; los humanos solo saben destruir lo que se les obsequia, son tan desconsiderados. Pero al final ellos mismos están cavando sus tumbas destruyendo el único lugar donde pueden vivir.

–Este será tu cuarto querida, si quieres cambiar algo lo puedes hacer, me encantaría que estuvieras cómoda el tiempo que estés aquí-comentó abriendo una puerta al lado de la suya, la habitación es bonita y acogedora, pero no tiene comparación con la mía en el cielo, hace solo unos minutos me tocó bajar a la Tierra y realmente ya hecho de menos mi hogar.

–Gracias señora Hyung, pero creo que será imposible sentirme cómoda rodeada de humanos-murmuré en medio de un suspiro dejando mis maletas sobre la cama. La señora Hyung es una especie distinta de ángel, ella nació y vivió siendo humana, que a diferencia de los demás, se preocupaba por todos y solo tuvo buenos sentimientos para con ellos; al morir y no poder volverla un ángel de verdad, ya que es imposible hacer esa conversación, se le dió la oportunidad de serlo pero entre los de la misma especie de la que provenía, algo así como un ángel guardián–De todas formas agradezco su hospitalidad-sonreí haciendo una reverencia y se retiró dejándome sola no sin antes palmear mi hombro y decir que todo estaría bien.

Bufé desaciendo mi valija y empezando a ordenar mis cosas en el armario y gavetas. Colgué algunas fotos con mis amigas en la pared y dejé algunos peluches sobre la cama, entre ellos una nube, un gatito y un gran gruñosito. Me recosté en está observando el techo sin saber que más hacer, el Señor me desterró a este lugar para que interactuará con las personas, para que las conociera y me diera cuenta de que, según él, no todas son malas o crueles como yo, estoy segura de que es así, creo. Unos suaves golpes en la puerta me hicieron despertar, sin darme cuenta había caído en las garras del sueño desde hace unas cuantas horas, pues las luces del día se han apagado dando paso a las artificiales.

–Jisoo, cariño-la mayor asomó la cabeza cuando le permití la entrada dedicándome una sonrisa maternal–¿Podrías acompañarme y ayudarme hoy en el comedor social?-su pregunta me descolocó haciéndome fruncir el ceño ¿qué sentido tiene ayudar a personas que ni su propia raza quiere entre ellos, que muchos incluso perdieron todo lo que tenían por sus propios pecados y malas desiciones?–Es que la chica que siempre me ayuda le ha surgido una emergencia y no podrá venir-no tengo ni la más mínima intención de rodearme de esta gente, pero sería muy descortés de mi parte negarme a su petición, no quiero ser desagradecida con todas las atenciones que ha tenido conmigo, mucho menos después de recibirme es su casa sin ninguna obligación de por medio.

–Está bien, pero será solo por hoy-acepté poniéndome de pie acomodando luego mi vestuario. Su semblante tranquilo ahora mostró felicidad y debo admitir que es muy gratificante hacer felices a los demás, yo adoraba hacerlo hasta ese horrible día; negué con la cabeza desaciendome de esos pensamientos nefastos dispuesta a seguirla fuera de la casa asistiéndole con las grandes ollas. Condujo hasta un lugar bastante céntrico y entramos a lo que parece ser un enorme comedor, algunos voluntarios nos ayudaron a dejar todo en sus respectivos lugares y nos colocamos en nuestros puestos comenzando a servir.

–¿Cómo se encuentra hoy señor Yang?¿Su gripe ya pasó?-inquirió mi casera a un hombre bastante desaliñado y de seguro con problemas con el alcohol, hice una mueca de asco y aparté la vista.

–Mucho mejor gracias a Dios, realmente desearía que mis hijos estuvieran conmigo, los hecho tanto de menos-podría reconocer ese tono en cualquier parte, tristeza, es lo único que su gruesa voz refleja, una muy profunda y dolorosa. Regresé mi vista al sujeto y lo vi alejarse con su bandeja de comida.

–Su familia murió en un accidente de coche hace algunos años-contó la mayor llamando mi atención–él iba al volante cuando un camionero borracho se les atravesó; su vida se desmoronó después de eso, donó todo su dinero a obras de caridad porque como siempre dice "el dinero no compra lo más importante, era rico pero perdí lo único que me importó en la vida"-un nudo se formó en mi garganta al escucharla provocando que se me dificultara respirar–fue el único sobreviviente y se culpa por ello, por sobrevivir y no haberlos podido salvar-se encogió de hombros con una mueca triste adornándole el rostro antes de seguir con sus labores. Hice lo propio concentrándome en mi trabajo hasta que una cabellera castaña apareció frente a la mesa captando toda mi atención.

–¿Ocurre algo pequeña?¿Estás perdida?-indagué rodeando mi puesto y agachándome para quedar a su altura; ella negó sin pronunciar palabra alguna–¿Te puedo ayudar en algo?-volví a insistir, está vez asintió jugando con sus dedos, al parecer la pongo nerviosa.

–¿Podría darme otro plato de comida?-preguntó con las mejillas sonrojadas a lo que la miré extrañada–Mi abuelita está enferma y no pudo venir, no quiero que se quede sin comer-su declaración me dejó paralizada, pero me repuse rápida y serví comida en un taper avisándole a la señora Hyung que volvería pronto.

Sujeté la mano de la pequeña y dejé que me guiara, llegamos a una casa en muy malas condiciones, creo que hasta un pequeño viento podría derrumbarla. Entramos y me llevó hasta donde se encontraba su cuidadora, pues no había rastro de que alguien más habitara la casa. Le di de comer y compré medicinas para ella, ya que no tienen el dinero para hacerlo por su cuenta, una media hora después ya estaba de regreso. Atendí a muchas personas más enterándome de sus historias, la mayoría, muy a pesar de lo que yo pensaba, eran buenas personas a las que la vida no trató bien, perdieron a sus familias, los echaron de sus hogares, incluso algunos ni siquiera tuvieron uno, o personas con las que compartir sus buenos y malos momentos.

Al terminar regresamos a casa y fue nuestro turno de comer, luego tomé un baño y me despedí para ir a dormir. La mañana siguiente pasó sin contratiempos y aún sabiendo que necesito conseguir un empleo para mantenerme durante este año, no me siento preparada para volver a compartir con humanos, con el día de ayer fue suficiente. Unos golpes en la entrada llamaron mi atención pero Clara, como prefiere que le diga, se adelantó llenado a ver de quién se trata.

–Buenas tardes señora Hyung, perdón por no haber podido estar con usted anoche.

–Tranquila cariño, todo estuvo calmado, además de que recibí ayuda de mi sobrina, ven, pasa y te la presento-se escucharon voces en la sala y después unos pasos acercándose a dónde me encuentro, las vi aparecer por la puerta de la cocina y me giré, no tengo intenciones de interactuar con absolutamente ninguna persona hoy–Ella es Jisoo, vino a pasarse una temporada conmigo-mis músculos se tensaron al escucharla mencionarme, suspiré dándome la vuelta, podré ser cualquier cosa menos maleducada.

–Buenas tardes, mi nombre es Jennie.

Vivir sin permiso (Jensoo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora