–No tiene nada de que preocuparse señora Hyung-dijo Jennie entrando al cuarto detrás de mí junto con la mencionada–no seré una molestia por demasiado tiempo-se encogió de hombros con una sonrisa avergonzada; ella está acostumbrada a valerse por sí misma, y cree que pedir ayuda es una molestia para los demás.
–Tú nunca serías una molestia cariño-le contestó mientras yo dejaba la pequeña maleta de la castaña sobre su ahora cama, que por cierto era antes la mía, armé una cama plegable en la misma habitación para poder cuidar mejor de ella; mas creo que la que terminará afectada será mi espalda–Cualquier cosa que necesites estaré en la cocina-anunció despidiéndose para que la morena pueda ordenar sus cosas y ambas nos acomodemos a la nueva situación.
–Espere-la detuvo Jen antes de que se marchara, mi <tía> se giró escuchándola atentamente–Esta tarde iré con usted al comedor social, ya he faltado mucho-contó con una mueca de culpabilidad.
–Pero estás enferma querida, no creo que sea buena idea que te esfuerces de esa forma-la mayor trató de hacerla reaccionar recordándole lo que ya todos sabemos, pero que la menor se niega a creer que es un problema.
–Seguiré mi vida con normalidad-anunció sentándose en el borde de la cama con una sonrisa que no llegaba hasta sus ojos rasgados–y esto es parte de mí, no renunciaré a lo que amo hacer-habló con seguridad y estoy casi segura de que digamos lo que digamos no la haremos cambiar de opinión. Para Nini su enfermedad no es un impedimento para hacer las cosas que los demás hacemos, y muchas más; aunque tampoco quiere aceptar que no puede llevar el mismo ritmo de vida que las personas sanas.
–Yo la cuidaré-suspiré llamando la atención de mis contrarias–Iré con ustedes y así aprovecho para ayudarlas y que Jennie no sé sobrecargue-agregué encogiéndose de hombros para restarle importancia. La señora Hyung asintió dejándonos solas por fin; me tiré en mi nueva cama arrepintiéndome al instante, en cuanto mi cabeza chocó contra el borde metálico que sostiene el duro colchón un quejido de dolor casi se escapa de mis labios, por suerte pude reprimirlo antes de que mi compañera lo escuchara.
–Jisoo-mi nombre salió tan suave de su boca que cerré los ojos para disfrutarlo y la comisura de mis labios se elevó de forma automática–Gracias por cuidar de mí y recibirme aquí-me giré sobre mi cuerpo apoyando la cabeza en mi antebrazo para poder observarla–sé que estoy invadiendo tu espacio-sus mejillas se colorearon de carmín intenso provocando que se vea aún más adorable de lo que ya es.
–No tienes nada que agradecer, la verdad es que ya me sentía un poco sola en esta habitación-contesté como si nada viéndola reír y comenzar a desempacar su maleta.
–Soo-volvió a llamar–¿Donde pongo mi ropa?-inquirió en un tono bajo completamente apenada.
–Ahora te hago espacio en el armario y los cajones-anuncié poniéndome manos a la obra.
–¡Chu, date prisa que llegaremos tarde!-vociferó la castaña desde la sala de la casa, bufé saliendo del baño y lanzando el cepillo de cabellos sobre la cama desde el umbral de la puerta–Hasta que al fin apareces, no es una gala a lo que vamos ¿sabes?-exclamó con gestos exagerados cuando ingresé en la misma estancia que ellas; rodé los ojos colocando la mochila con las cosas de ambas sobre mis hombros y saliendo de la casa seguida por mis contrarias.
Al llegar pude reconocer a la mayoría de los presentes, muchos son los mismos que vi la vez anterior, aunque han aumentado considerablemente los números de personas por asistir. Saludé cordialmente a los que ya conocía y por cortesía al resto de ellos. Los otros voluntarios nos dieron la bienvenida y nos entregaron los delantales y guantes para ponernos; una vez estuvimos listas nos repartieron las tareas y empezamos a repartir la comida.
–Hola Beogum-saludó Jen con una sonrisa cariñosa a un pequeño pelinegro que se acercaba a la mesa, rodeándola después para agacharse frente a él. El niño sonrió con el rostro sonrojado jugando con sus manos–¿Tu hermanita ya se recuperó?-él asintió abrazando a la morena por el cuello escondiendo su rostro en el.
–Gracias por ayudarnos-lo escuché murmurar antes de dejar un beso en la mejilla de la chica y salir corriendo en dirección a una mujer con un bebé, supongo que es su madre. Nini regresó a mi lado ayudándome a servir las bandejas.
–Es muy lindo el pequeño-dije luego de unos minutos, ella me miró asintiendo con los ojitos brillantes de la emoción–nota que te quiere mucho-volví a comentar ayudando a la misma niña de la otra vez a llevar ambas comidas a su mesa, donde su abuela esperaba por ella–Espero se encuentre mejor-le deseé a la señora entregándole un nuevo frasco de vitaminas.
–Lo estoy, muchas gracias por todo lo que ha hecho por nosotras-agradeció sujetando una de mis manos entre las suyas–Eres un verdadero ángel-mi cuerpo se tensó ante dicha mención, mas sé que es una frase común cuando alguien es muy bueno; asentí en forma de despedida y regresé a mi lugar.
–Creo que eso es lo mejor de esta labor-intervino mi amiga una vez estuve a su lado–es lindo cuando ves los sentimientos sinceros de estas personas hacia ti-aclaró dejando un corto beso sobre mi mejilla antes de alejarse, sentí mi rostro arder ante la inesperada muestra de cariño.
–Estoy segura de que conoces lo que debes y no debes hacer, más me tengo que asegurar, como tú cuidadora, de que eso no ocurra-comentó acercándose a mi cuando me quedé sola detrás de la mesa, los demás preferían tener contacto directo con los presentes–Sabes que no puedes tener otros sentimientos por Jennie que no sean ganas de ayudar-aclaró lo que ya sabía poniendo su mano en mi hombro–va contra las reglas y podrías ser severamente castigada-advirtió acabando con la poca paciencia que me quedaba, me giré hacia ella encarándola.
–Sabes que eso no pasará-espeté furiosa, no permitiré que ponga en duda mis principios y los valores que me enseñaron–nunca podría enamorarme de una humana-aseguré mirando a la castaña ayudar a una anciana con su comida, e involuntariamente, sonreí.
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Vivir sin permiso (Jensoo)
FantasyLos ángeles existen, pero a veces están tan lastimados que se disfrazan de demonios. Se juró a sí misma no mezclarse con una raza inferior a la suya justo antes de ser desterrada al mundo de los mortales como castigo. «No podría enamorarme de una hu...