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–¡Jisoo!-el grito de la castaña me sobresaltó haciendo latir mi corazón en cada centímetro de mi cuerpo–No tienes por que espantarte, si no te agrada mi forma de pensar puedo regresar a casa-musitó con tristeza evitando mis ojos; logré reaccionar cuando la sentí levantarse de la cama y sujeté su brazo tragando fuerte.

–No te vayas por favor-supliqué en un hilo de voz mientras mis ojos se llenaban de lágrimas, desde que conocí a Jennie no hay un solo momento normal, un segundo que no esté lleno de sensaciones diferentes que algunas reconozco y otras no; mi vida es un caos desde que la conocí. Ahora entiendo la razón por la que la vida humana caduca, no es fácil vivir con tantas emociones distintas y sin saber que es lo que está pasando por la mente de las otras personas. Escuché de tantos que no pudieron soportarlo, y hoy soy consciente de que eso no significa que sean cobardes o débiles, simplemente no encontraron una razón para continuar o ya era demasiado lo que habían soportado–No me dejes-repetí rodeando su pequeño cuerpo con mis brazos dejándola sorprendida.

–Entonces no me iré-susurró contra mi cuello abrazándome también–¿Te parece bien si comemos fuera?-inquirió acariciando mi rostro mientras se separaba–Así aprovechamos y vamos a tomar ese helado que te prometí-me guiñó un ojo y sus mejillas se encendieron, las pellizqué sintiendo la gomosidad de estas–Sigues sin responderme.

–¡Oh! Sí, sí, claro que me parece bien-contesté aún jugueteando con su rostro–Creo que debería dejar de hacer esto-aparté la mano con una sonrisa incómoda. Jennie soltó una carcajada aumentando mi vergüenza, sin embargo la mirada que me dió después fue tan dulce que el mal momento quedó rápidamente en el pasado.

Le informamos a la mayor sobre nuestra salida, y a pesar de su expresión enfadada al enterarse no pudo poner objeción, no es como si le hubiéramos pedido permiso de todas formas. Caminamos en un silencio cómodo hasta el parque central de la ciudad buscando un lugar para comer, al final nos decidimos por un restaurante de comida griega, según me contó Jen, es su favorita.

–No sabía nada mal-comenté limpiándome la comisura de los labios con la servilleta viéndola sonreír ante mi declaración–al menos comparado con su nombre, que ni siquiera me acuerdo cual era-reí y un brillo de diversión se mostró en sus ojos.

–Es papoutzakia y horiatiki-aclaró terminando de comer y tomando agua de su copa. Nos retiraron los platos y pedimos la cuenta; cuando llegó saqué los últimos billetes que me quedaban y los puse junto a los de ella, luego de este momento me declaro temporalmente en quiebra.

–¿Me podrías ayudar a conseguir un trabajo?-inquirí enganchándome a su brazo con una sonrisa–Necesito una forma de mantenerme mientras estoy en la ciudad-agregué cuando la ví suspirar a punto de reír. Es indispensable para mí ganarme mi propio sustento, entre otras cosas para que Jen no sospeche, porque vamos, si yo viera a alguien gastando dinero y nunca trabajando hasta yo sospecharía algo.

–Por supuesto, creo que en el hospital donde me atienden están contratando ayudantes-contestó abriendo la puerta de la heladería para mí y ubicándonos en la pequeña cola que estaba formada.

–Me parece perfecto, hubo un tiempo en el que me gustó ayudar a las personas-le comenté permitiéndole recostar la cabeza sobre mi hombro mientras esperábamos.

–¿Y por qué ya no?-indagó entrelazando nuestras manos, por un momento todos mis músculos se tensaron, mas las suaves caricias que dejó con su pulgar sobre mi muñeca me relajaron.

–Me dí cuenta de que no importa lo que hagas, los seres humanos nunca están satisfechos-en mis años sirviendo a la humanidad dediqué cada uno de mis segundos a resolver sus problemas, sin embargo fue cuando quité la venda de mis ojos que pude darme cuenta que puedes dejar tu vida ayudándolos sin pedirles nada a cambio y siempre te pedirán más y más, mientras más tienen más quieren.

–Hablas como si no fueras de este planeta-rió sacando la billetera–Un helado de vainilla con plátano y uno de menta con sirope de chocolate-ordenó–¿Nos sentamos afuera?-asentí cogiendo el postre que me ofrecía para luego abrir la puerta para ella. Ocupamos una de las mesas libres y nos dedicamos a disfrutar del frío y dulce sabor del helado.

–Tienes sirope aquí-terminé la frase casi en un tono inaudible, pues nada más que mis dedos rozaron la suave superficie de sus labios el mundo pareció detenerse.

–Sabes Soo, deberías dejar de analizar tanto las cosas y sentir un poco más-dijo llamado mi atención pues mi mente se había quedado en blanco; llevó su mano a la mía presionándola contra sus labios por un segundo–la vida es demasiado corta como para perder el tiempo analizando cosas que no tienen explicación-su tacto recorrió delicadamente la piel expuesta de mi cuello, delineó mi mandíbula hasta llegar a mi rostro y acunarlo entre sus palmas.

Mis ojos se clavaron en los suyos y «¡Todo a la mierda!», tal vez sí es hora de dejar de pensar antes de actuar y solamente dejarme llevar, descubrir a donde me lleva todo esto y vivir, por primera vez en mis más de dos siglos de vida, vivir realmente. Su rostro se acercó al mío cortándome la respiración, sus ojos se turnaban entre mis orbes y mi boca como pidiendo permiso; me acerqué también esperando que entendiera. Una media sonrisa adornó su expresión eliminando por completo la distancia entre ambas. Mi estómago y pecho se apretaron a causa de la emoción, sentí como las manos me temblaban mientras me aferraba a su cintura.

–No sé si... -interrumpí el beso separándome unos milímetros de su rostro, mi cabeza se llenó de dudas, desde a donde iría esto a partir de ahora o a donde queríamos que fuera; aunque lo más importante es averiguar qué es esto exactamente.

–Shh, solo relájate-susurró volviendo a unir nuestros labios, y está fue la verdadera sensación de estar en las nubes, no lo que sentí viviendo en el cielo; sus manos y la forma en que me atrae contra su cuerpo son mucho más suave que las delicadas alas de un ángel. Podría morir y nacer un millón de veces, y aún así querría volver a encontrarla y vivir esto, no importa cuanto dolió antes.

Vivir sin permiso (Jensoo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora