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–¿Jisoo, estás dormida?-escuché la voz de Nini romper el silencio de la noche, habíamos llegado hace solo un par de horas, ya pasadas las doce de la madrugada. Y confieso que no he podido pegar ojo, me siento incómoda pero no sé con qué; desde que discutí con la señora Hyung no me puedo sacar sus palabras, para mí descabelladas, de la cabeza.

–No, aún no-suspiré girándose sobre mi costado–¿Por qué no estás dormida aún?

–Es que no puedo-murmuró con el tono ligeramente deformado, seguramente por un puchero en sus labios–pensar en ti durmiendo en esa cosa incómoda no me deja-sonreí sabiendo que ella no me vería; siendo sincera, este es el lugar más incómodo en el que he dormido, me arriesgaría a asegurar que el suelo se sentiría como una nube en comparación con esto.

–Deja de pensar en eso y duerme, debes descansar-demandé sosteniéndome la cabeza con la mano.

–Lo haré con una condición-alegó y escuché la madera crujir bajo sus movimientos, pude ver a su sombra erguirse delante de mis ojos. «¿Qué es lo que quieres?» pregunté resignada, haría cualquier cosa para que descanse–Acuéstate a mi lado-exigió–si sé que estás cómoda y calentita podré dormir sin problemas-su risita infantil me hizo reír y saltarme varios latidos. Sin decir nada me levanté y ocupé el lado libre de la cama hundiéndome bajo la manta, a los pocos segundos se acostó a mi lado boca arriba también y como por arte de magia, su respiración se volvió pausada en unos pocos minutos.

Una sensación extraña en mi estómago no me dejó pegar ojo en toda la noche, algo así como una presión constante que me impedía respirar. Di mil vueltas en la cama, me escabullí a la cocina en busca de un vaso de agua para refrescarme, pues las gotas de sudor recorrían mi piel a pesar de que estamos en época de frío. Al regresar seguí igual de intranquila, solo cuando los delgados brazos de la morena rodearon mi cintura, obviamente tensándome al principio, fui capaz de rendirme al cansancio del día.

–¡¿Pero qué pasó aquí?!-el grito de mi «tía» me asustó de tal forma que terminé derramando la quinta mezcla para tortitas que he hecho en a penas media hora–¿A quién mataron en mi cocina? Esto es una masacre-comentó de forma divertida recorriendo el desastre de lugar, harina, huevos, azúcar, masa, incluso ollas, todo esparcido por el suelo, y para que mentir, en mi cuerpo y cabello también.

–Dejé a Jennie durmiendo en la habitación para que descanse, y pensé en hacerle el desayuno-mordí mirando a mi alrededor, y luego a mi contraria con una sonrisa apenada–pero terminó así-hecho un completo desastre; mordí mi labio inferior poniéndome de pie para limpiar, desistiendo de una vez de esta locura. Las cosas de humanos no están hechas para que un ángel las haga.

–¿Te gustaría que te ayude? No tienes por qué rendirte tan fácilmente-habló a mis espaldas ubicándose a mi lado

–¿Chu?-la voz adormilada de la morena llegó a mis oídos poniéndome en alerta, terminé de poner los platos en la mesa y me giré con una sonrisa tensa gritando un «¡Sorpresa!»–¿Tú preparaste todo esto?-inquirió mirando detalladamente los alimentos sobre la mesa.

–Bueno, tuve mucha ayuda de mi tía-dije viéndola aparecer con la jarra del jugo y dejándola en su lugar–No te quedes de pie, ven, siéntete-le abrí una de las sillas, esperé a que se sentara y la volví a correr; me senté frente a ella y nuestra acompañante a un lado–¿Cómo dormiste anoche?¿Lograste descansar bien?-indagué sin profundizar mucho el tema, si mi casera se entera que dormimos juntas no dejará de molestarme con sus ideas sin sentido por lo que me resta de destierro.

–Exelente-habló llevándose una fresa a la boca–por primera vez en mucho tiempo logré descansar como se debe, dormí muy cómoda anoche-sus mejillas adquirieron un tierno color carmín al pronunciar esas palabras.

–Ehm-aclaré mi garganta buscando la forma de expresar lo que quiero decir sin sonar demasiado interesada–Cuando llegué me dijiste que conocías bien toda la ciudad, pero solo hemos salido una vez-sentí los ojos de nuestra contraria fijos en mí, hice mi mayor esfuerzo por ignorar la creciente incomodidad que empezaba a formarse en la mesa–aún no he ido al cine ¿crees que la película de hoy esté buena?-pregunté esperando que entendiera mis intenciones, la vi reír encogiéndose de hombros.

–No lo sé, pero podemos averiguarlo-mordió su labio inferior jugando al mismo tiempo con sus dedos sobre la mesa. Mis ojos se turnaron de un gesto hacia el otro como un bucle, terminando en el primerl–Podemos checarlo por internet, o, ir personalmente y de paso tomamos un helado-propuso inclinándose unos centímetros encima de la mesa.

–Ese helado se escucha bastante tentador-sonreí poniéndome de pie–Voy a vestirme de forma más adecuada y regreso en unos minutos-anuncié desapareciendo por el pasillo. Busqué algo cómodo y abrigado, y cepillé mi cabello intentando desaserme de la harina, supongo que tendré que lavarlo está noche. Regresé con ellas que ya habían recogido la mesa–¿Nos vamos?-Jennie asintió colocándose la mochila al hombro y caminando en silencio; yo caminé a su lado siguiendo sus indicaciones llegando a nuestro destino en menos de veinte minutos.

–El secreto de las abejas-leí en la cartelera viendo el póster en la pantalla, dos mujeres y un niño, además parecen de los años 50's o 60's–Nunca la he visto-agregué mirándola, «yo tampoco» contestó de vuelta apartando la vista–Entremos entonces. ¿Compras los boletos y yo voy por las golosinas?-indagué sabiendo de antemano lo que se acostumbra a hacer en los cines, escuché a muchas parejas hablar en todos estos años.

–Está bien-aceptó con una media sonrisa, le di la espalda para buscar el puesto de comida, mas un agarre en mi brazo provocó que volviera a mi posición anterior. La miré interrogante y en un segundo me soltó jugando con sus manos de nueva cuenta–¿Es cierto que estás comprometida?

Vivir sin permiso (Jensoo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora