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El hospital de niños al que vinimos es bastante colorido, animales, flores y algunas obras abstractas llenan las paredes y el techo del lugar, a parte del reguero de juguetes de todo tipo exparcidos por el suelo. Dejamos los bolsos sobre una mesa que nos facilitaron los encargados de la sala. Las pequeñas sillas de colores estaban ya ubicadas en sus lugares y los niños empezaron a ocuparlas al vernos parados en el improvisado escenario; cada quien tomó su títere y comenzó la actuación, muy mala, descoordinada y aburrida a mi parecer, pero los menores parecían divertirse y eso es lo más importante.

–¿Cómo te has sentido cariño? El que no hayas venido más por aquí me hace pensar que ha estado todo en orden-una doctora bastante mayor se le acercó a Jennie cuando ya estábamos recogiendo todas las cosas, la de ojos gatunos dejó lo que estaba haciendo y se alejó unos cuantos metros para atenderla. Seguí en lo mío cuando no pude captar ningún sonido proveniente del par, tanto que he reprochado a las personas chismosas y aquí estoy yo, sin saber por qué siento la necesidad de saber de que están hablando.

–Fue muy bonito ¿verdad?-indagó la morena al regresar a mi lado, la miré por unos minutos antes de asentir y desviar la mirada–Los pequeños lo pasaron muy bien, sus sonrisas fueron tan hermosas y sinceras, su felicidad vale más que cualquier cosa-la escuché reír y mi corazón se saltó varios latidos de golpe, apreté la tela que me cubría el pecho intentando calmar el repentino dolor que se creó ahí. Tragué fuerte colocándome el bolso al hombro y caminando a pasos apresurados hacia la salida, me asfixio entre estas cuatro paredes, me asfixia tenerla cerca de mí.

Llegué a la casa por mi cuenta encerrándome en la habitación; me dejé caer sobre la cama mientras mis ojos y nariz comenzaban a escoser. Limpié las primeras lágrimas con el dorso de mi mano sin saber su motivo, no sé por qué lloro, no sé por qué me duele el pecho cada vez que veo a Jennie, no sé que son estas cosas raras que le ocurren a mi cuerpo con solo pensar en ella, no sé por qué me siento así. Lloré aún más fuerte ignorando el llamado insistente de mi casera y después de darle millones y millones de vueltas, de marcar los pro y los contras me armé de valor y salí disparada por la puerta, debo hacer esto lo más rápido posible o terminaré arrepintiéndome.

–Hola Jennie-agité mi mano cuando la castaña apareció detrás de la puerta, está vestida de forma cómoda, aunque no llega a ser un pillama; mis ojos recorrieron cada centímetro de su ser hasta detenerme en sus orbes oscuros.

–¿Jisoo, cómo? Mejor ni pregunto cómo me encontraste, seguro que la señora Hyung tiene algo que ver en esto-se hizo a un lado haciendo un ademán con la cabeza par que entrara pero negué a su ofrecimiento observándola fijamente, ¿sería muy desquiciado decirle que la seguí cuando claramente me dijo que podía irse sola, pero que yo no me sentí cómoda con eso, aunque nunca admitiré que estaba preocupada de que algo le ocurriera, y la acompañé desde la distancia hasta su casa y me quedé durante mucho tiempo esperando yo no sé qué? Creo que sí, los humanos son bastante quisquillosos con su privacidad.

–¿Te gustaría salir conmigo?-inquirí de forma rápida mirando a nuestro alrededor, tengo una sensación rara en el pecho, como si nos estuvieran observando–Como desconocidas, claro-aclaré al ver la sorpresa en su rostro, un brillo de ¿diversión? se reflejó en sus ojos dejándome desconcertada, sonrió de lado con expresión aniñada asintiendo efusivamente. Entrelazó nuestras manos cerrando la puerta tras de sí, me quedé mirando la unión de ambas por más tiempo del que me hubiera gustado; levanté la vista recorriendo atentamente su rostro hasta detenerme en sus labios y de pronto sentí los míos secos, entreabrí la boca mojando mis belfos en el proceso.

–No te preocupes, solo te estoy tomando de la mano como dos desconocidas-se encogió de hombros mordiendo su labio inferior tratando de reprimir una sonrisa, asentí apretando el agarre y comenzando a caminar en silencio–Debo suponer que sabes a dónde me estás llevando ¿no?-preguntó después de unos veinte minutos de caminata sin rumbo, me detuve mirando a nuestro alrededor, realmente no sé a dónde debería llevarla, dentro de mis planes nunca estuvo elegir un lugar para la salida, era solo pedirle que saliéramos y ya.

–Claro, yo... Es una sorpresa-dije lo primero que se me ocurrió, había escuchado a muchos seres humanos utilizar esa excusa cuando se olvidaban de alguna fecha importante y siempre les funciona. Seguimos caminando sin rumbo hasta llegar a un peñasco a las afueras de la ciudad, nos sentamos en el borde de este con las piernas colgando en el vacío. Tanto las luces artificiales de la ciudad como las naturales del cielo se unían en el horizonte formando un bello espectáculo.

–Esto es realmente hermoso-habló mi acompañante por lo bajo jugando con mis dedos sobre su regazo, me giré viéndola de perfil, sus orbes más brillantes que cualquier lucero en esta noche, tan llenos de alegría, tan llenos de vida.

–Sí, pero hay vistas mucho más hermosas-respondí sin pensar, solo me di cuenta realmente de lo que había dicho cuando me encaró con una expresión de sorpresa desfigurando sus facciones.

Tomó mi mano dejándola presionada contra el lado izquierdo de su pecho permitiéndome sentir el fuerte bombeo de su corazón. Mi respiración se volvió agitada cuando nuestros orbes se conectaron y ví una sonrisa tirar de sus labios mientras observaba los míos; se acercó hasta que solo unos centímetros eran los que nos separaban y todo a mi alrededor se detuvo en el instante en que sus labios se conectaron con la míos por brevísimos segundos, un roce casi inexistente pero que causó suficientes estragos como para hacerme perder la razón.

–Dime, Jisoo ¿Estás sintiendo lo mismo que yo?

Vivir sin permiso (Jensoo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora