6

99 21 0
                                        

–¿Estás sintiendo lo mismo?-su pregunta me descolocó por un segundo, tomé una bocanada de aire cerrando los ojos para luego negar.

–No... No puedo, ni siquiera sé que es esto que estoy sintiendo-me sinceré tomando distancia de su cuerpo–De lo único que estoy segura es de que no debería sentirlo, no debería reaccionar así cuando me tocas-mis dedos contornearon su brazo hasta detenerse en el lado izquierdo de su pecho otra vez; el cosquilleo se extendió por cada célula de mi ser–no debería anhelar tus labios como lo hago-mi otra mano delineó sus labios, tan suaves, tan perfectos que cuesta creer que hace apenas un momento los podía sentir contra los míos; todo ella es como un maldito imán que me impide alejarme, hay algo que me obliga a estar cada vez más cerca–no es correcto, eso es lo que sé-concluí alejándome de una vez por todas.

–Jisoo, espera por favor-sujetó mi mano impidiendo que me pusiera de pie–Podemos ser amigas-sugirió casi desesperada, suspiré volviendo a mi posición anterior–sé que es difícil asimilar lo que estás sintiendo, a mi también me ocurrió igual la primera vez-habló con suavidad entrelazando nuestras manos y besando el dorso de la mía–Cuando puedas ponerle nombre a ese sentimiento si quieres que siga creciendo estaré dispuesta a lo que sea, si no, podemos seguir siendo amigas y nada más-una sonrisa ladina tiró de sus labios provocando que clavara mis ojos en estos; sonreí de forma involuntaria sintiendo unas incontrolables ganas de llorar, aparté la vista sorbiendo mi nariz.

–Supongo que está bien-asentí soltando su mano antes de sonreír incómoda. Un silencio ensordecedor se formó entre nosotras aumentando la incomodidad del ambiente, observé el firmamento ahora plagado de puntitos luminosos. Desde el cielo se ven aún más hermosos, nos sentábamos cada noche en la plaza a mirarlos; era feliz antes de que toda esta mierda se desatara.

–¿Y tus padres?¿Por qué ahora vives con la señora Hyung?-su voz salió tan baja como un susurro, me giré an su dirección encogiéndome de hombros.

–No tengo mamá, y mi padre es bueno, siempre se preocupa por todos, pero tuvimos una discusión hace poco, una bastante fuerte y terminó mandándome con mi tía-conté sin dar muchos detalles, y sin mentir, me apegué bastante a la realidad modificándola solo un poco–Me dijo que es para que entre en razón, que dentro de un año, cuando ya me haya dado cuenta de mi error, podría volver a casa-profundicé más en el tema queriendo alargar la conversación con ella.

–Eso debe ser difícil, estar lejos de casa y de las personas que conoces-rodeó mi cintura sobresaltándome, luego apoyó la cabeza en mi hombro suspirando pesadamente–Pero verás que las cosas se solucionarán, un padre siempre busca lo mejor para sus hijos-alentó afianzando su agarre en mí.

–Seguro-musité sin creer mucho en mi respuesta, no hay forma en que mandarme a la Tierra rodeada de los seres que más odio sea por mi bien–¿Y los tuyos?¿Viven en otra ciudad?-inquirí mirándola desde arriba.

–El señor que me engendró nos abandonó a mi madre y a mí algunos meses antes de yo nacer-dijo con rapidez, su voz no tembló ni una ves a pesar del tema que estaba tratando–Mamá me crió sola y sin ayuda de absolutamente nadie. Me educó en casa hasta que cumplí los dieciséis años, después de eso me obligó a hacer las pruebas para ingresar en la universidad-continuó en un tono bajo metiendo la mano en el bolsillo de mi suéter–me gradué en economía y finanzas a los veintiún años, fui la primera de mi promoción-contó con orgullo–Nunca había visto a mamá tan feliz como el día de mi graduación, siempre me había dicho lo orgullosa que estaba de mí, pero hasta ese día fue que ví ese brillo en sus ojos-la nostalgia en su voz se hacía cada vez más presente a medida que esta se iba apagando a un ritmo acelerado–Lamentáblemente por complicaciones en su cuadro clínico murió unos días después, de estenosis de la válvula pulmonar, una cruel enfermedad hereditaria que se la llevó de este mundo a la corta edad de cuarenta y dos años-terminó de romperse mojando mi pantalón con un par de lágrimas, nada más, pues se recompuso tan rápido como es humanamente posible.

–Debió ser muy duro para ti perderla tan joven-comenté acariciando despacio su oscuro cabello, nunca he experimentado una pérdida, pero por mi tiempo, mal empleado por cierto, ayudando a los seres humanos, aprendí que para muchos es difícil llevar este tipo de situación.

–No me deprimí ni nada de eso cuando ocurrió, si me dolió un poco el hecho de que me quedé sola, pero nada más-hizo una pausa como si tratará de ordenar sus ideas y luego continuó–La muerte es algo natural, no le temo, y mi madre tampoco lo hacía, así que si existe algo más allá de esta vida seguro está bien.

–Dijiste que su enfermedad era hereditaria, ¿entonces tú...?-no me atreví a terminar de formular la pregunta, no podía siquiera pronunciarlo. Ella se removió un poco incorporándose, me miró por un par de minutos antes de asentir.

–Sí, cuando nací me hicieron los exámenes pertinentes y dieron positivo; por eso mamá me crió de esa forma, para que pudiera enfrentar el mundo cuando ella no estuviera-soltó una risa sin gracia recostándose sobre el césped utilizando los brazos como almohada–Fue muy dura en muchos aspectos pero no le puedo reclamar, todo fue por mi bien y nunca me faltó el amor-se encogió de hombros haciéndome señas para que me acostara a su lado; así lo hice apoyándome en mi codo para poder verla mejor.

–¿Es muy grave?

–Algo así, cuando nací no pudieron hacerme la valvuloplastia con globo por otras complicaciones de salud que experimentaba-dijo como si nada, aunque si has vivido veintidós años con una enfermedad ya lo tomas como algo común–y con el tiempo se fue agravando la enfermedad hasta el punto de que si me opero hay una muy baja posibilidad de que salga bien-sonrió con tristeza–Así que en la situación en la que me encuentro ahora, haga lo que haga voy a morir.

Vivir sin permiso (Jensoo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora