cap 7

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—¿Vendrán tus amigos?

—No lo creo, están algo ocupados, sólo seremos nosotros dos.—mencionó algo nervioso, el mayor sonrió para si mismo, estar rodeado de personas y preguntas incomodas era agobiante.

—Este lugar es muy tranquilo.—añadió.

—Lo es, por eso es mi lugar favorito, es muy cálido y agradable, además de que el café es el mejor, me alegra que aún exista, creí que desaparecería cuando yo regresara.—aseguró el castaño.

El mayor sonrió sin saber que más comentar, era como si su modo social se hubiese desactivado, ahora estaba en un momento alarmante dónde buscaba entre todos sus pensamientos algún tema de conversación.

—No pongas esa cara, se que es difícil para ti hablar conmigo, pero no te preocupes, yo te comprendo.—intentó relajar el ambiente.

—Perdón, no quiero que te sientas incómodo conmigo.

—Para nada, al contrario, contigo me siento muy cómodo, me agrada el ambiente que tenemos, es muy relajante y tranquilo, ¿no piensas lo mismo?

—Lo intento.—admitió el azabache dejando de lado su inseguridad y prestando más atención a la hermosa vista de la ventana que daba a la calle, el clima aún se mantenía ligeramente lluvioso y esto le daba un toque muy relajante al paisaje.—Tienes razón, nadie debería odiar a la lluvia, ella se lleva toda la tristeza con sus lágrimas, en realidad le debo mucho.—soltó recordando lo que el menor le dijo.

—Parece sacado de un poema.

—Leí unos libros está mañana.—admitió.

—¿Lees? Luego me enseñas los libros que tienes, me parecieron muy interesantes los que vi en tu estante.

—No los has visto todos, tengo muchos en mi almacén.—admitió.

—Ya lo ves, no necesitas forzarte a iniciar una conversación, ésta fluirá por si misma.—explicó el menor y el azabache sonrió al darse cuenta de que era verdad.—Creo que vas mej-

—Ven a mi departamento.—soltó con rapidez alertándose luego al haber sido muy directo.—Quise decir, ¿quisieras venir a mi departamento después de esto?, tengo algunos libros que quisiera enseñarte.—explicó más calmado.

—No me esperaba está invitación.—sonrió el menor algo sorprendido.

—Lo siento, si no puedes yo lo entenderé.

—Claro que puedo, es más, ¿qué estamos esperando?, ya terminé mi café hace varios minutos.—levantó su taza mostrando su inexistente contenido.

El azabache volvió a sonreír inconscientemente, hoy no escucharía a su conciencia, quería conocer más a Seungmin y lo iba a hacer.

Aunque probablemente se arrepentiría más adelante.

Por qué el no merecía tener amigos.


[...]


—¡Amo este libro!—exclamó el menor arrebatando del estante la obra de Boulevard que se podía distinguir a simple vista por su color peculiar.

El azabache observó pasmado como Seungmin tenía en sus manos el mayor tesoro de su colección, y es que estaba encontrando tantas cosas en común con el menor que se lamentaba por no haberlo conocido antes.

—¿Te gusta ese libro? Es uno de mis favoritos.

—Me encanta, por lo visto tienes buenos gustos en la lectura.—mencionó el menor sin dejar de curiosear todas las obras guardadas en su estancia.—De seguro tu y Soorim leían todo el tiempo.— añadió a lo que el mayor cambio su expresión, el castaño no tardó en notarlo por lo que pronto se lamento por haberla mencionado.—Perdón, no quis-

—No, no te preocupes, es sólo que... a ella no le gustaba leer.—admitió recordando todas las veces en las que quiso despertar algún interés en Soorim hacía la lectura.

—Oh, era eso, quién en su sano juicio se negaría a leer esta obra de arte.—explicó detallando con suavidad las páginas del libro.—Por desgracia yo tuve que dejar todos mis libros en mi antiguo departamento, no sabes cuánto me lamento.

—Puedes tomar cualquiera de estos si gustas.

—¿En serio? ¡Gracias!— exclamó abalanzándose al mayor para abrazarlo.—Perdón, fue la emoción.—admitió algo avergonzado.

El mayor respondió con una sonrisa y revolvió la cabellera del menor con delicadeza, este observó el piso muy sonrojado y se giró para seguir buscando más libros.

Ambos compartieron una tarde de lectura muy agradable mientras el azabache comenzaba a acostumbrarse a la animada presencia del menor.

No soy ella Donde viven las historias. Descúbrelo ahora