El terror carmesí

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Donde sea que estuviera, no era la aldea, de eso estaba segura. Después de despertar en un bosque desconocido Moroha se dispuso a quitarse los colmillos y garras incrustados en su armadura. Afortunadamente, ademas del dolor causado por el esfuerzo, la chica tenia pocos daños remanentes de la batalla.

Mientras terminaba su labor, Moroha se preguntaba donde estarían los demás después de perderles la pista. Setsuna y Towa eran fuertes y todavía estaban en relativa buena forma cuando las vio por ultima vez, pero Shiki... Moroha intentó no pensar demasiado en ello, pero su amante inugami tenia heridas considerables, que seguramente se lo harían pasar muy mal si caía en un lugar donde no fuera bienvenido.

La shihanyou se recordó a si misma que Shiki era un youkai puro, un dios perro, como su abuelo y su tío, así que no podría morir fácilmente. Después de todo, hizo falta un dragón, heridas mal curadas y un palacio en llamas para matar a Inu no Taishou.

Entonces, un aullido le heló la sangre a Moroha, a lo lejos.

Ella se concentró en esa dirección.

Antes que su olfato pudiera encontrar algo, sus poderes espirituales lo sintieron.

Una perla arcoíris y un youkai.

La joven mujer gruñó instintivamente, cuando seguido a ese descubrimiento, pudo oler sangre humana y cenizas.

Debería estar buscando a los demás... pero... Pensó ella con renuencia.

A lo lejos podía oír gritos, ahogados por la distancia, pero sus oídos aun eran capaces de captarlos. Una parte de ella, quería ir a ayudar, era un impulso instintivo, pero desconfiaba de que los humanos fueran receptivos a su entrada, después de todo, tuvo muchos problemas para hacerse un nombre respetable en su región, algo que solo logró mediante persistencia y demostraciones irrefutables de sus buenas intensiones... así como situaciones donde las personas no tenían otra opción mas que admitirla.

Incluso así, había quienes nunca la aceptarían y ella solo podía vivir con eso.

Ella finalmente suspiró, de todos modos, no podía dejar una de esas perlas rodando por ahí, causando estragos, alguien debía detenerlo... por los momentos, solo ella podía.

Moroha emprendió la carrera, viajando tan rápido como sus piernas le permitieron. El sonido, los olores y la sensación del youki se intensificaron cada vez mas con cada zancada. La hanyou emergió del bosque, en una colina cercana al lugar de origen, donde la barbarie tuvo lugar.

Frente a la sacerdotisa de ropa carmesí, una aldea relativamente grande era sitiada por lo que debían ser bandidos muy bien equipados, probablemente eran ronin y un gigantesco demonio. El youkai parecía un hombre peludo, con cabeza de lobo y tres grandes ojos amarillos.

Algo estaba mal con ese demonio, parte de su cuerpo parecía haber haber sido corrompida, mutando, creando una especie de coraza verdosa que le cubría la espalda, hombros y parte de sus brazos. Esa cosa probablemente se comió a uno de esos youkai insignificantes que llevaban las perlas arcoíris del akki muerto; de esa manera la joya empezó a modificar su anatomía. Por la forma en que la bestia atacaba erráticamente, su débil complexión no pudo tolerar bien la perla y ahora estaba haciéndole perder la cabeza.

Moroha entendía un poco el sentimiento y se compadeció.

Los aldeanos que pudieron, estaban escapando en todas direcciones del pueblo, parcialmente en llamas. Moroha intentó desenfundar a Kurikaramaru, pero entonces se dio cuenta que esta no estaba en su funda.

La mujer maldijo amargamente, recordando como había arrojando descuidadamente su espada, después de matar al akki. La hija de Inuyasha desplegó su arco y preparó una flecha, a continuación se interpuso en el camino de uno de los asustados aldeanos que huían.

De vuelta a tiempos difícilesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora