-Sigo sin estar convencida de esto-Admitió Setsuna de mala gana.
-Sabes que lo peor que puede pasar es que nos digan que no-Le recordó Towa-No es que puedan herirnos.
-Lo que sea, solo espero que tengan algo que valga la pena-Comentó Moroha con indiferencia, sentada en la cima de una carreta, cargada con multitud de plantas medicinales, pieles y comida, y escoltada por las nietas de Inu no Taishou y unos pocos hanyou casi adultos.
Tras mucha deliberación con Shiori, ella estuvo de acuerdo con la idea de Towa: tomar los bienes mas valiosos que se daban en su territorio para tratar de negociar con las aldeas cercanas... tan cercanas como pueden estar si el santuario de los mitad demonio se encontraba en lo alto de montañas.
Setsuna se había opuesto vehementemente a que entraran en contacto con poblaciones humanas, según su argumento cuando vieran al grupo de hanyou sabrían a toda luz, que había una comunidad de dichos seres y eso les daría una visibilidad incomoda. Pero como punto a favor de Towa, ahora las tenían a ellas para lidiar con cualquier amenaza, así que tanto demonios como humanos rápidamente sabrían que con los hanyou en tierra de Shiori, nadie se metía y salía ileso.
Setsuna se resignó. Moroha no podía esperar para comprar cosas nuevas. Y por su parte, los otros hanyou estaban emocionados, aunque nerviosos, pues la mayoría de ellos, hacia demasiado tiempo que no salían del campo protector de la hanyou murciélago, así que era la primera vez en años que interactuaban con extraños, ajenos a la comunidad, que no eran agresores.
Ahora esperaban a una distancia respetuosa de la aldea a que alguien se presentara y preguntara sus intenciones.
Parecían renuentes, por razones obvias. El hecho de que la carreta que traía la mercancía estuviera tirada por Ah-Un dejaba claro que el suyo, no era un grupo de gente normal, incluso si no se notara que eran hanyou.
-¿Que buscan aquí?-Preguntó un hombre mayor, a casi diez metros de distancia, rodeado de lo que parecían ser figuras prominentes de la aldea y soldados moderadamente bien equipados.
Aunque la cortesía era escasa, el anciano que tomó la palabra no parecía muy hostil, lo que lo diferenciaba de los otros civiles a su alrededor que se mostraban disgustados por la presencia de los extraños. Los soldados por otro lado... se veían un poco asustados, aunque se esforzaban mucho no hacerlo evidente.
-Honorable anciano, venimos a pedir la oportunidad de negociar nuestra mercancía con la gente de su pueblo-Pidió Towa con una reverencia pronunciada.
Eso dejó un poco atónitos a algunos hombres.
-¿Es tonta?-Dijo uno de ellos con desagrado-¡En este pueblo no se aceptan demonios!
-¡Si, lárguense de aquí!-Exclamó otro de ellos envalentonado por las palabras del otro humano.
Towa levantó las manos en son de paz con una sonrisa conciliadora.
-No queremos problemas, solo queríamos colaborar, estoy segura que encontraran útiles al menos algunas cosas de lo que traemos-Intentó razonar.
-¡No quiero nada que haya estado en manos de youkai o hanyou, da mala suerte!-Dijo el primer hombre, sacando su espada y dando un paso al frente a modo de amenaza-¡Ahora desaparezcan antes de que perdamos la paciencia!
El resto de los civiles estaban amontonándose en los límites del asentamiento para ver el revuelo que se desarrollaba.
-¡Suzaku, tranquilízate!-Pidió el anciano mirando con reproche al hombre.-¡No inicies una pelea!
-Pero padre, ¿Qué pensará la gente si simplemente le damos paso a estas abominaciones en nuestro pueblo?
Towa percibió que los hanyou que vinieron con ella estaban reaccionado a los aldeanos. Algunos estaban enojados por la falta de respeto, otros parecían emocionalmente heridos y una minoría, asustados. Ella tenía que hacer algo.
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De vuelta a tiempos difíciles
FanfictionSetsuna murió, pero gracias a Tenseiga pudo volver. No obstante la profecía seguía sin cumplirse, Kirinmaru continuaba vivo, igual que su hermana, Zero quien seguía libre en alguna parte. Las tres princesas mitad demonio deciden centrarse en encontr...