Extra: El final de un linaje

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Oficinas del conglomerado Higurashi, Tokyo, Japón, principios del siglo XX.

Higurashi Aoi tomó un trago de su café mientras leía un informe más en su interminable pila de archivos en su escritorio sobre youkai y hanyou aprehendidos o eliminados. Su familia había cambiado mucho durante los últimos siglos, especialmente desde la restauración Meiji, pero honestamente podía decir que eran más fuertes que nunca.

A finales de la era Sengoku, con la consolidación de su familia como una de las fuerzas dominantes entre los youkai y hanyou, así como uno de los actores principales que evitaron su extinción en una era de cambios disruptivos, el clan no podía seguir siendo "Los descendientes de Inu no Taishou" por lo que se vieron en necesidad de adoptar un nuevo nombre, así, nació el clan Higurashi, nombrado obviamente por la familia humana de Moroha y Towa.

A principios del periodo Edo los youkai del país afrontaron lo que solo podría describirse como un genocidio. El shogunato Tokugawa estaba tan decidido a erradicarlos como lo hizo con los clanes rivales que se opusieron a su dominio y las rebeliones posteriores, siendo el peor caso la rebelión de Shimabara cuya consecuencia final fue la muerte de cientos de miles de personas.

Fue necesaria una política de mano dura, pero eventualmente los youkai y hanyou capaces de adaptarse hicieron la transición para vivir en la clandestinidad. Con ayuda de los aliados humanos del clan Higurashi y los talismanes creados por Setsuna y Moroha, los demonios e híbridos fueron capaces de camuflarse entre los humanos. Sin embargo, por seguridad, en ese periodo el contacto humano-demonio fue extremadamente limitado, hasta que transcurrió el tiempo suficiente para que la existencia de youkai y hanyou se hubiera desvanecido de la mente de la mayoría de los humanos, convirtiéndolos solo en mitos del pasado.

Necesario era agregar, que solo por haber finalizado el periodo histórico mas salvaje en mil años, no desaparecieron todos los problemas. El clan se vio forzado a reestructurarse y volverse mucho mas rígido, con normas estrictas. En su mayoría las reglas fueron respetadas, pero todavía quedaban individuos que no las acataban y no hablamos de cosas banales, sino de youkais que se creían que todavía podían ir por ahí comiendo gente con impunidad.

Antes, eso podía haber sido moralmente reprochable... y para algunos, a principios del siglo veinte, todavía lo era.

Pero mas alla de la moral, ese tipo de comportamientos eran peligrosos. La sociedad de los youkai y hanyou no logro sobrevivir y prosperar en las sombras para que unas manzanas podridas arruinaran todo por lo que habían trabajado durante siglos.

Dado este escenario alguien tenia que asegurarse que todo se mantuviera en orden.

Ese era el trabajo de Aoi.

Desde el siglo XVII se le asigno la responsabilidad de vigilar a los súbditos de su clan. Se puede decir que habían fundado una especie de policía especializada en detener youkai y hanyou peligrosos e indiscretos.
Fue un trabajo estresante, pero satisfactorio.

No obstante, había días en los que desearía haber ejercido labores de sacerdocio, como su hermano Inuyuuki y su madre, Moroha... luego recordaba lo bien que se sentía la persecución, y se le pasaba.

Aoi estaba leyendo tranquilamente los informes sobre un oni que asechaba en las calles de Kyouto cuando alguien irrumpio en su puerta.

-Higurashi-sama! Hemos recibido una llamada de emergencia!-Exclamo un hombre vestido con un uniforme parecido al un policía típico, pero en lugar del símbolo de las fuerzas de la policía japonesa, llevaba los kanjis del clan Higurashi.

-Mi turno esta por terminar, mejor llama Itou para que se haga cargo... -iba a decir Aoi con un ademan cansado, cuando fue interrumpida.

-No lo entiende! Es una llamada de los Iwasaki!-Dijo el youkai subordinado viéndose completamente perturbado.

De vuelta a tiempos difícilesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora