Con la niebla disipada

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Inuyasha iba a velocidad constante por el bosque, mirando de vez en cuando a Setsuna, quien se mantenía cerca, pero todavía dejando un buen espacio a su tío. El hanyou mayor intentaba concentrarse lo mas posible en su objetivo, pero eventualmente su mente terminaba en el mismo lugar.

Setsuna.

Hasta ahora, la joven de cabello azabache no había hecho una sola cosa que pudiera catalogarse como mala o sospechosa, pero aun así Inuyasha no podía sentirse cómodo a su alrededor, solo por su notorio parecido a Sesshomaru.

Los ojos durados de Inuyasha se dirigieron al brazo descubierto de Setsuna, sin que él pudiera evitarlo.

Setsuna había perdido su manga derecha, pero eso no era lo que llamaba la atención de Inuyasha, sino la marca purpura que recorría el brazo de la chica hasta el dorso de su mano.

El colmillo sangriento: una marca irrefutable de su parentesco con Sesshomaru. Eso si su personalidad y mokomoko no eran suficiente prueba. Inuyasha sabia perfectamente el tipo de daño que ese apéndice podría causar, por lo que nadie debería culparlo por sentirse incomodo al tenerlo cerca de una hija suya, como esa noche que Setsuna poso la mano en la cabeza de su prima mientras esta dormía en su pelaje.

-Mirar fijamente es de mala educación, tío.-Dijo Setsuna, sacándolo de su reflexión súbitamente.

-Keh! No me llames así niña.-Pidió tratando de concentrarse en el aroma de Yakotsu.

Setsuna gruñó entre dientes.

-Si tienes un problema conmigo, deberíamos resolverlo antes de enfrentarnos a cualquier enemigo.-Señaló ella con un borde duro en su voz, aunque se mantuvo tranquila.

-No será necesario, yo me encargaré de ese asqueroso pervertido.-Desestimó el hombre mitad demonio.-No necesito tu ayuda.

-Espero que seas tan fuerte como se presume, porque estoy igual de ansiosa por acabar este asunto, para así volver enseguida con Towa y Moroha.

Setsuna percibió que su tío se puso tenso ante el nombre de la sacerdotisa.

-Escucha, si tienes algún problema conmigo dímelo de una vez.

Ambos hanyou se detuvieron cerca del final del bosque por el que transitaban. Inuyasha miró con latente hostilidad a su sobrina que si bien no se veía tan lista para pelear como el, tampoco se la podría elogiar por tener una amistosa apariencia.

-Simplemente no puedo dejar de mirarte y ver a ese idiota de Sesshomaru.-Admitió Inuyasha.-Así que es normal que no me guste tenerte cerca, o peor, que estés cerca de mis seres queridos.

Inuyasha sintió una repentina intensión asesina venir de Setsuna... y como secundando su anterior comentario, en ese instante, la joven mujer mitad demonio le daba la misma inquietante sensación de peligro que le daba Sesshomaru cuando genuinamente pretendía hacerle daño.

Setsuna repasó su comportamiento desde que llegó hasta la actualidad en busca de cualquier cosa que pudiera poner nervioso a Inuyasha... entonces lo vio.

Ella lo había sospechado, Moroha lo había sospechado, pero al confirmarlo no dejaba de ser igualmente ofensivo y doloroso.

-Así que efectivamente se trata de Moroha.-Señaló lacónicamente y entrecerrando los ojos.

-Sesshomaru es un imbécil que intentó matarme incontables veces mientras era un niño, según él porque mi existencia era una ofensa a nuestro padre.-Explicó Inuyasha con rudeza.-Mi instinto me dice que cualquier cachorro suyo que se le parezca tanto no puede ser seguro para tener cerca de mi familia.

De vuelta a tiempos difícilesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora