𓆩*𓆪 Final

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Jeongin apretó sus manitas en puños, mientras Chan las amarraba a los cabezales de la cama con los lazos de las cortinas, se sentía caliente a pesar de que la calefacción no estaba tan alta y rozaba su entrepierna con la rodilla que se encontraba ...

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Jeongin apretó sus manitas en puños, mientras Chan las amarraba a los cabezales de la cama con los lazos de las cortinas, se sentía caliente a pesar de que la calefacción no estaba tan alta y rozaba su entrepierna con la rodilla que se encontraba entre sus piernas.

—¡Ah! Hyung... —gimió con una dulce voz que solo endurecía el pene de su esposo.

—Te estás portando muy mal, Innie —avisó el mayor, mirando los ojos cristalinos de su esposo que no dejaba de gimotear y mover sus caderas.

—Entonces castígueme, hyung —pidió el menor con la voz entrecortada.

Chan sonrió con satisfacción y llevó un recorrido de besos desde los bonitos y regordetes dígitos de la mano de su esposo, bajó por los brazos estirados y continuó hasta llegar al cuello que mordisqueo juguetonamente. Dejó un pico en los esponjositos labios y descendió de nuevo hasta las clavículas en donde dejó marcas rojizas hasta el pecho.

Jeongin gimió alto y apretó aún más sus puños, tratando de jalar el amarre en sus manos cuando la habilidosa lengua del mayor acariciaba sus pezones hasta ponerlos erectos. Bang chupó y mordió hasta dejarlos rojizos y húmedos. Pasó su lengua por el pequeño orificio en el vientre de su chico y repartió besos en los huesos de la cadera atractivamente resaltantes en el rubio que suspiraba atento a cada toque.

El pelinegro pudo observar con gran placer el desastre que era su esposo en ese momento, agitado, jadeante, sonrojado y muy excitado. El bonito miembro del chico se encontraba duro y goteante, lo tocó superficialmente con la punta de sus dedos y tomó la esencia que escurría para dirigirse a la rosita y pequeña entrada. Usando el presemen del chico como lubricante, adentró lentamente el primer dedo.

Sorprendentemente y después de un bonito gemido de Jeongin, Chan pudo apreciar como su abdomen se contraria y ensucia a la vez por el orgasmo que el chico acababa de tener.

—Eso fue intenso —murmuró Chan limpiando las lágrimas del menor y daba besos en su rostro—, pero no tenías permiso de correrte aún.

Jeongin se estremeció ante la ronca y demandante voz del mayor, antes de sentir como el dedo salía de su interior y algo más grande lo penetraba de una sola estocada haciéndolo gritar.

El vaivén era rápido, Chan había tomado sus piernas y las había subido a sus hombros para penetrarlo aún más profundo. Sus caderas chocaban con sus muslos y el agarre en las primeras era tan fuerte que seguramente dejaría marcas.

—Hyung, por favor —suplicó entre sollozos—. Quiero tocarte.

—Eso no será posible, Innie —negó entre gruñidos y jadeos—, así aprenderás a ser un chico bueno.

El nombrado gimió más fuerte cuando Chan volvió a dirigir su boca a sus pezones y una de las pálidas manos masturbaba sin control.

—¡Ah! —gritó con dolor y ¿placer? cuando estuvo a punto de correrse por segunda vez y el pelibegro apretó su uretra impidiendo que se corriera.

—¿Quién te dio permiso de correrte? —preguntó con voz que parecía molesta moviendo aún más fuerte sus caderas, entrando y saliendo por el húmedo y delicioso ano que se contraía como loco.

Chan salió de él, causándole una enorme impotencia al sentirse vacío, sus manos fueron liberadas de un momento a otro y él estuvo posicionado bruscamente en cuatro de un momento a otro sintiendo la piel de sus nalgas escocer ante el impacto de las palmas del mayor sobre ellas.

—¡Ugh! —se quejó cuando Bang entró de golpe en él, una gran mano lo tomó del hombro y otra de su cadera, el gordo y largo pene entraba y salía de su agujero, sus pulmones luchaban por tomar oxígeno y sus brazos fallaron en sostenerlo.

Sin embargo, Chan tomó las anchas caderas con fuerza para mantenerlas alzadas. Sus pezones se rozaban con las sábanas que el mantenía firmemente apretadas mientras gemía ante todo el túmulo de sensaciones en su cuerpo.

—Córrete para daddy —ordenó el mayor en su oído y Jeongin no era nadie en ese momento para negarse.

El orgasmo fue fuerte y prolongado gracias a que Bang lo seguía embistiendo, tembló al escuchar el grave gruñido del mismo y se sintió lleno por todo el semen derramado dentro de él.

Chan repartió besos por la bonita espalda llena de lunares y salió lentamente, mirando esa imagen que tanto le encantaba: su semen saliendo y escurriendo por los muslos del menor.

—Te amo, Innie —confesó Chan, cuando le dio la vuelta, aún acostado y dando caricias en los dorados cabellos húmedos por el resiente esfuerzo.

—Te amo, hyung —contestó embelesado y suspirando ante los piquitos en sus labios, sonriendo como tonto—. Gracias por defenderme.

—No agradezcas, amor —pidió el mayor mirándolo con ternura—. Haría todo por mi chico.

—Soy tu chico, hyung.

—Lo eres, Nini.

—Lo eres, Nini

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My Boy¹ ☘ ChanInDonde viven las historias. Descúbrelo ahora