treinta y ocho

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Lisa's pov:

Sentí los besos de Jennie en mi rostro intentando despertarme. No me gusta que me despierten, odio despertar antes de que mi cuerpo diga naturalmente que mi tanque está lleno.

—Buenos días... Anda, debes ducharte. —murmuró en mi oído.

—Mhm... ¿Qué hora es? —pregunté aún somnolienta.

Ella siguió besando mi mejilla y la sentí pegar su rostro al mío.

—Las seis de la mañana. —murmuró y yo solté un gruñido.

—Es muy temprano, no me gusta que me despierten.

—Ya sé, a Leo tampoco —susurró.—. Él debe levantarse a las siete...

—Bien. —murmuré intentando volver a dormir.

—Dijiste que querías que viviéramos juntas —murmuró y asentí.—. Y Leo también...

—Sí... —susurré para luego soltar un bostezo.

—Entonces necesito que me pruebes que puedes ayudarme con él... Ya sabes, levantarlo, darle un baño, ayudarlo a vestirse y desayunar con nosotros...

—Pero se levanta hasta las siete. —murmuré abriendo mis ojos.

—Es para que puedas ducharte...

—Me ducho en cinco minutos, no tardo más que eso. —me quejé nuevamente.

—No es por la ducha... —susurró en mi oído mientras bajaba su mano por mi pecho hasta llegar a mi entrepierna.— Tenemos media hora...

Sonreí sintiendo mi erección mañanera ser acariciada por Jennie.

—Que considerada, señorita Kim —susurré girándome para tomar su cintura.—. ¿En la ducha?

—Sí —murmuró ella besándome cortamente.—. Vamos.

Me levanté y ella también. La tomé por la cintura y caminé hasta el baño mientras la besaba y ella comenzaba a quitar la camiseta de su pijama.

—Me gusta la hora feliz de Lisa y Jennie. —susurré.

—¿Esto es la hora feliz?

—Cada vez que estoy contigo es la hora feliz.

[•••]

—Leo, arriba. —murmuré tomando las sábanas del pequeño y sacándolas.

Él se estiró y sonrió.

—Me amanecí solito —murmuró.—. Ya estaba amanecido.

Sonreí.

—Que suerte, a mi me despertó tu mamá. —murmuré.

—Mamá siempre hace eso, no sabe dejar amanecer. —murmuró.

Se levantó y tomó mi manito.

—¿Elegirás tu ropa? —pregunté y él asintió.

—Quiero enseñarte mis animalitos. —murmuró.

Caminamos hasta su guardarropa y su ropa interior tenía muchos animales hacía arriba.

—¿Esos son bóxers de animales? —pregunté y él asintió.

—Sí, hoy quiero ser un león, porque hacen grr —imitó uno antes de tomar el bóxer de color naranja.—. Ahora sólo queda la ropa menos importante.

Comenzó a seleccionar sus cosas y me las entregó.

—Mamá dijo que en el baño está todo lo que necesito, incluso las toallas.

¿Disculpa? | Jenlisa G!P (Adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora