-Capítulo 13-

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2 DÍAS PARA DESAPARECER

A la mañana siguiente yo ya sentía que no podía más. Sentía que me debía marchar ya, pero algo me decía que aguantara más, así que hice caso. Aguanté dos días más.

Me había despertado a las 8am por culpa de unos golpes que había dado mi padre en mi puerta. Nunca me dejaba dormir lo que yo quería, siempre quería que me despertara cuando él decía.

-¡Venga Mia! ¡Despierta de una vez!

Yo no quería llorar, no me apetecía que aquello fuera lo primero que hiciera en el día, pero mi cuerpo no podía más. Necesitaba llorar y llorar, aunque yo sabía que eso no cambiaría nada, incluso podría empeorarlo.

-Voy...

Me levanto y me visto lo más rápido que puedo. Salgo de la habitación tras haberla arreglado para que mis padres no me digan nada y voy a la cocina. No miro ni a mi madre ni a mi padre, simplemente me acerco a la nevera, me preparo mi desayuno, y me lo como sin quitar la mirada de la mesa y luego salgo de allí.

-Mia, ¿saluda al menos, no?

Suspiro y me acerco a mi madre. Le digo un "hola" y me vuelvo a la habitación. Después de unos minutos mi madre viene y se sienta junto a mi en mi cama.

-Mia, ¿quieres hablar?

-No.

Ella no se rinde y me vuelve a preguntar.

-¿De verdad no necesitas ayuda?

-Mamá, no me ayudas. Ayer vine a casa llorando tras haber cortado con mi novio y que él me pegara y lo único que hiciste fue tomarme por loca. Mamá, yo no estoy loca...

Mi madre se ríe.

-Mia, no me puedo creer algo que no es cierto.

-¡Pues es cierto mamá! ¡Si no te lo quieres creer no lo hagas!

Salgo corriendo de mi habitación y me encierro en el lavabo. Me siento en el suelo e intento calmarme. Me tiemblan las manos, las piernas y siento que no puedo respirar. Intento respirar hondo con lágrimas en los ojos y poco a poco voy recuperando la calma, pero la paz no dura mucho y vuelvo a caer. Siento que lo tengo que hacer, lo tengo ahí, en el cajón, pero no lo hago.

-¡Mia! ¡Abre la puerta o te juro que te hago llorar más!

Esos gritos me asustan. Siempre que mi padre se enfada me entra miedo. Sé lo que es capaz de hacer y no me gusta, tampoco creo que me lo merezca.

Abro la puerta y me encuentro a mi padre allí parado mirándome con odio.

-¿Me puedes explicar qué te pasa? Seguro que no es algo tan importante como para que estés así.

-No me pasa nada.

Y tras esto salgo de casa sin mirar atrás. Sé que al volver me castigarán y me gritarán como suelen hacer siempre, pero no me importa.

Camino rápido haciendo que el viento se lleve mis lágrimas y llego hasta la casa de Adam. Al tocar a la puerta él me recibe, nota que necesito ayuda, me abraza y me deja entrar al interior. Ya dentro me sienta en el sofá y él se coloca a mi lado.

-Tranquila, ya está...

Me abraza fuerte y en ningún momento me suelta. Yo lloro contra su pecho y él me acaricia el pelo. Me siento muy bien a su lado, sintiendo su cariño y apoyo y sabiendo que nunca me dejará caer.

-No entiendo...

-¿Qué ha pasado...?

-Mis padres... No me creen en nada... No confían en mi...

Adam me calma más y no se separa de mi lado en ningún momento.

-Escucha, ya sabes como son. Sabes perfectamente que son así de estúpidos y fríos y que no saben ser unos buenos padres.

-Ya Adam... Pero me da rabia...

-Y es normal, es totalmente normal que estés así...

El chico me agarra el rostro y hace que nuestras miradas se junten.

-Tú sabes que a mi me tienes para todo, igual a ellos no, pero a mi sí. Eso no va a cambiar nunca.

Adam me abraza mucho más fuerte y me da un beso en el pelo.

-Te quiero Mia, y no pienso dejarte sola nunca.

Mariposas (Parte 2) ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora