En una habitación de la casa, Kyojuro abrazaba con cuidado a Senjuro, sosteniéndolo con ternura mientras sus ojos dorados, teñidos de rojo, reflejaban una angustia que trataba de ocultar con una cálida sonrisa. No quería alarmar a su hermano menor, pero su corazón dolía al ver los moretones que marcaban los delicados brazos de Senjuro. Sabía quién era el responsable. ¿Por qué nuestro padre tenía que ser así? se preguntaba, luchando contra la sensación de culpa que lo invadía. Había prometido proteger a Senjuro, y ahora sentía que le había fallado.—Perdón, Senjuro... No he cumplido la promesa que le hice a mamá. Es mi culpa que estés pasando por todo esto —dijo Kyojuro con seriedad. Su rostro mostraba descontento consigo mismo, pero en sus ojos brillaba la determinación—. Te prometo que, de ahora en adelante, haré todo para que estés mejor.
Las palabras de su hermano mayor hicieron que Senjuro sintiera un nudo en la garganta. Sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas, y aunque intentaba mantener la compostura, su voz temblaba.
—No digas eso... No es tu culpa. Es mía, por no saber defenderme. No te culpes por lo que pasa —murmuró, tratando de sonar sereno, pero cada palabra parecía romperse en su boca.
Kyojuro negó con suavidad, acariciándole la cabeza. Sus labios esbozaron una sonrisa llena de ternura, diferente a la enérgica expresión que solía mostrar.
—Escúchame bien, Senjuro. A partir de ahora, me dedicaré más a cuidarte. No puedo llamarme un Hashira digno si no protejo a los que amo.
Senjuro lo miró en silencio, sintiendo cómo un tenue alivio se filtraba en su pecho. Una ligera sonrisa cruzó su rostro, aunque aún intentaba contener las lágrimas. Por un momento, el ambiente se llenó de una calma que ambos necesitaban, pero la paz se quebró cuando la ronca voz de su padre resonó desde el pasillo.
—¿A dónde crees que vas con él? Tengo hambre. Que venga a servirme de comer —gruñó Shinjuro con tono molesto.
Kyojuro suspiró con frustración y se detuvo. Sin titubear, respondió con firmeza.
—Hazlo tú. Senjuro tiene sueño; lo llevaré a su cama.
Mientras seguía caminando, Shinjuro avanzó hacia él, alzando el brazo para golpearlo. Pero Kyojuro detuvo el movimiento con facilidad. Su mirada desafiante, firme y sin temor, contrastaba con la creciente preocupación de Senjuro, quien temía por lo que podría pasar una vez que Kyojuro se fuera en su próxima misión.
—Padre —dijo Kyojuro con voz firme—, sabes que te respeto, pero si no respetas a Senjuro, yo tampoco te respetaré.
El aire se volvió pesado, pero Kyojuro no cedió. Entró en la habitación de su hermano menor y lo dejó suavemente sobre la cama.
—¿Te puedes quedar conmigo esta noche? No quiero estar solo... —murmuró Senjuro con la cabeza gacha, evitando mirarlo a los ojos.
—¡Por supuesto que sí! Hazme espacio —respondió Kyojuro con su característica energía, sonriendo ampliamente—. Cámbiate para dormir cómodo.
Senjuro se levantó con un leve sonrojo y buscó su pijama. Mientras se cambiaba, Kyojuro lo miró por un instante, sorprendido por lo frágil y delicado que parecía. Sin pensarlo mucho, se acercó y lo abrazó por los hombros, lo que hizo que Senjuro se sobresaltara y se ruborizara aún más. Una vez vestido, Senjuro le devolvió una tímida sonrisa, y Kyojuro volvió a su lugar, recostándose en el futón.
—Es tarde, deberíamos dormir. Mañana tengo que levantarme temprano... y tú también, supongo, para tu próxima misión —comentó Senjuro con un tono desanimado que no pasó desapercibido para Kyojuro.
—De hecho, ¡me quedaré un mes contigo! —exclamó con entusiasmo, dejando escapar otra de sus radiantes sonrisas.
Los ojos de Senjuro brillaron de alegría. Sin pensarlo, se lanzó a abrazarlo, escondiendo su rostro en el cuello de Kyojuro, respirando su aroma familiar. Sin embargo, se apartó rápidamente, nervioso y con el rostro encendido.
—¿Estás bien? Pareces confundido —preguntó Kyojuro, acariciando su mejilla con ternura—. Mejor durmamos, ya tengo sueño.
Senjuro asintió en silencio. Esa noche, mientras Kyojuro dormía profundamente, su rostro relajado y tranquilo, Senjuro no pudo evitar contemplarlo en la penumbra. Poco a poco, sus párpados pesaron más hasta que el sueño lo venció, llevándose consigo un poco de la paz que tanto necesitaba.

ESTÁS LEYENDO
━ 𝕮uando 𝕹os 𝕱lechamos
Science FictionSus ojos se cruzaron junto con sus deseos más íntimos, sin poder evitar mirarse con deseo. Cupido les hizo una jugada mala y ahora su relación cambiará drásticamente, las flechas llegaron al unísono a sus corazones apagados que ahora una fuerte lla...