La tormenta que había arrasado la vida de los Rengoku finalmente había sido destruida. La luna demoníaca había caído, y con ella, el peso de la tragedia que había marcado a la familia. Giyuu se fue el mismo día que la luna cayó, sin decir mucho más que un par de palabras de despedida. Desde entonces, todo parecía más tranquilo. Ya no había peleas ni gritos, la paz había llegado, pero algo extraño se había instalado en el corazón de Senjuro. A pesar de la calma, su vida se sentía vacía, como si todo lo que había conocido ya no tuviera sentido. Había un hueco dentro de él que, por más que trataba de llenar, no lograba encontrar consuelo.Ya no disfrutaba de la compañía de su padre. La presencia de Shinjuro lo irritaba más que nunca. La relación con él había sido tensa durante años, pero ahora, todo había empeorado. Incluso las visitas de nuevas mujeres de su padre, que llegaban y se iban como si nada, lo ponían aún más irritable. Esta vez, cuando su padre comenzó a beber nuevamente y trajo una mujer diferente a casa, algo dentro de Senjuro explotó. La discusión entre su padre, Kyojuro y Shinjuro se desató, ruidos de gritos y palabras hirientes llenaron la casa. Senjuro ya no podía soportarlo. Con un suspiro cansado, se refugió en su habitación, su cuerpo pesado por la desesperación.
Estaba decidido. Se escaparía. Ya no podía seguir viviendo allí, atrapado en una casa que le traía solo dolor. Empacó sus pocas pertenencias con determinación, su mente clara en su decisión. Las lágrimas caían por sus mejillas, pero no las detenía. Sentía que era su única salida, su única oportunidad para encontrar un poco de paz. Tomó lo esencial, dejando atrás las sombras del hogar que lo habían atormentado. Al mirar su habitación vacía, una sensación de alivio la invadió, aunque su corazón seguía sintiendo la pesada carga de la tristeza. No le importaba que Kyojuro estuviera allí, pensaba que podría encontrarlo nuevamente, pero no en esa casa, no en ese lugar que solo le traía sufrimiento.
Caminó hacia la salida de la casa sin mirar atrás, con los pies pesados y el alma aún más. "Tal vez Giyuu-san podría haberme ayudado...", murmuró entre susurros, su voz quebrada por el dolor que no lograba contener. Sus pasos lo llevaron sin rumbo fijo, solo buscaba huir, sin importar qué sucediera en la fría y oscura noche que lo rodeaba. No pensaba en las consecuencias. Su mente solo se aferraba a la idea de escapar de su tormento.
Finalmente, recordó la finca Mariposa. Recordó que allí estaban buscando personas que pudieran ayudar a los enfermos y heridos. Era el lugar donde podría encontrar consuelo en el trabajo, donde podría estar lejos de los gritos y las peleas que lo habían marcado tanto. Era la oportunidad para empezar de nuevo, para redescubrir el propósito de su vida.
El camino fue largo, pero llegó justo antes del amanecer. La finca Mariposa parecía un refugio de paz, y al tocar la puerta, una de las chicas salió, aún con la mirada adormilada. Senjuro, con voz suave, le explicó su situación
Sé que están buscando personas para ayudar a atender a los enfermos y heridos. Quiero unirme a ustedes- Su tono era sereno, sin rastro de ansiedad, solo un deseo profundo de encontrar un propósito en su vida.La chica sonrió dulcemente.- ¡Claro! Me encantaría que te unieras. Pasa, aún es temprano, voy a informar a Kocho- Con gentileza, tomó su mano y lo condujo hacia el interior.
En el interior de la finca, Kocho fue despertada y, al ver a Senjuro, le pidió que se acercara para examinarlo. Su mirada era tranquila y cuidadosa, como si supiera lo que necesitaba. Le ofreció un broche con la forma característica de una mariposa, el cual era blanco, como el simbolismo de la calma que buscaba en su vida. Kocho le ofreció pintarlo de cualquier color que deseara, pero Senjuro prefirió dejarlo tal como estaba, puro y simple.
Horas después, un herido llegó de una misión. Al verlo, Senjuro se sorprendió al reconocerlo. Era Giyuu Tomioka, el pilar de agua. La tensión entre ellos fue inmediata, pero Senjuro mantuvo la calma, como si no lo conociera, como si fuera solo otro herido al que debía atender. Sin embargo, Giyuu parecía tener una sensación extraña. Al mirarlo con los ojos entrecerrados, la duda se reflejaba en su rostro
Senjuro... ¿qué haces aquí? ¿No se supone que estabas en tu casa con Kyojuro y tu padre?- preguntó Giyuu, su tono, aunque suave, llevaba consigo una carga de desconcierto. A pesar de su usual frialdad, algo en su voz revelaba una preocupación por el joven.Senjuro, con una sonrisa ligera, respondió- Mi vida allí no era vida. Aquí me siento mejor, me gusta ayudar a los demás. Como lo estoy haciendo contigo ahora- Terminó de vendar las heridas de Giyuu con una delicadeza que solo alguien que había aprendido a cuidar podía mostrar.
Giyuu lo miró en silencio por un momento, antes de suspirar- Kyojuro debe estar buscándote. Debe estar preocupado por ti-. Observó la hora en el reloj, dándose cuenta de que ya casi era la una de la tarde.
Senjuro bajó la mirada, una leve tristeza cruzó su rostro. - De todos modos, yo... necesito estar aquí ahora- dijo suavemente, levantándose para despedirse. "Mejorese", murmuró con amabilidad, antes de salir de la habitación.
Giyuu se quedó allí, mirando al joven salir. Algo dentro de él sentía que Senjuro necesitaba ayuda, pero no sabía cómo hacerlo sin interrumpir su proceso. A veces, pensaba, las personas necesitaban encontrar su propio camino, y aunque él deseaba poder hacer más, sabía que debía dejarlo ser. Aun así, la preocupación por él no desaparecía.
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━ 𝕮uando 𝕹os 𝕱lechamos
Bilim KurguSus ojos se cruzaron junto con sus deseos más íntimos, sin poder evitar mirarse con deseo. Cupido les hizo una jugada mala y ahora su relación cambiará drásticamente, las flechas llegaron al unísono a sus corazones apagados que ahora una fuerte lla...