El tiempo pasaba en la finca, pero las cosas no mejoraban. Kyojuro había comenzado a evitar a Senjuro, algo completamente inusual en él. Sus miradas no se cruzaban como antes, y sus interacciones eran cada vez más breves y forzadas. La confusión que albergaba el mayor lo tenía sumido en un constante estado de ansiedad, algo que no pasó desapercibido para Shinjuro, quien observaba los cambios con cierto desdén. Una tarde, mientras Senjuro estaba ausente, Shinjuro decidió confrontar a su hijo mayor.-Kyojuro, necesito hablar contigo. Ven a mi habitación -ordenó con su tono habitual, mezcla de autoridad y resentimiento.
Kyojuro obedeció con cierto nerviosismo, intentando mantener su sonrisa habitual, aunque ésta se desvanecía con cada paso.
-¿De qué quieres hablar, padre? Espero no haber hecho algo mal. Si es así, lo siento mucho.
Shinjuro lo observó con seriedad, cruzando los brazos.
-No, no has hecho nada malo. Pero hay algo que me incomoda. ¿Por qué actúas de manera tan extraña con Senjuro? No es normal en ti. Y aunque no me importe mucho lo que hagas, el ambiente se vuelve insoportable cuando están los dos juntos.
El tono de su padre era severo, pero con un tinte de curiosidad que lo hacía aún más incómodo.
-Yo... no lo he notado. Quizá solo lo imaginas, padre. Ya sabes, siempre estás tomando... -respondió Kyojuro, intentando desviar la conversación.
El comentario encendió la ira contenida de Shinjuro, pero el mayor simplemente bufó y dejó el tema, aunque claramente insatisfecho con la respuesta.
Confundido y agobiado, Kyojuro salió al patio en busca de aire fresco. Sin rumbo fijo, decidió caminar hacia la ciudad, esperando aclarar sus pensamientos. Su mente estaba enredada con preguntas que no encontraba cómo responder: ¿Qué estaba sintiendo realmente hacia Senjuro? ¿Qué pensaría su padre si llegara a descubrirlo? ¿Cómo reaccionaría el propio Senjuro si lo supiera?
Caminó durante horas, tratando de despejarse, hasta que decidió entrar a un pequeño restaurante. Estaba disfrutando de su comida cuando algo capturó su atención: a través de la ventana, vio a Senjuro caminando junto a alguien. Kyojuro dejó de comer, enfocándose en ellos. Era un joven cazador, de cabello rojizo y una cicatriz distintiva en su frente. De inmediato, Kyojuro lo reconoció: era Tanjiro Kamado, el hermano de la chica demonio que había conocido en el pasado.
Los dos jóvenes parecían estar disfrutando de la compañía del otro. Sonreían, se miraban a los ojos y parecían perdidos en su propia burbuja. La escena le provocó una extraña incomodidad, un sentimiento que lo hizo tensarse. ¿Celos? Sacudió la cabeza, negándose a aceptar esa posibilidad.
Kyojuro decidió seguirlos en silencio. Durante el trayecto, los observó hablar animadamente, y no pudo evitar notar cómo sus miradas se encontraban con más frecuencia de lo que consideraba apropiado. Finalmente, los vio detenerse frente a la finca. Tanjiro sacó algo de su bolsillo: un pequeño anillo. Senjuro lo recibió con evidente entusiasmo, y ambos intercambiaron despedidas cálidas antes de que Tanjiro se marchara.
La escena encendió una chispa en Kyojuro. Caminó apresuradamente hacia Senjuro, alcanzándolo justo antes de que entrara.
-¡Senjuro! Ya regresé. ¿Dónde estabas? -preguntó con un tono que intentaba ser casual, aunque la incomodidad era evidente.
Senjuro, sorprendido, giró hacia él con una sonrisa radiante y corrió a abrazarlo, escondiendo su rostro en el cuello de su hermano.
-¡Kyo! Estaba preocupado por ti.
Kyojuro lo abrazó de vuelta, aunque su mente no dejaba de pensar en lo que había visto momentos antes.
-¿Dónde estabas? Salí a comer porque no te encontré en casa. ¿Me compraste algo? -bromeó, intentando ocultar sus pensamientos.
-Tonto, claro que no te compré nada -respondió Senjuro con tono burlón.
Kyojuro tomó su mano, buscando disimuladamente el anillo que había visto.
-Entonces, ¿qué es esto? -preguntó, alzando la mano de Senjuro para señalarlo.
Senjuro se sonrojó, retirando su mano rápidamente.
-Es... solo un regalo. No es nada importante -dijo, evitando mirarlo a los ojos.
El mayor arqueó una ceja, pero antes de que pudiera decir algo más, Senjuro tomó la iniciativa.
-Deja de hacer preguntas tontas. Mejor te doy esto -dijo, inclinándose para darle un leve beso en la frente.
La acción tomó a Kyojuro completamente desprevenido. Su rostro se tornó de un rojo intenso, y su expresión traicionaba la sorpresa y el nerviosismo que sentía.
-¿Qué haces? -murmuró, intentando mantener la compostura.
Senjuro comenzó a reírse de su reacción, pero decidió llevar la broma un poco más allá, plantando pequeños besos en su frente, uno tras otro. Kyojuro, atrapado entre la confusión y un sentimiento que no podía identificar, cerró los ojos por un momento, aferrándose a las ropas de su hermano.
-¡Ahora es mi turno! -anunció de repente, antes de devolver los besos de la misma manera, aunque esta vez se detuvo cerca de los labios de Senjuro.
El más joven se quedó inmóvil, sus mejillas ardiendo, y por un instante, el tiempo pareció detenerse. Ambos se miraron en silencio, una mezcla de emociones cruzando por sus rostros. Finalmente, Kyojuro se separó y se aclaró la garganta.
-Es mejor que descanses. Te veré más tarde -dijo, marchándose rápidamente hacia su habitación.
Senjuro, aún aturdido, se dejó caer en su cama. Miró al techo, perdido en sus pensamientos. Algo en él quería más. Mucho más.
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━ 𝕮uando 𝕹os 𝕱lechamos
Science FictionSus ojos se cruzaron junto con sus deseos más íntimos, sin poder evitar mirarse con deseo. Cupido les hizo una jugada mala y ahora su relación cambiará drásticamente, las flechas llegaron al unísono a sus corazones apagados que ahora una fuerte lla...