Mientras Kyojuro corría con la katana en mano, su cuerpo tensándose con cada paso en dirección a su hogar, Senjuro observaba a su hermano, ya más calmado. El peligro había desaparecido, y su respiración comenzaba a regularse. Aun así, algo en su interior lo inquietaba, y no podía evitar preocuparse por Kyojuro.
De repente, Senjuro notó que Kyojuro estaba tenso, su respiración era agitada, y su postura rígida. No sabía si su hermano había detectado algo más, o si la emoción de la pelea anterior aún lo afectaba. Con un gesto suave, Senjuro colocó una mano sobre el pecho de Kyojuro, como si tratara de transmitirle un poco de calma.
—Kyo, calma, por favor... no me gusta verte así —dijo, su voz cargada de tristeza y preocupación.
Kyojuro, al escuchar las palabras de su hermano, desvió la mirada hacia él, notando el contraste en sus expresiones. Senjuro lo miraba con cierta vulnerabilidad, mientras que Kyojuro solo podía sentir una mezcla de frustración y culpabilidad. Un pesado silencio se cernió sobre ellos, ambos conscientes de lo que callaban.
—Perdón si te asusté... no quería que te pasara nada —respondió Kyojuro, su voz cargada de arrepentimiento. Bajó la mirada y luego, con una leve exhalación, continuó—. Detecté la presencia de un demonio cerca... y reaccioné. No podía arriesgarme a que te lastimaran.
Senjuro no dijo nada más. Simplemente asintió, comprendiendo la preocupación de su hermano, pero también sintiendo un nudo en su estómago. La tensión entre ellos era palpable, una incomodidad que ni siquiera las palabras parecían poder aliviar. Con paso lento, Kyojuro comenzó a caminar hacia la casa, esperando que Senjuro lo siguiera. Y así lo hizo.
A medida que avanzaban por el camino, el silencio entre ellos se hacía más pesado. Senjuro no podía quitarse de la mente las palabras que había estado guardando, y Kyojuro sentía una presión creciente, el deseo de entender lo que su hermano había intentado decirle antes. ¿Por qué esa mirada tan seria cuando lo miraba? ¿Qué era lo que Senjuro necesitaba contarle?
Cuando llegaron finalmente a la puerta de su casa, Senjuro, con una valentía renovada, tomó la mano de Kyojuro, deteniéndolo antes de entrar. Kyojuro lo miró, sorprendiendo a su hermano con una sonrisa, aunque esta no era su sonrisa habitual. Estaba tensa, forzada, como si tratara de ocultar algo. Senjuro notó esto, pero también se dio cuenta de lo importante que era este momento.
—Kyo... necesito contarte algo. Pero, por favor, no hagas un escándalo —su voz titubeó al principio, y su mirada se volvió algo más seria, como si hubiera tomado la decisión de decir la verdad de una vez por todas.
Kyojuro lo miró de nuevo, algo en su interior le decía que no le gustaba lo que su hermano tenía que decirle, pero decidió escuchar.
—Padre... tiene una nueva acompañante. Pronto se casarán... y es parecida a mamá.
Las palabras cayeron pesadas en el aire, y Kyojuro se quedó petrificado. El golpe fue más duro de lo que esperaba. Sus ojos se abrieron levemente, mientras una ola de enojo y decepción comenzaba a formarse en su interior. Sin embargo, sabía que no debía desquitarse con Senjuro. No era culpa de él. El verdadero responsable de todo esto era su padre. Aún así, la sensación de traición era abrumadora.
Se quedó en silencio unos momentos, buscando las palabras adecuadas. La rabia era fuerte, pero también lo era la tristeza. Necesitaba calmarse antes de hablar, antes de hacer algo de lo que se arrepintiera.
Finalmente, Kyojuro dejó escapar una pequeña sonrisa, aunque estaba tan forzada que no engañó a nadie. Senjuro, al ver eso, sintió un dolor en su pecho, pero no dijo nada más. Ninguno de los dos quería profundizar en el tema en ese momento. Decidieron dejarlo allí y entrar a la casa. La noche cayó sobre ellos rápidamente, y, aunque ambos sabían que había algo sin resolver, el cansancio los envolvió y ambos se retiraron a sus habitaciones, sin más palabras.
Senjuro no pudo dormir. Estaba inquieto, sintiendo que había hecho lo correcto al hablar, pero también preocupado por cómo Kyojuro lo había tomado. Finalmente, incapaz de soportar más la soledad en su habitación, se levantó y fue hacia la puerta de la habitación de Kyojuro.
—¿Puedo pasar? —su voz sonó cautelosa, temeroso de interrumpir el descanso de su hermano. Si ya estaba dormido, no quería molestarlo.
Desde el interior, Kyojuro respondió con su voz grave, algo ronca por el cansancio: —Pasa, Senjuro.
Senjuro abrió la puerta con suavidad, y al entrar, vio a Kyojuro sentado en el borde de la cama. Su hermano estaba desnudo de la cintura para arriba, con el cabello mojado y una toalla alrededor de su cintura. Senjuro, al verlo, sintió el rubor recorrerle el rostro. Bajó la cabeza, incapaz de mantener la mirada. Pero Kyojuro, con una sonrisa tranquila, lo invitó a acercarse.
—Siéntate aquí —dijo, señalando el espacio junto a él. Senjuro dudó por un momento, pero luego se acercó y se sentó en silencio a su lado.
Senjuro, aunque aún parecía sereno, no pudo evitar romper el silencio. —Perdón si la noticia te la di de una manera tan brusca. No supe cómo decirlo, y... hace un rato, cuando te jalé, era porque ella venía hacia la casa. No quería que la vieras. —Su voz sonaba más quebrada de lo habitual, como si las emociones estuvieran a punto de desbordarse.
Kyojuro lo miró de reojo, y con una suavidad en su tono, le respondió: —No tienes la culpa de esto. Está bien que me lo hayas dicho. No te preocupes por cómo lo dijiste.
Sin pensarlo demasiado, Kyojuro envolvió a Senjuro en un abrazo, apretándolo contra su pecho. Senjuro se quedó quieto, sintiendo el calor de su hermano y el aroma a sudor y a madera que lo rodeaba. El contacto, tan cercano, lo hizo sentirse vulnerable, y por un momento, casi olvidó todo lo que estaba pasando.
Senjuro se apretó un poco más contra él, sintiendo una oleada de emociones que no lograba entender del todo. Algo dentro de él, en lo más profundo, deseaba más cercanía, más contacto. Pero no podía ponerle nombre a lo que sentía. Fue entonces cuando Kyojuro, al notar el pequeño movimiento, soltó una risa suave, casi inaudible.
—¿Qué pasa, Senjuro? —le preguntó en voz baja, como si también él estuviera comenzando a notar el extraño cambio en la atmósfera.
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━ 𝕮uando 𝕹os 𝕱lechamos
Ciencia FicciónSus ojos se cruzaron junto con sus deseos más íntimos, sin poder evitar mirarse con deseo. Cupido les hizo una jugada mala y ahora su relación cambiará drásticamente, las flechas llegaron al unísono a sus corazones apagados que ahora una fuerte lla...