cap- 12

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La misión con el Kamado solo parecía causar más incomodidad a Kyojuro, un nudo pesado se formaba en su pecho cada vez que pensaba en lo que estaba por suceder. A pesar de su naturaleza optimista, la lucha constante en su mente comenzaba a cobrarle factura, y el caos interno se desbordaba como una tormenta furiosa que no lograba calmar. Durante el viaje en aquel tren, el agotamiento fue más fuerte que su voluntad, y sus ojos se cerraron, arrastrándolo a un sueño profundo, aunque inquieto.

De repente, un susurro del viento, una sensación extraña en el aire, lo despertó con un sobresalto. Su instinto, agudizado por años de lucha, le advirtió que había algo cerca, algo peligroso. Abrió los ojos con rapidez, y en un parpadeo, vio a su alrededor cómo el equipo de cazadores del Kamado ya se encontraba enfrentando a un demonio.

De un momoento a otro Akaza, la temible superior tres, había aparecido de la nada, y la batalla había comenzado con una ferocidad que solo podía compararse a un incendio descontrolado.

Kyojuro, atónito por la rapidez de los acontecimientos, se dio cuenta de que se encontraba cara a cara con Akaza. La sorpresa lo tomó por un momento, pero no permitió que la incertidumbre lo dominara. Su determinación brilló en sus ojos, y sin vacilar, se lanzó a la lucha, sabiendo que todo lo que había vivido lo había preparado para este momento. Tanjiro, que había presenciado todo, entendió inmediatamente la gravedad de la situación. El joven Kamado no dudó ni un segundo: envió a su cuervo a buscar ayuda, con la esperanza de que la intervención de más cazadores pudiera marcar la diferencia.

Mientras la batalla continuaba con intensidad, los cazadores que acompañaban a Kyojuro solo podían observar, congelados, en silencio, temerosos de desobedecer sus órdenes. Sabían que el Pilar del Fuego era capaz de enfrentarse a Akaza, pero la amenaza que representaba el demonio era palpable en el aire. El caos de la lucha hizo que el tiempo pareciera dilatarse, pero en un giro inesperado, cuando Akaza intentó un golpe mortal hacia el abdomen de Kyojuro, Tanjiro fue este quien, con su habilidad inhumana, detuvo el ataque con su katana. Un forcejeo violento se desató, y aunque Kyojuro estaba agotado y herido, su resistencia y fuerza no flaquearon.

Sin embargo, al despuntar el sol, un rayo de esperanza se filtró en la batalla. Sabían que, con la llegada de la luz, Akaza se vería obligado a retirarse. Con una expresión de frustración y rabia, el demonio comenzó a retroceder, alejándose en la dirección del bosque, dejando a los cazadores con la sensación de que la victoria aún no estaba asegurada.

Kyojuro cayó al suelo, herido, su cuerpo agotado por el esfuerzo y la batalla. Las heridas eran graves, y a pesar de su fortaleza, la fatiga era demasiada para su cuerpo. Los enfermeros llegaron rápidamente, y con la ayuda de sus compañeros, lo llevaron a toda prisa hacia la finca de Shinobu, donde podrían atenderlo con más eficacia. Tanjiro, aliviado pero aún preocupado, respiró hondo. Sabía que había salvado la vida de su amigo y mentor, pero también entendía que la lucha no había terminado para ninguno de ellos. Sus propios amigos también fueron llevados a urgencias, ya que todos, de una u otra manera, habían resultado heridos.

El corazón de Senjuro, quien había estado esperando noticias, latía con fuerza en su pecho mientras corría hacia la finca Mariposa. La angustia le apretaba la garganta, y sus pasos se aceleraban, temiendo lo peor. Cuando finalmente llegó, respiró con dificultad, sus manos temblaban al preguntar por Kyojuro y Tanjiro. La incertidumbre lo consumía, y la ansiedad le nublaba la mente. Corrió hacia las habitaciones de ambos, y allí, al ver a su hermano y a su amigo descansando, un suspiro de alivio escapó de sus labios. Sus cuerpos estaban agotados, pero vivos. Senjuro, con los ojos brillosos, se acercó y se sentó junto a ellos, sin querer separarse de su lado. No podía más que quedarse allí, esperando a que despertaran.

Horas después, Kyojuro despertó con la luz tenue de la mañana bañando su rostro. Sus ojos se movieron lentamente, buscando a su alrededor, hasta que finalmente se posaron sobre una figura encogida junto a él. Era Senjuro, dormido, con su rostro sereno pero con el cansancio reflejado en su postura. Al ver a su hermano allí, aliviado pero preocupado, Kyojuro no pudo evitar que su expresión se suavizara. Con una mano débil, acarició la cabeza de Senjuro, despertándolo. El joven, al abrir los ojos, se encontró con la mirada cálida y tranquila de su hermano. Sin pensarlo, se levantó y abrazó a Kyojuro con fuerza, como si temiera que desaparecería en cualquier momento.

Las lágrimas, que no había podido contener, comenzaron a correr por sus mejillas, y Kyojuro, con una sonrisa leve, las secó con su pulgar, acariciando suavemente su rostro. Con una delicadeza que solo un hermano mayor podía tener, se inclinó hacia él y le dio un beso en la mejilla, casi en el borde de los labios. El gesto, cargado de cariño y ternura, hizo que Senjuro se sonrojara, pero, a pesar de la timidez, no pudo evitar reírse, un sonido alegre que rompió el ambiente tenso que se había formado entre ellos.

Senjuro...- dijo Kyojuro en un susurro, con la voz algo rasposa por el cansancio.- Voy a retirarme... Me he dado cuenta de que si el joven Kamado no me hubiera ayudado, no estaría aquí, hablando contigo. No quiero dejararte solo.

Las palabras de Kyojuro, llenas de determinación y amor por su hermano, hicieron que Senjuro sintiera un nudo en la garganta. Las lágrimas volvieron a caer, pero esta vez eran de emoción. Sabía lo que significaba para su hermano esa promesa, y lo valoraba más de lo que las palabras podían expresar.

En ese instante, los dos hermanos Rengoku se abrazaron, sin importar el dolor ni las cicatrices de la batalla. Ningún demonio, ninguna amenaza externa, podría separar el lazo que los unía. En ese momento, solo existían ellos dos, el uno para el otro, y el mundo exterior no importaba. Todo lo demás quedaba atrás, mientras se sumergían en el calor de su cariño compartido. Nadie podría arrebatarles ese refugio de amor y esperanza que se habían dado mutuamente.

━ 𝕮uando 𝕹os 𝕱lechamosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora