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shockeada puede ser la palabra que describe mi estado.

—Quiero que tengas claro que esto no es ninguna obligación, ni algo que vaya a afectar a tu trabajo en la empresa, si dices que no, cosa que es perfectamente comprensible, no pasa nada, seguirás siendo nuestra empleada y nosotras tus jefas como hasta ahora. Y si dices que sí, lo mismo que te he comentado antes.

—Aquí es aquí y fuera de aquí es fuera de aquí —murmuro.

—Exacto.

—¿Puedo pensarlo?

Necesito salir de aquí, o me dará me da un pasmo

—Por supuesto, tómate tu tiempo, hoy es martes, tienes hasta el jueves.
Este es el contrato que deberás firmar si accedes, puedes leerlo con calma — dice entregándome una carpeta—en cuanto a lo que te he propuesto, si tienes cualquier duda que necesitas que te aclare vienes y lo hablamos, que no te dé miedo preguntar.

—vale.

tomo la carpeta y mi botella de agua vacía y vuelvo a mi lugar favorito en esta empresa, los baños. Después de refrescarme durante varios minutos me encierro en un baño, bajo la tapa del baño me siento y cierro los ojos buscando algo de relajación. No he salido de aquí hasta que mi respiración no se ha normalizado.

Cuando llego a casa me tiro en el sofá sin dar crédito a lo que Jennie me ha propuesto, nunca se me hubiera ocurrido que esa a pareja le gustan ese tipo de juegos y mucho menos que me invitasen a participar en ellos.

Me inquieta mucho, tengo claro que voy a decir que sí, no se me ocurre mejor forma para quitarme la tensión y excitación que ellas me provocan que dejar que sean ellas las que me sacien. Pero el hecho de que Lalisa mire me pone muy nerviosa, estoy segura de que me voy a paralizar y no sé si podré cumplir con lo que me piden. Por otro lado siento mucha curiosidad por saber cuáles son los requisitos de Lalisa, Jennie ha dicho que no suele participar, pero no que no participe nunca, y yo deseo que participe conmigo, me muero de ganas de acostarme con ella.

No he pegado ojo en toda la noche, primero le he echado un vistazo rápido al contrato pero no he perdido demasiado tiempo en el, la cosa es muy simple, basta con mi silencio para no tener problemas. He aprovechado la tortura de las imágenes que mi mente proyecta de esas dos diosas una y otra vez para recrearme con un vibrador que he comprado para no dejarme la mano cada vez que pienso en ellas.

El miércoles se me corta la respiración cada vez que veo pasar a Jennie, ella se comporta como siempre, seria y distante, pero yo no puedo dejar de pensar en lo que me propuso ayer, si Misuk y los demás lo supiesen se sorprenderían.

Tengo mil preguntas para ella pero no sé ni por dónde comenzar ni cuál es el límite de lo que ella está dispuesta a contarme, sé que no me dirá nada sin firmar el contrato primero, así que el jueves, después de haberme pasado de nuevo la noche sin dormir, decido presentarme en su despacho a primera hora de la mañana, dispuesta a decirle que acepto participar en su juego y a hacerle las preguntas que me dé la gana para enterarme un poco del tipo de cosas que les gusta hacer a esta pareja.
Todo es más fácil cuando solo lo pienso, porque cuando me detengo frente a la puerta de su despacho con la mano alzada para llamar, puedo ver cómo me tiembla el pulso otra vez, vuelvo a estar hecha un puto flan, pero tengo que hacerlo de una vez, así que allá voy. Llamo un par de veces, escucho su voz darme paso y cuando abro la puerta me quiero morir, Lalisa está sentada frente a ella y al verla me quedo completamente bloqueada, quiero saludar pero las palabras no me salen, me cuesta respirar y la boca se me está secando muy rápido. Si ya de por sí, se me hace muy difícil hablar sobre esto con alguien tan seria como Jennie hacerlo delante de Lalisa me resulta imposible, me impone demasiado pese a ser la tercera persona implicada en el asunto.

—¿Te vas a quedar ahí todo el día? —pregunta Jennie con picardía.

Supongo que Lalisa debió reírse, porque Jennie le ha guiñado un ojo y me ha parecido jodidamente irresistible al hacerlo, me lo hace a mí y me derrito aquí mismo. Ni contesto ni me muevo, necesito una excusa, no quiero hablar delante de Lalisa, pero entonces la impresionante mujer me mira y me traspasa con sus ojazos oscuros y un gesto más relajado de lo habitual, aunque sigue seria.

—Entra Chaeyoung—ordena —yo ya me voy.

Joder, oír mi nombre pronunciado por ella me hace estremecerme, la piel se me eriza y noto un agradable hormigueo. ¿Qué tipo de efecto surge esta mujer en mí? Aquí sigo yo, quieta  ante la mirada de las dos mujeres que quieren follarme. De pronto Lalisa se pone en pie, se encamina hacia la puerta y cuando llega a mí me roza un brazo con suavidad y me hace pasar.

—No muerdo Chaeyoung... Aunque quizá a ti sí —susurra al pasar por mi lado.

¿Quién tiene un manantial entre las piernas?

Sale sin mirarme y cierra la puerta dejándome sola con la mujer que no va a permitir que mi excitación disminuya, sin que me diga nada me siento en la silla y cruzo las piernas con fuerza, necesito apretar, el corazón me late en pleno monte venus y me noto demasiado mojada.

—Tú dirás —dice recostándose en el respaldo de su silla.

¿Cómo puede ponerme tan nerviosa? Solo es sexo joder, no es nada malo, pero me supera la situación, estas dos mujeres me imponen demasiado y siento como se me seca la boca otra vez.

—Necesito agua —digo de pronto.

ALGO DE TRES Donde viven las historias. Descúbrelo ahora