5. Viernes

1.5K 141 10
                                    

Rosé

Hoy viernes me he levantado más activa que nunca, necesito no pensar, así que es el día que más me paseo por las oficinas, aprovecho cualquier excusa para visitar la cafetería, la sala de profesores, la de reuniones, el baño... Cualquier sitio en el que pueda encontrar gente con la que hablar me sirve, pero aun así el puto día se me hace eterno. La única buena noticia es que no me cruzo ni con Jennie ni con Lalisa, de hecho no sé si es casualidad o si simplemente ninguna de las dos ha acudido hoy a la oficina.

Por la tarde en cuanto llego a casa me doy una larga ducha y me dedico a asearme con esmero, si Jennie lo quiere suave se lo daré suave, mi plan es comer algo antes de dirigirme a su casa, los nervios me afectan más si tengo el estómago vacío, pero he sido incapaz de masticar y tragar una simple galleta, mi estómago está cerrado por completo y mis nervios a flor de piel. Estoy mucho rato plantada frente al armario sin saber que ponerme, todo me parece inadecuado hasta que me doy cuenta de que da igual lo que lleve puesto, ellas me quieren desnuda.

—Joder, joder, joder —susurro para mí.

Al final elijo mis vaqueros favoritos, unos rotos de color azul claro que me hacen un culo que me encanta, una camiseta de manga corta y camisa blanca abierta por encima. He metido unas bragas y un pequeño neceser con lo básico en el bolso por si me permiten ducharme y a las siete he salido de casa.

La de ellas está a tan solo media hora de la mía en coche, pero no quiero llegar tarde, bastante inquisidora me parece la mirada de Lalisa en estado normal como para que encima la enfade llegando tarde. Cuando por fin llego, aparco en la puerta, apago el motor y bajo todas las ventanillas del coche, me falta el aire, los latidos de mi corazón son tan fuertes y frenéticos que los noto retumbar en el volante a través de mis manos sudorosas. Me planteo incluso darme media vuelta y marcharme, puedo dejarle un mensaje a Jennie con cualquier excusa o simplemente decirle la verdad, que estoy cagada de miedo.

Pero no lo hago, el inmenso morbo que me provocan ambas y las increíbles ganas de tener sexo con ellas que tengo me mantienen aquí hasta las ocho menos cinco, momento en el que me bajo del coche y llamo al timbre. Es una casa unifamiliar, con algo de terreno delante y probablemente en la parte de atrás, tienen vecinos a cada lado, pero un muro alto decorado con celofán en la parte de arriba les proporciona intimidad. Oigo como se abre la puerta de la casa y los pasos de una persona acercarse hasta la de la calle mientras mis latidos me retumban en la cabeza.

En cuanto se abre la puerta me encuentro con Jennie vestida exactamente igual que yo, unos vaqueros, camiseta y en chanclas. Lleva el pelo suelto y el aire le mueve la melena haciendo que su aroma fresco se apodere de mí. Me enfoca y las piernas comienzan a temblarme, creo que tengo un problema, estoy demasiado nerviosa.

—Pasa chaeyoung —murmura en tono suave y amable.

Algo a lo que no me tiene acostumbrada por cierto, Lalisa siempre es igual de fría, distante y seca, pero Jennie tiene momentos en los que parece no tener corazón y otros como este en los que se muestra cercana, y eso me desconcierta mucho. No digo nada, no puedo, entro, espero a que ella cierre la puerta y sin mirarla me limito a seguirla. El suelo de la casa es una pasada, de mármol en un tono rojizo muy suave que hace que todo parezca acogedor, hablo del suelo porque es donde he clavado la vista hasta que hemos llegado a la cocina y he visto a la impresionante Lalisa sentada en una pequeña mesa tomándose un refresco, a diferencia de nosotras ella viste un pantalón corto y camiseta de tirantes. Mis ojos van directos al escote.

Jennie entra y yo me detengo en la puerta tentada de salir corriendo, me tiembla todo demasiado, mi nivel de seguridad en mi misma es cero en este momento, me siento pequeña y a merced de dos mujeres que parecen tenerlo todo muy claro. Necesito aire, aquí no hay suficiente, en ninguna parte lo hay.

—Hola chaeyoung —saluda Lalisa con su particular gesto serio.

No contesto, oír su voz me desboca del todo. De pronto me pongo una mano en el pecho asustada por la virulencia de mis latidos, esta velocidad no puede ser normal.

—¿Estás bien? —pregunta Jennie  acercándose a mí.

—Nerviosa, muy nerviosa —susurro en voz muy baja.

Sonríe. ¿Qué coño le pasa? ¿Yo estoy al borde de un paro cardíaco y a ella le parece divertido?

—ven, siéntate, es normal que estés nerviosa. ¿Quieres un refresco? —me ofrece amablemente.

—Agua.

Me siento frente a Lalisa y Jennie me planta un vaso de agua delante, se queda de pie a mi lado con la jarra en la mano y un gesto divertido que consigue arrancarme una sonrisa. Me lo bebo de un trago y vuelve a llenarme el vaso ante la mirada atónita de Lalisa. Vuelvo a beber dejando el vaso por la mitad, Jennie lo rellena y se sienta a mi lado

—Relájate Chaeyoung, esto no es llegar y follar, ¿vale? Estar nerviosa en una situación así es normal, sobre todo la primera vez. Así que tranquila.

Sus palabras me tranquilizan un poco, y el hecho de que ella me trate de forma más cercana también, pero estar aquí sentada con ellas me incomoda un poco. ya ha dejado claro que ni les importa mi vida ni a mí la suya, y tiene razón, pero eso me corta el rollo, ninguna pregunta me parece apropiada y no sé de qué hablar, ellas parecen en la misma situación que yo, así que les pido que me dejen pasar al baño, hago pis, me limpio bien con una toallita, me lavo las manos y salgo dispuesta a decirles que estoy preparada, pero no hace falta, cuando entro en la cocina Lalisa no está.

—Nos espera en la habitación —se adelanta Jennie ante mi cara de circunstancia—¿Estás lista?

Me excito de golpe, en cuanto oigo la palabra habitación una oleada de fuego me recorre el cuerpo y unas extrañas cosquillas se apoderaron de mi sexo, tal vez no esté lista, de hecho estoy convencida de que no lo estoy, pero mi hambre de sexo con ellas me hace asentir.

Suspiro muy profundamente cuando me coge de la mano y con un paso muy elegante se encamina por el pasillo tirando de mí. Pasamos por un par de puertas después de la del baño en el que yo he estado y se detiene frente a la que está más al fondo del pasillo, la última.

—Recuerda, si algo te incómoda dilo, ¿vale?

Comienzo a temblar otra vez, y sin soltarme de la mano coloca la otra en el pomo de la puerta y me mira antes de abrir.

—Es sexo chaeyoung, disfrútalo —sonríe guiñándome un ojo.

¿Qué es esa inundación entre mis piernas?

ALGO DE TRES Donde viven las historias. Descúbrelo ahora