18. Box 3

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Lisa

Otra vez lo he vuelto a hacer, Chaeyoung se ha acercado para decirme algo y como estoy de mal humor la he despachado con un gesto nada agradable que sin duda le ha molestado. En cuanto le cuelgue a este imbécil pienso pedirle perdón, no me gusta nada tratarla así, tengo que hacer un esfuerzo y tragarme mi orgullo de una vez. De repente ha salido corriendo, no sé qué le pasa, ¿tanto se ha cabreado que me va a dejar aquí tirada? Sin duda me lo merezco.

La observó correr, es muy ágil, y todo lo que tiene de ágil nuestra amante lo tiene de imprudente, porque acaba de meterse entre dos coches con la intención clara de salir a la carretera y creo que no ha visto que viene un coche. El corazón se me acelera, suelto el teléfono y un grito de desesperación sale de mi garganta para intentar que se detenga, pero es tarde, y ante mi cuerpo paralizado por el miedo veo como el coche se lleva a Chaeyoung por delante, el impacto la ha levantado por el aire y acaba de caer unos metros más adelante.

Hace un instante me ha paralizado el miedo, y ahora, ese miedo ha dado paso a la adrenalina y estoy corriendo hacía Chaeyoung, me encanta llevar tacones, pero en este momento juro que los odio, observo a Chaeyoung mientras corro lo más rápido que estos malditos zapatos me permiten y veo su rostro ensangrentado y con gesto de aturdimiento, intenta levantarse y yo le grito para que no lo haga, pero no cesa en su intento porque yo se lo esté pidiendo, lo hace porque en cuanto ha intentado apoyar la pierna el dolor se lo ha impedido y ha vuelto a caer.

Por fin he llegado, no deja de moverse inquieta y sobresaltada, creo que no es consciente de lo que le ha pasado, solo siente dolor y no sabe por qué.

Me arrodillo detrás de ella, y aprovechando que no deja de intentar levantarse, la cojo por debajo de los brazos y la acuno sobre mis rodillas.

—No te muevas Chaeyoung —le suplico—intenta calmarte, estoy contigo
cariño.

Un sentimiento de impotencia y rabia se apodera de mí en este momento, no puedo dejar de maldecirme a mí misma por todas las veces que la he tratado mal y de arrepentirme de las infinitas veces que me moría de ganas de abrazarla y darle el cariño que merecía y no lo hice.

Los curiosos se amontonan a nuestro alrededor, suerte que estaba la policía y además de avisar a la ambulancia están echando a toda esta gente de aquí.

Chaeyoung se retuerce y grita de dolor ante cada movimiento, respira con dificultad, está demasiado nerviosa, y cuanto más nerviosa está, más se mueve y más miedo me da que ella misma se provoqué alguna lesión más. Intento centrarme, a mí también me tiembla todo, pero el objetivo en este momento es tranquilizarla.

—chaeyoung cariño —digo mientras las lágrimas salen de mis ojos, no soporto verla sufrir así—tienes que relajarte, intenta no moverte.

La sujeto con fuerza, intento que se quede recostada sobre mí y deje de insistir en levantarse.

—Me duele mucho Lisa —se queja de pronto con la voz rota.

Se me parte el alma al oírla decir eso, pero me ha reconocido, sabe que estoy con ella y yo sé que eso es bueno.

—Ya lo sé —le susurro acunándola—te ha atropellado un coche, tienes que dejar de moverte o será peor —digo mientras la observo.

Hasta ahora no me había fijado, pero dedico unos segundos a observar su cuerpo y veo que además de los múltiples golpes, rasguños y zonas ensangrentadas, a una de sus piernas le pasa algo, su pierna derecha está torcida por debajo de la rodilla de una forma antinatural, creo que está rota.

—Intente calmarla señora, tiene que dejar de moverse... —me dice uno de los agentes.

Pero Chaeyoung llora de dolor y se retuerce temblando entre mis brazos.

—Tranquilízate por favor, en seguida llegará la ambulancia.

No dejo de susurrarle palabras cariñosas, pero nada funciona, sigue sumida en su mundo de dolor, por lo que decido cambiar de táctica.

—Treinta y dos—digo de pronto.

Tarda en reaccionar, pero al oírme decir algo diferente ha dejado de moverse para prestarme atención.

—¿Qué?—pregunta en un suspiro ahogado.

—Treinta y dos—repito bajando el tono de mi voz para ver si consigo transmitirle una calma que desde luego no tengo.

—¿Treinta y dos?—repite en un susurro.

—Treinta y dos cariño, yo tengo treinta y dos y Jennie tiene treinta y tres.

El efecto de mis palabras ha sido devastador, ha dejado de moverse y me escucha con atención mientras su cabeza reposa entre mis manos, parece algo más tranquila, y como quiero que siga así hasta que llegue la ambulancia sigo hablando.

—Llevamos casadas casi seis años, y un total de nueve como pareja...

—¿Tiene que atropellarme un coche para que me digas todo eso? —dice con una sonrisa débil pero preciosa.

Cada vez me siento peor, he sido una auténtica gilipollas con ella y no puedo dejar de pensar en que si no la hubiera ignorado cuando ha venido a buscarme, tal vez ella no hubiese salido corriendo despavorida y esto no hubiera pasado. Ha llegado la ambulancia, y todo se descontrola de nuevo, los sanitarios hacen lo que deben, pero le hacen daño y eso me enfada, me siento protectora con ella y me entran ganas de coger el maletín de uno de ellos y estampárselo en la cabeza cuando le tocan la pierna.

—¿A qué hospital la llevan? —le pregunto al conductor.

—Al central.

Su respuesta me enfada más, sé que hay otro más cerca.

—Está más lejos...—protesto.

—Pero no están tan saturados —argumenta.

— yo no quiero ir Lisa—llora Chaeyoung.

—No te preocupes cariño, es un buen hospital, además, yo iré contigo.

Siento un tremendo alivio al notar que mi cercanía la consuela, finalmente subimos a la ambulancia para que por fin pongan remedio a todo su dolor.

ALGO DE TRES Donde viven las historias. Descúbrelo ahora